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Este editorial corresponde a la edición de la Gaceta Médica de Caracas Volumen 132, No 4. Octubre-Diciembre 2024 La Gaceta es el órgano oficial de la Academia Nacional de la Medicina (ANM) de Venezuela

Por: Enrique Santiago López-Loyo

El autor es Editor en Jefe de la Gaceta Médica de Caracas. Individuo de Número Sillón XXXI de la Academia Nacional de Medicina de Venezuela

La evolución de la medicina alejada del empirismo aplicada desde tiempos inmemoriales y practicada por los pueblos ancestrales definidos en la etnomedicina, presentó un hito histórico en el siglo XIX, liderado por la Escuela francesa. La definición de la atención de la paciente basada en la contemplación observacional de su evolución clínica al lado de la cama del enfermo, fundamento de la Escuela de Medicina de París, se impuso porque estuvo basada en la aplicación del método científico.

El método científico se aplica para la obtención de nuevos conocimientos que busca el uso sistemático de la observación, mecanismos de medición, experimentación de procesos y la formulación de problemas.

A partir de estas premisas este método analiza y modifica las hipótesis logrando la optimización de todos los procesos, con retroalimentación de sus resultados. Se basa en la falsabilidad, lo que establece que toda propuesta científica puede ser susceptible de ser falseada y cumple con el precepto de reproducibilidad con datos corroborados en una revisión por pares (1).

En el siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX hasta el inicio de la II Guerra Mundial, París se convirtió en el punto de convergencia de los grupos de intelectuales, pintores, escritores, poetas, escultores, músicos y muy particularmente de médicos de innumerables países.

En la Escuela de Medicina de París un grupo de médicos venezolanos se formaron o consolidaron y a su regreso promovieron o protagonizaron la transformación de la enseñanza y la nueva estructuración de la medicina nacional, fundamentos que hoy en día se mantienen y han trascendido en el tiempo.

Destacaron profesionales médicos como Alfredo Machado, Santos Dominici, Pablo Acosta Ortiz y dos médicos de excepción como José Gregorio Hernández y Luis Razetti (2).

La familia y su tiempo histórico


Para la sexta década de siglo XIX, Caracas era una capital emergente que vivía años convulsivos de guerras y sublevaciones, tenía una extensión de 16 cuadras de norte a sur y 17 cuadras de este a oeste, con un aproximado de 40 mil habitantes.

La atención médica era propia de un país segregado con graves problemas de salubridad que comprometían la esperanza de vida de la población.

El nivel de instrucción era muy basal y la infraestructura apenas iniciaba un proceso de desarrollo y armonización con el medio ambiente y la formación de tímidos núcleos urbanos. Las condiciones sanitarias eran hostiles por la presencia de numerosas patologías que diezmaban la población, destacando la fiebre amarilla, la tuberculosis y en menor grado la lepra.


Un eminente científico y médico cirujano venezolano nació en la Ciudad de Caracas el 10 de septiembre de 1860 y su nombre de pila fue Luis María Francisco Nicolás de Jesús Razetti Martínez, conocido solo como Luis Razetti.
El momento histórico para la época es en la Venezuela post-independentista en plena Guerra
Federal (1859-1864), bajo la presidencia de Manuel Felipe de Tovar (Caracas, 1803 – París, 1866), quien fue designado por el parlamento como presidente provisional para suplir la ausencia del derrocado Julián Castro en 1858 y posteriormente fue electo presidente para el periodo 1860-1864, siendo el primer presidente venezolano en ser electo directamente por sufragio universal masculino como lo establecía la constitución aprobada en la ciudad de Valencia.

En Caracas se contaba con seis centros de beneficencia, que incluían el Hospital de la
Caridad de hombres, además de los hospitales de Caridad de mujeres, de los militares, el de lázaros, la casa de la Misericordia y la de consultas.

En lo político culminaba la cruenta guerra civil sellando el triunfo de la Federación y el general
José Antonio Páez llegaba por tercera vez a la Presidencia de la República entre 1861 y 1863,
en cuyo corto tiempo impuso una dictadura. El 24 de julio de 1863 el general Juan Crisóstomo
Falcón entró triunfante a Caracas, luego de la guerra de los cinco años.

Este movimiento se convirtió en una verdadera revolución social, lo cual marcó al país con ideas democráticas y de corte liberal.


En su historia familiar destaca que fue hijo de un comerciante genovés llamado Luigi Razetti y una nieta del tutor del Libertador Don Miguel José Sanz, Emeteria Martínez Sanz. En total fueron 3 hermanos, su padre se va a Italia y no regresa, por esto su madre se encarga de su educación y orientación familiar (2,3).

Fase formativa


Estudió la educación primaria en la Escuela Niño Jesús de Caracas y en julio de 1878, contando con 16 años, egresó como Bachiller en Filosofía. En este período su principal tutor académico fue el abogado e ingeniero Manuel María Urbaneja, hijo del prócer Diego Bautista Urbaneja, quien para el momento era el director de la Academia de Matemáticas de Caracas y además fue fundador del Colegio Santo Tomás
y también fue conocido por su trabajo como traductor de un grupo importante de obras del latín y el francés.

Inicia ese mismo año sus estudios de medicina en la Universidad Central de Venezuela y el 4 de
agosto de 1884 se gradúa con el título de Doctor en Medicina y Cirugía. Diez días después de
graduarse el 14 de agosto de 1884 se marchó al interior del país, estableciéndose en el estado Lara por cuatro años, donde laboró en Quíbor, Yaritagua y Barquisimeto.

En mayo de 1888 recibió su nombramiento como Catedrático de Higiene Pública y Privada en el Colegio Federal de Primera Categoría, donde se dictaban cursos de Ciencias Médicas, ente precursor de la hoy Escuela de Medicina de la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado, ejerciendo también, con su ya demostrada capacidad de liderazgo, la Presidencia de la Junta Principal de Instrucción Popular en Barquisimeto.

Ese mismo año se traslada a los Estados Mérida, Trujillo, Táchira y Zulia, así como al Departamento Norte de Santander en Colombia, contratado como Médico de la Compañía de Seguros “La equitativa” de Nueva York.

Regresó a Caracas en 1889. El gobierno del médico Juan Pablo Rojas Paúl lo nombra en diciembre de 1890 como cónsul de Venezuela en la ciudad francesa de Marsella, lo que le permitió hacer los contactos para iniciar su estancia hasta 1893 en la Escuela de Medicina de París, efectuando lo que se llamaba para entonces “cursos de perfeccionamiento” en Cirugía y Obstetricia.

Entendió que la educación médica moderna se estructuraba en especializaciones y con fases formativas que incluían experiencias de los estudiantes en actividades de laboratorios, semiología clínica y áreas de entrenamiento profesional, siempre con la comprensión de los fenómenos epidemiológicos propios del área geográfica. Las colonias francesas en zonas tropicales y subtropicales, daban a sus maestros de la Escuela de París la oportunidad de transmitir a sus discípulos un amplio conocimiento clínico de patologías endémicas con intervención de vectores y agentes virales, bacterianos y fúngicos
que proliferan bajo las condiciones de desatención social.

Por ello aprendió, al igual que el Dr. José Gregorio Hernández, aspectos fundamentales de diagnóstico y tratamiento de estas patologías, aplicables posteriormente a su regreso al país. Se capacitó en obstetricia y cirugía estudiando también anatomía, medicina operatoria y clínica médica.

La influencia de la medicina francesa fue una impronta indeleble en su vida profesional y forjó su destino trascendental como educador con bases sólidas en la capacitación contemporánea, innovador con un espíritu indomable y reformador en un país que apenas abandonaba las prácticas arcaicas y el empirismo (4).

Una obra pionera y memorable


Razetti hizo alarde de su intelecto providencial para intervenir en todos los aspectos que concernían a la organización, estructuración, operatividad y definición de políticas públicas de educación y salud. Con su ejemplo dictaba cátedra en artes de comunicación y difusión de preceptos científicos, llegando a publicar 8 libros, 23 folletos, 332 artículos en la Gaceta Médica de Caracas, 130 en el diario El Constitucional y 120 en diversas revistas y periódicos científicos.

De igual manera le solicitaban artículos de muchos países, siendo considerado un maestro de la medicina continental. Fue desde 1893 profesor de la Cátedra de Patología Externa y luego profesor de Obstetricia y Medicina Operatoria, tres años después es designado profesor de las Cátedras de Anatomía Humana y Técnica Anatómica por diecinueve años consecutivos, iniciando prácticas de disección en el anfiteatro de la universidad.

Su contribución organizada y sistemática hizo renacer a la formación médica venezolana. Presidió la fundación de la Sociedad de Médicos y Cirujanos de Caracas en 1893, y aquí aparece su obra editorial más trascendente, la Gaceta Médica de Caracas, que creó para convertirse en el Órgano Divulgativo de esta Sociedad, que al instaurarse por Decreto Oficial la Academia Nacional de Medicina en 1904, pasa a convertirse también en su Órgano Divulgativo, teniendo el mérito de haber sido la Segunda Publicación Médica hispanoamericana en ser publicada y que se ha mantenido con mayor tiempo de permanencia
de forma ininterrumpida hasta nuestros días y de la cual me enorgullezco en ser su actual Editor en Jefe.

El 7 de abril de 1904 se aprueba en el Congreso Nacional la Ley Orgánica de la Academia Nacional de Medicina y al día siguiente el Presidente de la República, la confirma dándole el ejecútese. En su inicio fueron veintiséis miembros, todos docentes de la Universidad Central de Venezuela, quienes la instalaron el día 11 de junio de 1904 eligiéndose ese mismo día la Junta Directiva, siendo el presidente el Dr. Alfredo Machado y el secretario perpetuo el Dr. Luis Razetti.

En paralelo gesta la estructuración de la enseñanza clínica en la Universidad Central de Venezuela y el inicio en 1895 de los concursos del internado y externado de los hospitales. A esto le siguen la reforma de las cátedras de Anatomía y de Medicina Operatoria desde 1895, así como la fundación del Colegio de Médicos de Venezuela en 1902, antes de lograr fundar en 1904, su obra institucional fundamental, que fue la Academia Nacional de Medicina. Desde la Academia promueve en 1911 la creación del Congreso Venezolano de Medicina y la fundación del Instituto Anatómico.

Fue precursor junto con otro gran maestro, el Dr. Pablo Acosta Ortiz, de la cirugía moderna en Venezuela, siendo el Hospital Vargas de Caracas el epicentro de esta intensa actividad científico académica, desempeñándose como Jefe de la Cátedra de Clínica Quirúrgica.

Fundó también en 1911, la primera clínica privada de Caracas con una intensa actividad clínica y quirúrgica, la cual fue denominada como “Policlínica Luis Razetti”, proyectada y construida por su hermano, ingeniero Ricardo Razetti.


En 1908 presidió el Rectorado de la Universidad Central de Venezuela, luego de ser vicerrector en 1901.

En 1909 incursionó en la política y se desempeñó como senador por el estado Zulia. Su compromiso social lo encuentra al frente de campañas contra la tuberculosis, el alcoholismo, la prostitución, las enfermedades venéreas, el cáncer como grave amenaza a la salud y emprendió la lucha contra la mortalidad infantil (5).

En la pandemia de 1918 a raíz de la Gripe Española, en la cual fallece el hijo del general Juan Vicente Gómez, Ali Gómez, se crea la Junta de Socorro del Distrito Federal presidida por el Dr. Luis Razetti. Se identificaron las áreas más afectadas, observando zonas en condiciones de miseria, con poca higiene y alta frecuencia de desnutrición, donde se registraban mayor cantidad de muertes.

Crearon hospitales de campaña y casas de atención para la hospitalización de los enfermos. Se contaban por centenares los fallecidos, los cuales se dirigían al Hospital Vargas y de allí al Cementerio General del Sur, donde se construyeron numerosas fosas individuales y una gran fosa común para inhumar los cadáveres en medio de la terrible epidemia. Ya al inicio de 1919, las medidas sanitarias dirigidas por el
Dr. Luis Razetti condujeron a la disminución progresiva de la enfermedad, progresando a una
fase de autolimitación y posterior desaparición progresiva (4).

Bajo el signo de la polémica y el ocaso…


Fue Razetti un hombre que amó la lucha de las ideas y de los principios, las controversias, siendo combativo y combatido, discutidor por excelencia, sosteniendo polémicas con temas variados y no deseados. Un positivista integral, defensor de la teoría evolutiva del hombre, por ello se autodefinió: “Soy republicano, demócrata, y liberal, porque no considero legítima ninguna autoridad que no proceda de la voluntad popular libre y soberanamente expresada, y creo que la libertad del pensamiento y de la conciencia son indispensables al perfeccionamiento humano” (6).


Su férrea personalidad lo llevó a adelantarse en la observación de la relación de equilibrio respetuoso entre el médico y su paciente.

Sabía que la práctica médica tendía a la ejecución de conductas y procedimientos que ponían en peligro la confianza de los pacientes hacia los médicos, quienes tomaban decisiones clínicas y quirúrgicas con un carácter omnipotente.

La estirpe positivista de Razetti emerge desde su propia conciencia por la necesidad de normar objetivamente esa relación entre el profesional de la medicina y un ser humano enfermo, que pone toda su confianza en manos del médico.

Por ello redactó el Código de Moral Médica, sancionado por la Academia Nacional de Medicina el 30 de
mayo de 1918 y que sirvió como fundamento a nuestro Código de Deontología Médica. Buscaba perfeccionar y aplicar reglas morales capaces de pautar la conducta médica ante los pacientes, la sociedad y los colegas (7).

Este valioso aporte del Dr. Razetti y bajo la autoridad de la máxima corporación médica de Venezuela, fue motivo de polémicas que llevaron al plano político la discusión de su contenido no solo para ser aprobado por el Congreso Nacional, sino que desde las pasiones del propio gremio médico se solicitó la nulidad jurídica para aplicar el Código en el país.

Otros países de América Latina adoptaron como propios la totalidad de los artículos propuestos por Razetti, y este escribió desde esta difícil experiencia:

“Este Código de Moral Médica fue sancionado por la Academia de Medicina el 30 de mayo de 1918; el
Congreso Médico Colombiano de 1919 lo copió casi íntegro; el Círculo Médico Peruano lo tomó
del Congreso colombiano y lo adoptó y el Sexto Congreso Médico Latinoamericano reunido en
La Habana en 1922 lo recomendó como base de la deontología médica en el Continente Americano.
Sin embargo, nuestra Alta Corte Federal y de Casación lo anuló por inconstitucional, en virtud de un denuncio hecho por un médico venezolano”.


En estas circunstancias se pusieron a prueba una vez más, el aspecto cardinal de su vida llena de
polémicas y contrariedades, que más allá de derrumbarlo, le proporcionaban más energía a su espíritu indomable (8).

Fueron muy acaloradas sus discusiones en 1904 en defensa de la legitimidad de la teoría evolutiva o la biología de la descendencia como explicación al origen y preservación de la vida, la cual despertó reacciones contrarias de algunos miembros de la comunidad científica y en especial la del Dr. José Gregorio Hernández, defensor de la teoría creacionista, apegado a sus principios religiosos.

Promovió hasta una votación en la Academia Nacional de Medicina, para imponer una posición oficial, propuesta que terminó siendo desechada por ser excluyente y poco respetuosa del pensamiento libre e individual, decisión que él mismo reconoció como equilibrada y oportuna.


Como resultante de estas polémicas escribió los libros “La Doctrina de la Descendencia” y “¿Que es la Vida?”, conceptualizando el cuerpo de definiciones en forma razonada de estos temas (9).


Su verticalidad lo llevó en 1924, a denunciar públicamente la preocupante cifra de mortalidad infantil en la capital de la república y aunque no recibió una notificación directa del Gobierno del general Gómez, un personaje cercano al régimen se le acercó para alertarle que su declaración había contrariado al dictador y le sugirió que le convenía salir del país, por ello se fue al exilio por casi un año a la Isla de Curazao.

La consecuencia de este suceso fue el que lo relevaran de su cargo como secretario perpetuo de la Academia Nacional de Medicina, hecho muy duro de asimilar para quien ideó desde París su estructuración, redactó el decreto de su fundación y la enalteció como la casa de la medicina nacional.


Continuó ininterrumpidamente en la actividad docente y asistencial, pendiente de lograr que
los médicos mantuviesen los principios de actualización a través de actividades de educación médica continua, método que inauguró también en el país.

El 12 de mayo de 1932 realizó lo que sería su última intervención quirúrgica, la cual con su resultado adverso condujo a la muerte del paciente, hecho que le afectó profundamente. A las 48 horas, el 14 de mayo y con 69 años, falleció por un infarto agudo al miocardio. Se apagaba la vida de un gran maestro, un gran venezolano, un gran civilista, un paladín del progreso y del padre de la medicina científica nacional.

Sin embargo, su luz todavía ilumina el camino de quienes retomamos su legado día a día en cada hospital, en cada centro privado y en cada Escuela de Medicina de nuestra Venezuela.

“He consagrado mi vida entera al trabajo, al cultivo de mi espíritu y al culto de mi hogar; he respetado la Ciencia, porque la considero la única fuerza del progreso humano; he amado a mi Patria con orgullo y deseo de engrandecimiento; he predicado y he practicado la fraternidad profesional con entera vocación y buena fe y jamás un compañero ha sufrido por mi causa; he procurado hacer todo el bien posible y nunca he sentido la tristeza del bien ajeno; no he heredado bienes de fortuna, ni he logrado acumular capital… moriré como he vivido: pobre. Esto es lo que he sido y lo que he hecho”. Luis Razetti.

Referencias:

  1. Morles V. Sobre la metodología como ciencia y el método científico: un espacio polémico. Rev Pedag. Caracas. 2002;23:66.
  2. Kerdel Vegas F. París: ciudad de los médicos en el siglo XIX. Piel Latinoamericana. Publicación electrónica. Abril 2014.
  3. Después de la Independencia. Biografía de Manuel Felipe de Tovar. Portal Venezuela Tuya.com.
    Publicación electrónica. http://www.venezuelatuya. com/biografias/ felipe_de_tovar.htm
  4. Moreno Brandt L. Dr. Luis Razetti y el renacer de la Medicina en Venezuela. Rev Venez Cir. 2013;66:2.
  5. López José Enrique. Luis Razetti: el educador, innovador y reformador. Gac Méd Caracas.
    2002;110 (4):573-582.
  6. López-Loyo Enrique S. Luis Razetti: Una aproximación a su pensamiento político. Colección
    Razetti. Volumen XX. Capítulo 7. 133-156.
  7. Martín Piñate Felipe. De Razetti a Potter. Gac Méd Caracas. 2005;113(4):506-518.
  8. Razetti Luis. Historia de la Medicina Venezolana. Orígenes de la Academia Nacional de Medicina. Gac
    Méd Caracas. 1924;31(7):97-99.
  9. Briceño Maaz Tulio. Primera Conferencia Razetti: Razetti, polémico. Gac Méd Caracas. 1993;101(2):160-161.

Para leer la edición completa de la Gaceta Médica de Caracas:

Por: Enrique Santiago López-Loyo