La velocidad y la extensión de la pérdida de movilidad dependen de varios factores, propios del paciente o asociados a la hospitalización
Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI

La Dra. Karen Courville es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid. Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia. Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las Tablas. Miembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI)
La movilidad es un pilar fundamental para la independencia y la calidad de vida de las personas, particularmente en los adultos mayores. Sin embargo, el entorno hospitalario, paradójicamente, puede convertirse en un factor de riesgo para la pérdida de esta capacidad vital. La implementación de programas de movilidad temprana es de suma importancia para disminuir los efectos deletéreos de la inmovilidad en el hospital.
Escalas de Funcionalidad y el Impacto de la Hospitalización en la Movilidad

Antes de la hospitalización, la funcionalidad de un adulto mayor se evalúa a menudo con escalas que miden su capacidad para realizar actividades de la vida diaria (AVD) básicas (vestirse, comer, bañarse) e instrumentales (manejo de finanzas, compras, uso del transporte).
Ejemplos incluyen el Índice de Katz para AVD básicas y el Índice de Lawton y Brody para AVD instrumentales. Estas escalas nos dan una línea base de su independencia en el hogar, y que se calculan con los datos de la entrevista al ingreso del paciente.
Sin embargo, la hospitalización es un evento de alto riesgo para la pérdida de funcionalidad y movilidad. Se estima que, por cada día de reposo en cama, los pacientes pueden perder un porcentaje significativo de fuerza muscular y masa magra. En adultos mayores, esta pérdida es aún más acentuada debido a la sarcopenia (pérdida de masa muscular y fuerza relacionada con la edad) preexistente.
Factores que Influyen en la Pérdida de Movilidad Hospitalaria
La velocidad y la extensión de la pérdida de movilidad dependen de varios factores, propios del paciente o asociados a la hospitalización.
La propia edad, ya que la sarcopenia preexistente hace que los adultos mayores sean más vulnerables a la pérdida de músculo y fuerza; el estado nutricional, ya sea por desnutrición o por obesidad, permite un estado de salud muscular y metabólico que puede ayudar a sobrellevar la hospitalización; estado proinflamatorio asociado a sus enfermedades de base, como la enfermedad renal crónica, la diabetes mellitus tipo 2 y la insuficiencia cardíaca, que influyen en la movilidad previa que tenía el paciente; el deterioro cognitivo o delirio, que reduce la cooperación del paciente y su capacidad para entender y seguir instrucciones para moverse.
Durante la hospitalización, hay factores que son muy diversos, como la patología por la cual se hospitalizan, ya que puede ser un evento grave, como una sepsis, insuficiencia respiratoria aguda, enfermedad cerebro vascular, infarto agudo de miocardio, traumatismos mayores; que son condiciones que a menudo requieren reposo en cama, sedación, ventilación mecánica y pueden llevar a una debilidad muscular más profunda y rápida.
Además, algunas cirugías mayores, especialmente cirugías ortopédicas o abdominales, que conllevan dolor, inmovilidad postoperatoria y debilidad; o con ayunos prolongados, que pueden acelerar la pérdida de masa muscular y dificulta la recuperación de la fuerza.
Otros factores a tomar en cuenta son la presencia de dispositivos: como catéteres, sondas, líneas intravenosas, ventilación mecánica, drenajes, que, aunque necesarios, pueden ser percibidos como barreras o incluso miedos a la movilización; el dolor no controlado, que es una barrera importante para cualquier intento de movimiento, y que usualmente se logra con la adecuación de tratamiento; y los fármacos que causan sedación, somnolencia o debilidad muscular (ej., benzodiacepinas, opioides, relajantes musculares) limitan la capacidad de movilizarse.
Estrategias para Evitar la Atrofia Muscular: Ejercicio y Movilización Temprana

La implementación de programas de movilidad temprana es la piedra angular para combatir la atrofia muscular y el deterioro funcional en el paciente hospitalizado. Esto implica un enfoque proactivo y multidisciplinario que debe comenzar tan pronto como la condición clínica del paciente lo permita.
Los equipos de Medicina Física y Rehabilitación y Fisiatría evalúan a los pacientes e identifican a los pacientes con mayor riesgo de inmovilidad para establecer un plan individualizado. La movilización debe comenzar en las primeras 24-48 horas de hospitalización, o incluso antes si es posible y los ejercicios se pueden adaptar a la capacidad del paciente, aumentando la intensidad y duración a medida que mejora.
Hay diferentes tipos de ejercicios y actividades, ya sea ejercicios en cama, que se utilizan si el paciente no puede moverse, y el personal o los cuidadores realizan ejercicios de rango de movimiento en las articulaciones para evitar rigidez y contracturas, se intenta mover una extremidad con ayuda; ejercicios activos con movimientos de extremidades por sí mismo (flexión, extensión, rotación de tobillos, rodillas, caderas, brazos) bajo la supervisión; cambios de posición para evitar úlceras por presión y mejorar la circulación y los ejercicios de fuerza isométrica, que son contracción muscular sin movimiento de la articulación (ej. apretar los glúteos, empujar los pies contra la cama).
Una vez que el paciente puede movilizarse fuera de la cama, se inicia la sedestación al borde de la cama (sentarse con las piernas colgando), luego el traslado cama-sillón (con asistencia, si es necesario); deambulación progresiva (caminatas cortas alrededor de la cama o habitación con apoyo (andador, muletas, personal); y ejercicios funcionales, que son actividades que imitan movimientos cotidianos (ej. levantarse de una silla, alcanzar objetos).
Recomendaciones para el Egreso Hospitalario y la Recuperación en Casa

El egreso no es el fin de la recuperación, sino una transición. La rehabilitación post-hospitalaria es vital, especialmente para los adultos mayores.
Es importante que se le explique al familiar del paciente el plan de rehabilitación individualizado, detallando los ejercicios específicos que el paciente debe continuar en casa (frecuencia, repeticiones), las recomendaciones sobre actividades físicas diarias; las consideraciones de la necesidad de fisioterapia ambulatoria; y orientar sobre riesgos de caída en casa (alfombras sueltas, iluminación inadecuada, cables).
La recuperación de la fuerza y la energía es gradual. Luego de una hospitalización, el paciente debe contar con períodos de descanso adecuados, evitar el sobreesfuerzo inicial, mantener una ingesta adecuada de proteínas y calorías que apoye la recuperación muscular (según la indicación apropiada para la edad y enfermedad); prevenir caídas, con el uso de dispositivos de asistencia para la marcha (andador, bastón) si es necesario.
La movilidad temprana y la rehabilitación post-hospitalaria no solo mejoran los resultados funcionales del paciente, sino que también reducen las tasas de reingreso, mejoran la calidad de vida y disminuyen los costos asociados a la atención a largo plazo. Es importante la cooperación multidisciplinaria intra hospitalaria para realizar la evaluación y atención coordinada, pero es más importante la continuidad del tratamiento en casa para lograr todos los beneficios al paciente.
Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI