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En la tercera edad hay que mantenerse en actividad, tener contacto con seres del afecto familiar y amistades, sentirse útil como persona…

Por: psicóloga Hisvet Fernández

Hisvet Fernández es psicóloga social, feminista, activista de los DDHH de las Mujeres y los Derechos Sexuales y Reproductivos, directora del Centro de Capacitación para la Vida (Cecavid). Integrante de la Alianza Salud Para Todas. Coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, núcleo Lara. 
@psicosexualhisvetf  [email protected] @psicohisvetfernandez

Cuando estamos en la tercera edad, después de los 70 años, nos enfrentamos a un progresivo deterioro de nuestro cuerpo, de los sistemas sensoriales y del sistema musculoesquelético huesos y piel. Así como con el deterioro de diferentes sistemas fisiológicos y de órganos. También cambian nuestras reacciones emocionales y nos volvemos más sensibles.

Son cambios relacionados con el envejecimiento natural del cuerpo, que pueden acelerarse o agravarse por factores del “estilo de vida” y con el sedentarismo, pero también con la vida efectiva y social que se lleve. Tener conciencia de esto es necesario para vivir los cambios con menos angustia.

El estilo de vida se relaciona directamente con la posibilidad de satisfacer las necesidades básicas vitales de manera adecuada y las comodidades a las que se tenga acceso, siempre relacionado con la compañía afectiva, tanto familiar como de amistades que se disfrute.

La vista se deteriora con la edad, pudiendo desarrollar enfermedades como cataratas, degeneración macular y ojos secos. La pérdida auditiva es muy común en la tercera edad, más del 80% de las personas mayores la padece. Los huesos tienden a perder densidad y fuerza, aumentando el riesgo de fractura. Los músculos pierden fuerza, resistencia y flexibilidad. Las articulaciones se debilitan, lo que puede generar dolor y limitar la capacidad para realizar esfuerzos físicos intensos.

La piel se adelgaza y pierde elasticidad y se vuelve más frágil, se arruga más fácilmente y aparecen manchas; puede tardar más tiempo en sanar heridas y y se vuelve más propensa a infecciones. Los órganos internos como el hígado y los riñones pueden perder su eficiencia al procesar nutrientes y eliminar sustancias del cuerpo.

El aspecto cerebral y la memoria experimentan una disminución en la agilidad mental, mayor dificultad para recordar cosas o para reaccionar con la misma rapidez que antes. Estos cambios afectan las relaciones personales, la emocionalidad y la autoestima de las personas mayores, en una sociedad que rinde culto a la juventud y que espera que sigas siendo la misma persona.

El envejecimiento normal puede hacernos tomar una decisión equivocada de vez en cuando; olvidar algo importante en algún momento; no recordar qué día es y acordarse más tarde; no saber qué palabra usar en alguna ocasión; perder cosas de vez en cuando y encontrarlas luego.

Las situaciones o momentos estresantes también pueden causar problemas de memoria. Porque sentirse triste, en soledad, preocupada/o o aburrida/o son emociones negativas y difíciles de manejar por lo que hacen que la persona se sienta confundida u olvidadiza.

Los problemas de memoria causados por emociones negativas pueden ser  pasajeros y mejorar en la medida que sus causas se solucionan.

En la tercera edad es diferente, porque la causa es la vejez. Hay que mantenerse en actividad, tener contacto con seres del afecto familiar y amistades, sentirse útil como persona, participar en eventos sociales y sentirse con ánimo al aprender algo nuevo.

Esto puede ayudar con la memoria y mejorar el estado de ánimo al poder sentir el reconocimiento de la valía personal, lo que es fundamental para vivir la tercera edad de la mejor manera.

Por: psicóloga Hisvet Fernández