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Por: Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional

Amigos lectores:
El pasado 14 de marzo, en el portal El Estímulo, un reportaje de la periodista Olga Maribel NavasCatuche, cómo una barriada de Caracas enseña a solucionar espinosos problemas, nos recuerda que en 1987, José Virtuoso S.J. (“todavía no era ni cura”, dice un testimonio), comenzó un trabajo en esa comunidad, trabajo que, con el tiempo, se ha conocido como el Proyecto Catuche.

Cuenta Olga Maribel Navas: “Después de muchas reuniones y talleres de capacitación, de convencerse de que merecían una mejor vida, especialmente por los niños que allí crecían, con el impulso de Virtuoso nació el Consorcio Para el Desarrollo Urbanístico y Ambiental de Catuche, mejor conocido como el Proyecto Catuche”.

Ese Virtuoso que en 1987 andaba en aquellos haceres del activismo comunitario, es el mismo que, durante los 35 años siguientes, además de mantener un irrompible vínculo con esa comunidad (entonces asediada por la violencia de las bandas, las inundaciones y todo un catálogo de complejas problemáticas), y a partir de ordenarse como sacerdote miembro de la Compañía de Jesús, dictó clases en distintas universidades, hizo un posgrado en Ciencias Políticas en la UCV, se hizo Doctor en Historia de las Ideas Políticas en la UCAB, dirigió la revista SIC, estuvo al frente del Centro Gumilla en dos oportunidades, fue parte de la Comisión Nacional para la Reforma de la Policía, director de la oenegé Ojo Electoral, y rector de la UCAB desde el 2010, hasta su fallecimiento el 20 de octubre de 2022.

De forma excepcional, en la vida de Virtuoso se concentraron varias de las más relevantes preocupaciones y luchas venezolanas: la de las comunidades populares por una vida mejor; la que busca restablecer el diálogo como fundamento del desenvolvimiento democrático; la que se propone garantizar un sistema electoral transparente y de respeto a la voluntad popular; la de un modelo educativo universitario que, fundamentado en la calidad y la investigación, establezca lazos profundos y duraderos con la sociedad venezolana: Fe, Comunidad, Política y Educación. Si se me permite la osadía, conceptos que cabe asociar a la acción del jesuitismo en Venezuela.

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Toda esta enumeración, seguramente incompleta, me sustenta para decir: Virtuoso fue un imprescindible de nuestro tiempo. Hombre de visiones y logros indudables; hombre de fe abierto al diálogo; mentalidad de anchos horizontes y, por supuesto, atinado y eficaz conductor que llevó a la UCAB al nivel de desempeño, proyección, programas, horizontes y reputación que esa universidad tiene hoy en Venezuela y más allá. Un ciudadano admirable al que debemos seguir escuchando.

El dossier en memoria de Virtuoso ha sido coordinado por Corina Yoris Villasana, quien, en medio de sus numerosas actividades, además de escribir un texto, logró que Wilfredo González S.J.Magaly Vásquez González, José Francisco JuárezTulio Alberto Álvarez Ramos y Pedro Luis Contreras Tirado plasmaran sus recuerdos y percepciones de Virtuoso. Ocupa las páginas 1 a la 5.

Juan Salvador Pérez -actual director de la revista SIC- publica Jacques Maritain: filósofo, esposo y monje, animado por los 50 años del fallecimiento del pensador francés (1882-1973): “Raissa y Jacques se habían conocido a principio del siglo XX (1900) en La Sorbona, durante sus estudios en la Facultad de Ciencias. Ella de origen judío-ruso, él –como ya señalamos– protestante. Ambos con una tremenda necesidad (casi una angustia) de búsqueda de la verdad, no lograban dar con respuestas capaces de satisfacer sus inquietudes. Intentaron encontrar en vano afán en la filosofía cientificista y en las diversas expresiones del pensamiento contemporáneo, pero no sería hasta que en 1905, empujados por esa indetenible fuerza que da la convicción de estar por fin en la senda correcta, deciden convertirse al catolicismo tras un determinante encuentro con el novelista León Bloy”.

El poeta, traductor y ensayista mejicano David Noria, no solo me recordó una efeméride fundamental -los 400 años del nacimiento del matemático y pensador francés, Blaise Pascal (1663-1622)-, también me ofreció el ensayo que ocupa la página 7, en el que argumenta por qué Pascal ocupa un lugar preponderante en la historia del Pensamiento. Arranca así: “Hay que humillar a la razón. Este es el programa y la aportación más radical de Blaise Pascal (1623-1662). ¿Para qué sirve la razón? ¿Para buscar causas y efectos? ¿Para controlar la naturaleza y la historia? Nada más vanidoso. Para prueba, la nariz de Cleopatra. “Si hubiera sido más corta, toda la faz de la tierra habría cambiado”, leemos en los Pensamientos. Es decir, si César y Marco Antonio no se hubieran enamorado de ella, Egipto no habría sido conquistado y Roma no se habría convertido en el imperio del Mediterráneo, con lo que ello implica”.

La historiadora Lourdes Fierro Bustillos las ha llamado Carrerianas: una breve colección de citas escogidas en la obra de Germán Carrera Damas, que son faros, letreros en el camino, señales, advertencias, incitaciones, pistas relativas a temas como La historia, Lo histórico, El tiempo, Venezuela hoy, Prospectiva, José Tomás BovesSimón Bolívar y Rómulo Betancourt. Funcionan como una red de argumentos que invitan a leer o a releer a Carrera Damas. Viene en la página 8.

El título avisa el rumbo del ensayo que Asdrúbal Aguiar publica en esta entrega: El imperio de la mentira como fisiología del poder. Tiene su núcleo en el análisis del peligro efectivo que la posverdad representa para la convivencia. Para la convivencia democrática: “Así las cosas, cabe recordar que el imperio de la mentira como fisiología del poder no es un fenómeno inédito. El caso es que, hasta ayer, la manipulación o el falseamiento, el engaño o la explotación de las emociones, sea en el mercado de los bienes o en de los votos, se la consideraba socialmente reprobable. Ahora se la tolera, se la normaliza –allí están las fake news– y cada uno y cada cual encuentra su justificación a la medida, a saber, creerse que es derecho tomar como cierta a la falsedad cuando complace a riesgo de su sinsentido; o dado que permite saciar la sed de venganza por el mal que se alega se ha sufrido y proviene de la culpa de otros; o porque se la estima coetánea a la libertad humana, la de asumir como veraz al yerro. El derecho a la verdad, entendido como la propia, en la práctica muda y se transforma en un derecho a la mentira, otro galimatías”. Está en las páginas 9 y 10.

Me despido con este pensamiento de Pascal, siempre inquietante, siempre removedor, traducido por Xavier Zubirí: “El hombre está visiblemente hecho para pensar; ello constituye toda su dignidad, todo su mérito; todo su deber consiste en comenzar por sí mismo, por su autor y por su fin”.

Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional