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Los expertos también coinciden en que no hay evidencia de que el paracetamol cause autismo. El consenso científico actual respalda su seguridad en el embarazo, mientras que los intentos de presentarlo como un riesgo suponen un perjuicio para la salud pública y una victimización de las madres

Por: SMC España | Agencia SINC

En una rueda de prensa en la Casa Blanca celebrada este lunes, Donald Trump y las autoridades sanitarias relacionaron el uso del paracetamol durante el embarazo con los casos de autismo.

Además, recomendaron la leucovorina como tratamiento para el autismo. Acto seguido, la agencia estadounidense de medicamentos (FDA) anunciaba en una nota de prensa que ha iniciado el proceso de aprobación de los comprimidos de leucovorina cálcica para pacientes con deficiencia cerebral de folato. “Se ha observado que las personas con deficiencia cerebral de folato presentan retrasos en el desarrollo con características autistas, convulsiones y problemas de movimiento y coordinación”, indicaban. La actualización del uso del fármaco, discutida por la comunidad científica, autorizará el tratamiento de niños con trastorno del espectro autista.

cience Media Centre España (SMC España) ha compartido distintas reacciones de oficinas aliadas. SMC Australia:

Dawn Adams catedrática de investigación sobre el autismo en el Centro de Investigación sobre el Autismo Olga Tennison de la Universidad de La Trobe (Australia), dice: 

“La sugerencia de utilizar leucovorina para ‘tratar’ el autismo es preocupante. En primer lugar, porque la investigación en este ámbito es de mala calidad y no está al nivel que cabría esperar a la hora de hacer recomendaciones para su aprobación. También es preocupante porque este tipo de declaraciones influyen en la forma en que la gente entiende y percibe el autismo.

El autismo no es algo que necesite tratamiento o cura, es una diferencia en el desarrollo neurológico. Cuando lo enmarcamos como una condición que necesita ‘arreglarse’, corremos el riesgo de aumentar el estigma al que ya se enfrentan las personas autistas.

Lo que realmente marca la diferencia para las personas autistas es contar con el apoyo adecuado: aulas inclusivas, lugares de trabajo que se adapten a sus necesidades, comunidades que comprendan las diferencias comunicativas y sensoriales, y políticas elaboradas a partir de investigaciones de buena calidad. Estas son las cosas que ayudan a las personas autistas a prosperar y las cosas que los gobiernos tienen la oportunidad de crear.

Las personas autistas no necesitan tratamientos ni curas. Necesitan un mundo que las acepte y las valore por lo que son”. 

Andrew Whitehouse, profesor de investigación sobre el Autismo Angela Wright Bennett en el Kids Research Institute Australia, dice:

“La leucovorina (ácido folínico) se ha promocionado como un ‘tratamiento’ para el autismo, pero las pruebas son débiles. Algunos ensayos a pequeña escala sugieren posibles mejoras leves en los resultados conductuales, pero estos estudios están limitados por el reducido número de participantes, la inconsistencia de los resultados y la falta de réplicas independientes.

En este momento, la ciencia no se acerca al nivel necesario para recomendar la leucovorina en el tratamiento clínico del autismo. El campo carece de ensayos a gran escala, multicéntricos y rigurosamente controlados que puedan confirmar si los beneficios son reales, reproducibles y significativos en la vida cotidiana.

En resumen, la leucovorina sigue siendo experimental. Las investigaciones actuales son demasiado limitadas y preliminares para sacar conclusiones sólidas, y el entusiasmo supera con creces las pruebas científicas. Las familias y los médicos deben ser cautelosos y saber que ya existen muchos programas de apoyo con un sólido respaldo científico que favorecen de forma fiable el desarrollo de los niños autistas. En comparación con estos enfoques probados, la leucovorina sigue sin estar demostrada”.

Adam Guastella, profesor en la Clínica de Investigación sobre Autismo y Neurodesarrollo de la Universidad de Sídney (Australia), dice:

“Las pruebas sobre el uso de la leucovorina como tratamiento para el autismo, ya sea durante el embarazo o en niños con autismo, son preliminares y requieren estudios científicos más sólidos para garantizar su seguridad y eficacia. Existen algunos estudios prometedores que sugieren posibles beneficios, pero estos estudios tienen muchas limitaciones que indican que es necesario seguir investigando. No tienen la calidad necesaria para su uso generalizado.

También hay algunos estudios que sugieren efectos secundarios negativos. Se necesita más trabajo para determinar con certeza la dosis y el momento adecuados, especialmente cuando se administra durante el embarazo y la primera infancia, antes de adoptarlo como tratamiento para la comunidad. 

En un momento en el que la investigación científica ha sufrido una grave falta de financiación y ha sido cuestionada a nivel internacional, este trabajo pone aún más de relieve la importancia y la necesidad de estudios científicos de alta calidad que puedan proporcionar datos a los gobiernos, los responsables políticos, los profesionales de la salud y las familias sobre prácticas basadas en la evidencia”.

Sin evidencia contra el paracetamol

En relación con el uso del paracetamol o acetaminofén, Antonio Villarreal de la Agencia SINC, con base en las reacciones de SMC España, señala que los expertos coinciden en que no hay evidencia de que el paracetamol cause autismo. El consenso científico actual respalda su seguridad en el embarazo, mientras que los intentos de presentarlo como un riesgo suponen un perjuicio para la salud pública y una victimización de las madres.

En cuanto al leucovorin, los resultados preliminares son prometedores pero limitados. Por último, el aumento de diagnósticos de autismo —que es real— refleja principalmente mejoras en la detección, no una epidemia.

Dr. Xavier Sáez Llorens, científico e investigador distinguido del Sistema Nacional de Investigación de Panamá: «No existe una evidencia clara del uso del paracetamol y el autismo. Hay muchos estudios al respecto con algunos resultados conflictivos, pero el más grande, hecho en Suecia, con más de dos millones de embarazadas, no encontró relación con el autismo. Hay muchísimas embarazadas que nunca recibieron paracetamol y tienen hijos autistas. Volvemos a la edad media del oscurantismo científico». (Redacción LWS)

¿Es seguro el paracetamol en embarazadas?

Sí, cuando se utiliza en las dosis recomendadas. El paracetamol es considerado el analgésico más seguro en el embarazo, frente a alternativas que pueden resultar más dañinas.

La farmacóloga Claire Anderson, presidenta de la Royal Pharmaceutical Society, recuerda que “el paracetamol ha sido utilizado con seguridad por millones de personas durante décadas, incluidas las embarazadas, cuando se toma según las indicaciones. Es la primera opción para el tratamiento del dolor y la fiebre en pacientes diversos, incluidas mujeres embarazadas, niños y personas mayores”.

El doctor Linden Stocker, consultor en medicina fetomaterna en la Universidad de Southampton (Reino Unido), añade: “Como médico experimentado, he prescrito paracetamol durante toda mi carrera. No hay pruebas sólidas de que cause daño al feto, y es uno de los analgésicos más estudiados en embarazo. Generar miedo en torno a su uso solo aumenta la ansiedad de mujeres ya vulnerables”.

¿Qué evidencias apuntan a la relación entre su consumo y el desarrollo de autismo?

Existen estudios observacionales que sugerían un ligero aumento de riesgo, pero los análisis más sólidos no encuentran relación causal.

El farmacólogo Ian Douglas, de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, señala que “es muy difícil medir si realmente hubo exposición durante el embarazo y, además, las mujeres que toman paracetamol suelen hacerlo por circunstancias (como infecciones o fiebre) que en sí mismas podrían aumentar el riesgo de autismo. Un estudio sueco que comparó hermanos, publicado en 2024, no halló mayor riesgo, lo que sugiere que las asociaciones previas estaban afectadas por sesgos metodológicos”.

En la misma línea, Edward Mullins, profesor asociado en el Imperial College de Londres, subraya: “La mejor evidencia disponible indica que el uso de paracetamol en el embarazo no está vinculado al autismo. El comunicado de la administración Trump parece una teoría no fundamentada, que puede privar a las mujeres de un tratamiento esencial para la fiebre y el dolor, en contra de las recomendaciones médicas en EE UU y Europa”.

La psicóloga Monique Botha (Universidad de Durham) va más allá: “No hay evidencia robusta de una relación causal y estoy excepcionalmente segura de que no existe. El alarmismo solo impedirá que las mujeres accedan a la atención que necesitan y reavivará el patrón de culpabilizar a las madres por el autismo”.

¿Qué papel tienen los factores genéticos?

La genética es clave. Angelica Ronald, profesora de Psicología y Genética en la Universidad de Surrey, explica que “los estudios con gemelos muestran que si el paracetamol causara autismo, ambos gemelos fraternos lo tendrían. Pero no es así: generalmente solo uno lo presenta. Además, la investigación molecular ha identificado cientos de genes que influyen en la probabilidad de desarrollar autismo, lo que es incompatible con la idea de que el paracetamol sea un factor causal principal”.

¿Existen evidencias a favor del uso de leucovorin para reducir el riesgo de autismo?

El leucovorin, o ácido folínico, ha mostrado beneficios en ensayos pequeños con niños ya diagnosticados de autismo y con dificultades de lenguaje, especialmente en casos con anticuerpos específicos. Sin embargo, no previene el autismo ni constituye una cura. Los expertos insisten en que se necesitan estudios mucho más amplios antes de recomendarlo de forma general.

Las cifras en EE UU reflejan un aumento de casos diagnosticados, con una prevalencia estimada de 1 de cada 31 niños. Sin embargo, la mayoría de especialistas señala que este incremento se explica sobre todo por mejoras en los criterios de diagnóstico, mayor concienciación social y detección más temprana, y no por una epidemia causada por un nuevo factor ambiental.

Referencias:

  • Ahlqvist, V. H., et al. “Acetaminophen Use During Pregnancy and Children’s Risk of Autism, ADHD, and Intellectual Disability,” JAMA, 2024.
  • Prada, D., et al. “Evaluation of the evidence on acetaminophen use and neurodevelopmental disorders using the Navigation Guide methodology,” Environmental Health, 2025.
  • Frye, R. E., et al. “Folinic acid improves verbal communication in children with autism and language impairment: a randomized double-blind placebo-controlled trial,” Molecular Psychiatry, 2018.
  • Panda, P. K., et al. “Efficacy of oral folinic acid supplementation in children with autism spectrum disorder: a randomized double-blind, placebo-controlled trial,” European Journal of Pediatrics, 2025.

Por: SMC España | Agencia SINC