En Castilla del Pino todo era una entrega al conocimiento global e integral del ser humano. Para él, eso es lo que vi en sus libros y en sus apariciones públicas, la humanidad es una realidad que abordar con la totalidad del conocimiento
Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura Panameña | Viernes Cultural [email protected]
Pretérito imperfecto: Carlos Castilla del Pino. Un recuerdo
Reseña por: Pedro Crenes Castro
San Roque (Cádiz), 15 de octubre de 1922-Castro del Río (Córdoba), 15 de mayo de 2009l Carlos Castilla del Pino, catedrático extraordinario de Psiquiatría Dinámica y Social de la Facultad de Medicina de la Universidad de Córdoba (1983-1987), fue jefe de los Servicios Provinciales de Psiquiatría e Higiene Mental de esa ciudad desde 1949 hasta su jubilación, en 1987.Miembro de la Asociación Española de Neuropsiquiatría; de la Sociedad Española de Psiquiatría; de la Sociedad Española de Psicología, y de la Sociedad Española de Neurología, Neurocirugía y Psiquiatría. Fue Académico de número de la RAE: Fuente RAE
Pretérito imperfecto: Carlos Castilla del Pino. Un recuerdo
Conocí a Carlos Castilla del Pino por la envidia. Andaba yo por los años 90 preparando unas conferencias sobre la envidia, y mi profesor de Psicopatología me lo recomendó, en esa época en que las cosas parecían ser eternas y la juventud hacía el resto: «Carlos Castilla del Pino, Alianza Editorial, La envidia. El compila, pero su ensayo, en particular, es magistral». Lo compré, lo leí y me atrapó su afán por integrar todas las áreas del conocimiento. Así le leí por primera vez, y desde ese libro llegué hasta Abel Sánchez, de Miguel de Unamuno.
Pero Castilla del Pino me sorprendió con sus memorias, Pretérito imperfecto. Autobiografía, de 1997, con las que ganó el Premio Comillas. Lo leí entonces de prestado, de un amigo que me metía prisa para que se lo devolviera porque no quería perderlo. Siempre me ha quedado la lectura del segundo tomo. Después vino para mí El delirio, un error necesario y Patografías, que me ha inspirado más de una historia para contar. En esos años de lecturas sobre salud mental, él resultó una mirada muy leída, un tamiz de lecturas que reformulaba la ciencia y la ponía al alcance de todos.
En Castilla del Pino todo era una entrega al conocimiento global e integral del ser humano. Para él, eso es lo que vi en sus libros y en sus apariciones públicas, la humanidad es una realidad que abordar con la totalidad del conocimiento. No es sólo la ciencia por sí sola, sino también la literatura, la pintura, el arte en sus distintas variantes. Un ser humano extraordinario, que supo combinar con equilibro poco frecuente literatura y divulgación científica de muy alto nivel, dando respuestas sobre lo más oscuro de nuestras existencias
Encima de todo lo dicho, escribía muy bien, deleitaba enseñando, se esforzaba por no parecer en exceso técnico, sino cercano y claro para que el conocimiento se filtrara por los poros de todos aquellos que se acercaban a sus textos, sin renunciar a la profundidad necesaria del conocimiento.
Fue académico de la lengua, sillón «Q», y escribió un excelente libro que tengo que comprarme en estos días a modo de homenaje y para recuperar el que perdí: Cordura y locura en Cervantes, de cuyos ensayos me quedé sobre todo con Quijotismo y bovarysmo: de la ficción a la realidad. Una brillante manera de ejercer magisterio sobre escritores y lectores y dejar constancia sobrada de que, la literatura y la psicología, son mucho más que disciplinas lejanas la una de la otra, que son el revés de una trama intrincada de luces y sombras.
Carlos Castilla del Pino murió hace quince años. Su muerte se vio eclipsada por la de Mario Benedetti, también por los mismos días. Hace unas semanas encontré en una librería de viejo su autobiografía, y me hizo gracia que ahora, por fin, tenga mi propio ejemplar para leer con calma un libro que en su día me llamó tanto la atención. En camino está la segunda parte de esa autobiografía que no leí nunca —me la mandan de otra librería de viejo—, y Cordura y locura en Cervantes, lo recuperaré pronto.
El pretérito imperfecto es el presente continuo que nutre el futuro imperfecto: el pluscuamperfecto ya es utopía, paradoja y hasta enfermedad, sea pasado o futuro posible. Por eso es tan importante leer, para no perder lo que nos queda.
Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural Literatura Panameña | Viernes Cultural | [email protected]
Pedro Crenes Castro (Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990.