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Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI

Dra. Karen Courville. Es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid.  Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia.  Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las Tablas, es presidenta de la Sociedad Panameña de Nefrología e HipertensiónMiembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI)

Casi cualquier persona, a cualquier edad, puede realizar algún tipo de actividad física, y es más importante incluso que las personas con enfermedades crónicas hagan ejercicio. El ejercicio puede ayudar a sobrellevar los síntomas y a mejorar la salud general. Estas enfermedades incluyen las enfermedades cardíacas, diabetes, depresión o dolor de espalda o en las articulaciones, osteoporosis y enfermedad renal crónica, por citar las más conocidas.

¿Cómo puede el ejercicio mejorar una afección crónica?

La actividad física regular puede ayudar a mejorar la vida de las personas que tienen enfermedades crónicas. Estos ejercicios pueden ejercitar el corazón, para que regule su ritmo cardíaco, fortalecer los músculos y ayudar a mantener el buen funcionamiento de las articulaciones.

Fisiológicamente al hacer ejercicio se liberan ciertos neurotransmisores a la sangre, llamadas endorfinas. Estas provocan una sensación completa de bienestar, lo que ayuda a los pacientes a mejorar su autoestima y su percepción del estado general, lo que les permite mejorar sus interrelaciones personales y sociales.

Existen diferentes tipos de ejercicio: el ejercicio aeróbico (como caminar, correr, nadar) aumenta el ritmo cardíaco. El fortalecimiento muscular, como el levantamiento de pesas, puede mejorar la fuerza muscular, necesario para retardar la pérdida de la fuerza muscular y ayuda a mantener las articulaciones estables. Los ejercicios de flexibilidad, como el estiramiento, pueden ayudar a que las articulaciones se muevan y sigan funcionando bien. Los ejercicios de equilibrio pueden ayudar a reducir el riesgo de caídas.

Para cada tipo de enfermedad hay un tipo de ejercicio adecuado. Es importante y necesario que el médico de cabecera debe recomendar el ejercicio adecuado, con la frecuencia e intensidad recomendada.

Tipos de ejercicios recomendados

Para los pacientes con asma, el iniciar una rutina de ejercicio supervisada, como la natación, mejoran la capacidad pulmonar y puede disminuir la frecuencia con que ocurren los ataques.

Los pacientes con artritis sufren de dolor y rigidez articular.  Los ejercicios ayudan a disminuir la rigidez, la inflamación y les permite mejorar su movilidad. Si el paciente sufre de dolor de espalda por lumbalgia, los ejercicios de fortalecimiento muscular para los abdominales y el disminuir de peso pueden aliviar en muchas ocasiones el dolor.

Los ejercicios para los músculos abdominales y de la espalda, también conocidos como ejercicios de fortalecimiento del tronco del cuerpo, pueden ayudar a reducir los síntomas al fortalecer los músculos que rodean la columna vertebral. Para prevenir la osteoporosis, caminar rápido y levantar pesas, ayudan a fortalecer los huesos y retardan la pérdida ósea.

Para los pacientes con deterioro cognitivo, el ejercicio puede mejorar las habilidades de pensamiento y retrasar la progresión. Además, las personas que se ejercitan tienen menos riesgo de depresión y trastornos de ansiedad.

Para los pacientes con diabetes, el ejercicio regular puede ayudar a reducir los niveles de glucosa sanguínea, controlar el peso y a aumentar la energía.

Para los pacientes con enfermedad renal crónica, los ejercicios contribuyen a un mejor control de los factores de riesgo cardiovascular, mejoran su capacidad aeróbica y funcional, disminuyen la fatiga, la ansiedad y la depresión y mejorar los trastornos del sueño. A los pacientes en hemodiálisis se les puede realizar ciclismo aeróbico 3 veces por semana durante 30 minutos cada sesión, con unos pedales estáticos. Se ha visto que mejora la capacidad cardiovascular, capilaridad muscular, flexibilidad y la presión arterial.

¿Con qué frecuencia, con qué intensidad y cuánta actividad física puedo hacer de forma segura?

Existen diferentes estudios que recomiendan cierta cantidad de minutos de actividad aeróbica por semana. Se recomienda hacer al menos 150 minutos de actividad aeróbica moderada o 75 minutos de actividad aeróbica vigorosa a la semana.

Sin embargo, pequeñas cantidades de actividad física ayudan. El beneficio de activar el metabolismo, reducir la mortalidad cardiovascular y el peso pueden conseguirse con mantener la actividad física. 

Pueden ser intervalos cortos, alternados con ejercicios de fortalecimiento o estiramiento, pero lo importante es mantener más tiempo actividad física y menos tiempo sentado, ya que cualquier actividad es mejor que ninguna.

Recomendaciones importantes para iniciar cualquier actividad física

Debe consultar a su médico el tipo de ejercicio más recomendado según su enfermedad. Es importante ir de menos a más, ya sea en tiempo y en intensidad. Debe usar un calzado adecuado para hacer deporte, que protegerá las articulaciones.

Si sufre de diabetes, debe medirse el nivel de glucosa sanguínea antes de hacer actividad física, debido al consumo de glucosa con el ejercicio, por lo que pudiera necesitar un refrigerio antes de hacer ejercicio. Para las personas con artritis, puede ser recomendable ducharse con agua tibia antes de hacer ejercicio para relajar las articulaciones y los músculos y aliviar el dolor.

Hacer ejercicio con un amigo puede ayudar a mantener la rutina. Si no puede salir, hay opciones en los canales digitales, siempre con la asesoría previa de su especialidad y así evita riesgos. Lo mejor, por supuesto, es disfrutar del ejercicio al aire libre por sus indudables beneficios.

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI