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Santiago Schnell, en Notre Dame en 2023 (Foto de Barbara Johnston/Universidad de Notre Dame, cortesía de Dartmouth )
El nuevo rector de la prestigiosa universidad de Dartmouth, quien es un ejemplo de constancia y resiliencia, comparte su pensamiento filosófico y humanista

Por: Violeta Villar Liste

Sin duda, parte de lo que soy hoy como científico y líder universitario tiene sus raíces en aquella formación temprana en Venezuela

El venezolano Santiago Schnell, nuevo rector de Dartmouth desde el 1° de julio, una de las universidades más antiguas y de prestigio de Estados Unidos, país al cual llegó en 2004, nació en Caracas, se formó como biólogo en la Universidad Simón Bolívar y se ha forjado una reconocida trayectoria como docente y científico.

“Santiago Schnell es un científico brillante y multidisciplinario, un pensador humanista y humano, y un administrador talentoso con amplia experiencia en lo que se requiere para dirigir una universidad de investigación de primer nivel”, dijo Sian Leah Beilock, la presidenta de Dartmourth, al darle la bienvenida.

Desde el anuncio de su designación, el Dr. Schnell ha ocupado titulares en los medios de Venezuela y del mundo. Él se emociona con la alegría que ha provocado esta noticia y accede, sencillo y familiar, a conversar de la educación, la ciencia, de la defensa de la presencia de los estudiantes internacionales en las universidades de EE.UU. y del país que lo acompaña siempre: “Venezuela vive en mí. Cada decisión, cada logro, está marcado por la formación, los valores y los afectos que me dio el país”, dice en esta entrevista con La Web de la Salud.

Sus respuestas son la expresión de un pensamiento filosófico y científico profundo. Capítulos de una vida que pide vivir sin miedo: “Hay que perderle el miedo a la vida, porque solo se vive una vez. Y cuando se actúa con intención, preparación y audacia, las oportunidades tienden a multiplicarse”.

Y cualquiera diría que con su posición, y trayectoria, es fácil vivir sin miedo.

Por el contrario, es un ejemplo de existencia con propósito. Ha sufrido enfermedades inmunológicas crónicas, como la enfermedad de Crohn y el cáncer, que son base en “su  investigación sobre la salud y la enfermedad, y su enfoque del liderazgo”, describen en reseña de Dartmouth al trazar el perfil de su rector:

“Tengo lo que se llama una discapacidad invisible, pero nunca he permitido que eso me defina ni me limite (…) Quiero ser un ejemplo a seguir para otras personas con enfermedades crónicas: demostrar que no solo se puede construir una vida plena, sino que también se puede contribuir significativamente a la comunidad”: https://home.dartmouth.edu/news/2025/05/dartmouth-names-santiago-schnell-provost

En estas líneas a continuación, del pasado al presente, y también al mirar el futuro, sus palabras son generosas y sabias.

Un científico debe tener formación integral

Inició su formación en la UCV

-Fue vecino del reconocido biólogo y educador, autor de los libros clásicos que ocuparon la secundaria venezolana, Serafín Mazparrote. ¿Cómo puede un vecino académico influir en un joven?  
-Crecí en Caracas y tuve la fortuna de tener como vecino a Serafín Mazparrote, una figura de referencia en la biología venezolana y autor de los textos escolares que marcaron la enseñanza de las ciencias naturales en el país. Mazparrote no era simplemente un académico; era un educador con un profundo sentido de misión pública. Sus conversaciones, su modo de observar la naturaleza con asombro científico y su generosidad para explicar los procesos de la vida me marcaron desde muy joven. Fue él quien me mostró que la biología no era solo una materia escolar, sino una forma rigurosa y bella de entender el mundo.

-Inició su carrera en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y luego se traslada a la Simón Bolívar. ¿Podríamos hablar de cómo la educación venezolana definió el profesional que es hoy?
-Mi formación en Venezuela fue decisiva. Comencé mis estudios en la UCV, pero fue en la Universidad Simón Bolívar donde encontré el rigor, la exigencia y el estímulo intelectual que consolidaron mi vocación científica. Allí no solo me formé como biólogo, sino también como pensador crítico. Aprendí que un científico debe tener una formación integral, y por eso cursé materias de filosofía y matemáticas avanzadas junto a las ciencias naturales. Esa educación multidisciplinaria me dio una base sólida para emprender estudios posteriores en Oxford y desarrollar una carrera académica en el exterior.

Pero hay una etapa previa a eso que fue igualmente formativa: mi paso por la Fundación IDEA. Ingresé como pasante cuando aún era estudiante de pregrado, y fue allí donde descubrí por primera vez lo que significaba trabajar en un entorno científico riguroso.

Comencé haciendo tareas básicas, como limpiar meticulosamente instrumentos de laboratorio, pero rápidamente me permitieron participar en proyectos reales bajo la guía del doctor Raimundo Villegas.

En IDEA no solo aprendí técnicas experimentales, sino que también tuve el privilegio de convivir con una comunidad interdisciplinaria donde la ciencia, la filosofía y la ética se entrelazaban de manera natural. Aquella experiencia me enseñó el valor del método, la importancia de los detalles y, sobre todo, el compromiso con el conocimiento al servicio del país».

Sin duda, afirma, parte de lo que soy hoy como científico y líder universitario tiene sus raíces en aquella formación temprana en Venezuela.

El valor de la mentoría

-Su Doctorado en la Universidad de Oxford y su incorporación posterior a instituciones de prestigio en los EE.UU., define una trayectoria fecunda, de méritos y desafíos. ¿Cómo lo logró? ¿qué recomendaría a los jóvenes, en particular a los venezolanos cuyas oportunidades se ven limitadas?
-Lo logré con una combinación de preparación, perseverancia y, sobre todo, con el apoyo de mentores clave en mi vida académica y profesional.

Los mentores han sido fundamentales en mi trayectoria. Aconsejo a los jóvenes que no dejen su desarrollo al azar: seleccionen de forma deliberada y estratégica a sus mentores. Yo he practicado lo que llamo “ingeniería inversa de carrera”: he buscado mentores que ya han logrado los objetivos que yo aspiraba alcanzar. Ellos han sido guías valiosos para ayudarme a trazar el camino hacia esos logros.

“Encontrar mentores adecuados no siempre es fácil. Se requiere atrevimiento. Muchas veces, el miedo al rechazo nos paraliza, pero debemos superar ese temor. Yo he sido atrevido en contactar a personas que admiro, incluso si no las conocía personalmente. Algunas respondieron, otras no, pero cada intento valió la pena.

Hay que perderle el miedo a la vida, porque solo se vive una vez. Y cuando se actúa con intención, preparación y audacia, las oportunidades tienden a multiplicarse”.

A los jóvenes venezolanos les dice “que la excelencia sigue siendo su mejor carta de presentación. Que aprovechen cada oportunidad local para formarse, que mantengan una curiosidad activa, y no tengan miedo de tocar puertas. También les diría que el talento venezolano es reconocido en el mundo: debemos seguir apostando por la educación como vía de transformación personal y colectiva”.

Nueva etapa como rector

Santiago Schnell era decano de la Facultad de Ciencias de Notre Dame cuando fue nombrado rector de Dartmouth Foto: Cortesía de Notre Dame

-Ha dicho que ante todo es un científico, quien llegó a la parte administrativa de manera natural y descubrió que lo podía hacer bien. “Si eres bueno en algo, la pasión nace”, expresó. ¿Qué significa para un científico e investigador asumir esta posición de prestigio en una de las principales universidades de Estados Unidos?
-Es un honor y una gran responsabilidad. Como científico, estoy acostumbrado a hacer preguntas fundamentales. Como administrador, me corresponde ahora crear las condiciones para que otros puedan hacerlas. Creo que la formación científica me ha enseñado a tomar decisiones basadas en evidencia, a valorar la colaboración interdisciplinaria y a mantener la humildad intelectual. Ser rector de Dartmouth me permite aplicar esos valores a una comunidad diversa y vibrante, al tiempo que defiendo el papel de la universidad como espacio de búsqueda de la verdad”.

La frase “Si eres bueno en algo, la pasión nace” refleja una convicción que explica: la idea de que uno debe “seguir su pasión” puede ser engañosa, y que, en cambio, es desarrollando habilidades valiosas que uno encuentra propósito y satisfacción en el trabajo.

“En mi caso, fue al asumir responsabilidades administrativas —primero en programas académicos, luego como jefe de departamento, y más tarde como decano— que descubrí que podía hacer una diferencia. La competencia genera confianza, y la confianza alimenta la pasión. Es en ese proceso —de aprender, mejorar, servir— donde se descubre una vocación nueva”.

-Buscar la verdad; cultivar la belleza y la amistad, son atributos que considera principios de una universidad. ¿Cómo conciliar estos principios con la posición que la sociedad espera de una universidad?
-Una universidad que se desconecta de la sociedad pierde su propósito. Pero tampoco puede convertirse en rehén de las modas o de la polarización ideológica. Buscar la verdad exige independencia intelectual; cultivar la belleza, sensibilidad y promover la amistad y la empatía.

“Estos principios humanistas no están reñidos con el compromiso social, al contrario: son la base para formar ciudadanos capaces de transformar su entorno. Las universidades deben ser faros en tiempos de incertidumbre, lugares donde se piensa con libertad y se construye futuro”.

El propósito fundamental de una institución universitaria no es la utilidad inmediata, observa, sino la formación de la inteligencia, la promoción de una cultura del pensamiento crítico y el cultivo del conocimiento por su propio valor.

“La universidad debe ser un espacio donde la verdad se buscará por encima de la conveniencia, y donde la razón se ejercitará con libertad para formar juicios rectos y prudentes. Esa visión sigue vigente y es profundamente necesaria en sociedades donde el pensamiento puede verse amenazado por el pragmatismo vacío o el sectarismo político.

También tenemos que recordar que la finalidad de la educación superior es la formación integral del ser humano: su capacidad de discernir, de actuar éticamente y de participar en la vida comunitaria con responsabilidad. La universidad debe formar no solo técnicos competentes, sino personas con sentido de trascendencia y vocación de servicio. En ese sentido, cultivar la belleza no es un lujo, sino una necesidad espiritual, y fomentar la amistad es parte de la construcción de una comunidad académica saludable”.

Conciliar estos principios con las exigencias del mundo contemporáneo, subraya, implica resistir la instrumentalización de la universidad y afirmar con convicción que su misión es más profunda: preparar a las personas no solo para ganarse la vida, sino para vivir con dignidad, comprender el mundo y contribuir a su mejora.

-¿Cuál será su posición con respecto al ingreso de los estudiantes extranjeros y el valor que aportan al desarrollo de la nación estadounidense?
-Defiendo con convicción la presencia de estudiantes internacionales. Estados Unidos ha sido históricamente un imán para el talento global, y eso ha enriquecido su ciencia, su economía y su cultura. Los estudiantes extranjeros no solo aportan diversidad de pensamiento; también fomentan el entendimiento entre pueblos y amplían los horizontes de todos los estudiantes. En un mundo interdependiente, formarse en un entorno internacional es una ventaja para cualquier joven.

La enfermedad comienza antes de manifestarse

-Sus investigaciones parten de una premisa: “existe un continuo entre la salud y la enfermedad…” ¿Podría ampliar este concepto?
-Tradicionalmente, la medicina ha trabajado con categorías dicotómicas: sano o enfermo. Pero la biología y bioquímica nos muestra que muchos procesos patológicos comienzan mucho antes de que aparezcan síntomas visibles.

Si somos capaces de medir ese “continuo” con precisión, podríamos detectar enfermedades en fases más tempranas, entender mejor sus mecanismos y diseñar intervenciones más personalizadas. Mis investigaciones se centran en desarrollar modelos matemáticos que cuantifiquen ese proceso, especialmente en enfermedades metabólicas y neurodegenerativas.

-¿Cuáles son las investigaciones que lidera en este momento y cómo mide su impacto en el mundo real?
-Actualmente trabajo en dos líneas principales: modelado enzimático para mejorar diagnósticos clínicos, y análisis computacional de agregados proteicos implicados en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Estas investigaciones buscan entender mejor los mecanismos bioquímicos que subyacen a procesos patológicos y traducir ese conocimiento en herramientas que puedan usarse en entornos reales, tanto en laboratorios de investigación como en la práctica clínica.

El impacto de este trabajo en el mundo real no se mide por el número de publicaciones o colaboraciones, sino por su aplicabilidad, observa. Nuestro objetivo es que las teorías y modelos que desarrollamos permitan realizar mediciones más precisas, robustas y replicables.

«En ciencia —y especialmente en biomedicina— la calidad de las mediciones es fundamental. Si logramos que nuestros métodos mejoren cómo se cuantifican las reacciones enzimáticas o cómo se detectan agregados proteicos, estaremos contribuyendo a diagnósticos más tempranos y confiables, así como a decisiones clínicas mejor fundamentadas.

Este tipo de impacto rara vez es inmediato. Puede tomar años, incluso décadas, para que una herramienta conceptual se traduzca en una aplicación de uso rutinario. Por eso es tan importante la paciencia y la persistencia. Trabajamos con la convicción de que el progreso verdadero se construye paso a paso, a través de contribuciones acumulativas que, con el tiempo, transforman la práctica científica y médica desde sus fundamentos».

Puente con la ciencia de la región

-¿Mantiene algún tipo de vinculación con universidades o centros de investigación en Venezuela o Latinoamérica?
-Sí, mantengo vínculos académicos activos a través de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL), de la cual tengo el honor de ser miembro. Esta red ha sido una plataforma valiosa para colaborar, intercambiar ideas y apoyar iniciativas científicas regionales. Recientemente, la ACAL publicó una nota destacando mi nombramiento como rector de Dartmouth, lo que refleja también su compromiso con la visibilidad del talento latinoamericano en la ciencia global.

“Me gustaría ver ampliadas estas relaciones mediante programas de intercambio académico, mentoría a distancia y proyectos de investigación conjunta. La ciencia no conoce fronteras, y estoy convencido de que América Latina posee un capital humano extraordinario que merece mayor reconocimiento y oportunidades. Establecer puentes duraderos entre instituciones del norte y del sur global es esencial para una ciencia más equitativa, colaborativa y transformadora”.

Universidad al servicio de la sociedad

– ¿Cuál espera sea su legado desde su posición como rector, también como docente e investigador?
-Mi mayor aspiración es haber contribuido a que otros puedan desarrollar su potencial. Como rector, deseo haber fortalecido las estructuras que permiten a la universidad servir mejor a la sociedad. Como docente, haber inspirado a estudiantes a hacerse preguntas audaces. Como investigador, haber generado herramientas útiles para la salud humana. Y como ser humano, haber actuado con integridad.

Pero más allá de funciones específicas, aspiro a dejar como legado una cultura institucional donde el pensamiento riguroso, el diálogo interdisciplinario y el compromiso ético sean parte del ADN académico.

“Quiero que los estudiantes, profesores y colaboradores con los que he trabajado recuerden que pueden y deben contribuir al conocimiento desde la autenticidad y la excelencia. Creo profundamente que la ciencia se enriquece cuando dialoga con la filosofía, la ética y otras formas de comprensión humanista del mundo. Esta convicción ha orientado mi labor docente, investigadora y de liderazgo universitario, y deseo que quienes trabajen a mi lado también adopten esa mirada amplia y generosa del conocimiento”.

El rol del rector le inspira una  comparación con el trabajo paciente del jardinero: “Alguien que no impone, sino que cultiva. Un jardinero no le ordena a una planta que florezca, sino que se encarga de preparar la tierra, asegurar la luz y el agua, y proteger el entorno. Así también, la labor del rector consiste en crear las condiciones para que cada persona en la universidad —estudiante, profesor o miembro del personal— pueda desarrollarse plenamente, florecer en su vocación y aportar al bien común. Si algo quisiera dejar como legado, es haber ejercido ese cuidado paciente y comprometido, que permite que las instituciones crezcan con raíces profundas y ramas abiertas al mundo”.

Venezuela vive en mí

“Venezuela vive en mí. Cada decisión, cada logro, está marcado por la formación, los valores y los afectos que me dio el país”, reflexiona este hijo amoroso con su patria.

Aunque vive fuera desde hace años, cuenta que mantiene contacto permanente con familiares y colegas. “He regresado algunas veces, y no descarto hacerlo más a menudo o incluso, algún día, contribuir desde dentro. Uno nunca puede predecir el futuro”.

“Cuando pienso en Venezuela, pienso en una tierra de vocaciones intelectuales profundas, de humanismo riguroso y de esperanza persistente. Creo que el país tiene aún mucho que aportar al pensamiento universal, y que su reconstrucción pasa por reivindicar una cultura del conocimiento y del diálogo. Uno no deja de ser venezolano por cruzar fronteras: la patria verdadera es la que uno lleva en la conciencia y en la acción. Si algo he aprendido es que el amor por el país no se mide por la distancia, sino por el compromiso permanente de contribuir, donde sea que uno esté, a la dignidad y el progreso de su gente”.

Por: Violeta Villar Liste | [email protected]