El documental Simplemente Solinka, basado en su historia, se estrenará este 22 de mayo por las pantallas de SERTV, a las 8:00 p.m. Además, el sábado 24 de mayo, a las 2:00 p.m., se proyectará este trabajo que retrata y exalta su vida en la Biblioteca Nacional. García Hudson nos acerca a la vida de la artista.
Por: Mario García Hudson

Investigador, encargado del Centro Audiovisual de la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero R.
Si algo ha caracterizado la historia de la música panameña es la calidad de las grandes voces que nos han representado en la escena local e internacional. No hay época en la que la cancionística de nuestro país no registre buenos intérpretes, en muchos casos aptos para cantar las más variadas expresiones musicales.
Desde el año 1919, cuando, probablemente, el panameño Alcides Briceño se convierte en la primera voz nacional en registrar grabaciones a nivel internacional, nuestra escena artística ha construido referentes sólidos de dignidad musical.
Nombres como María Teresa Vallarino, Anita de Morales, Camilo Rodríguez, Sylvia de Grasse, Tony Moro, Manny Bolaños, Meñique Barcasnegras, Camilo Azuquita y Solange Arias, Solinka, forman parte de esa diáspora que ha triunfado en escenarios donde hay que ser extraordinarios para lograr grabaciones.
En el caso de Solinka, se suma el hecho excepcional de ser una cantante que se ha mantenido activa durante siete décadas, conservando su calidad vocal, algo muy difícil de lograr.

Con su libro “Simplemente Solinka”, es posible recorrer parte ese periplo artístico por Centro y Suramérica. Esta mujer panameña, reina del guapachá, cautivadora de escenarios, Sol de Panamá y Perú, puso a bailar a públicos entero con su voz y sus movimientos sensuales.
Guarachas, cumbias, tamboreras, boleros, baladas, porros, paseítos, guaguancó, son guajiro, entre otros géneros, formaron parte de su repertorio.
El libro también recoge hechos cotidianos que marcan su vida: la relación familiar, el primer amor, las amistades y los distintos escenarios que transitó, junto con sus contextos sociales y político.
Simplemente Solinka representa uno de los pocos esfuerzos de músicos e intérpretes panameños por dar a conocer sus memorias. Esta obra se suma a producciones como “Palabra decantada en tres espacios y dos tiempos”, de Rómulo Castro, y a los intentos parcialmente autobiográficos de “La música salsa en Panamá y algo más”, de Francisco Buckley, y “Las expresiones musicales en Panamá: una aproximación”, de Noel Foster Steward.
Su libro ha abierto el camino a un documental entrañable, donde amigos, músicos y comunicadores se reúnen para evocar la grandeza de un ser cuya voz, al alzarse, estremece los escenarios y despierta memorias profundas. Porque cuando ella canta, el alma de la canción se hace carne, y el silencio se rinde ante su presencia.
Solange Arias, panameña que ha trascendido los tiempos, llevando el arte de su canto con estilo propio a escenarios del Perú, Colombia, Ecuador, Chile, Argentina, Cuba, Nicaragua, Costa Rica y Paraguay.
Sol, quien a través de notas musicales ha permitido que distintas generaciones bailen, gocen, se enamoren y entonen canciones con esencias panameñas, peruanas, cubanas y colombianas. Con orquesta o conjunto, ha dado cátedra al interpretar tanto el texto como la armonía de cada pieza.
Desde Simpática cholita hasta El baile del pingüino, de Pegadita de los hombres a Puede ser, y de ahí a Nuestra vida, cántala, Solinka imprime tu dulzura: melao de caña, aroma de palmeras, alma de trópico, cosmovisión universal y esencia de panameñidad
Por: Mario García Hudson