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Sede de la Facultad de Medicina de la UP en el Hospital Santo Tomás

Por: Celestino Andrés Araúz M.

El Dr. Celestino Andrés Araúz es historiador con doctorado en historia de América en la Universidad de Valladolid. Es profesor titular del departamento de Historia en la Facultad de Humanidades en la Universidad de Panamá. También ha sido vicerrector de investigación y postgrado en la Universidad de Panamá. Esta conferencia fue dictada en el VII Congreso Panamericano de Historia de la Medicina y I Congreso Panameño de Historia de la Medicina “Dr. Sebastián López Ruiz” en la Universidad de Panamá

Este estudio es el primer volumen de un extenso y complejo proyecto investigativo registrado en la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado de la Universidad de Panamá, inicialmente bajo los títulos de: Salud, Estado y Sociedad en Panamá (1800-1950) y Discursos y prácticas de la Medicina e imaginarios sobre la salud y la enfermedad en Panamá (1800-1950), que comprenderá un total de cinco tomos.

Metodología y temáticas del primer volumen

A medida que avancé lentamente en el proceso heurístico, es decir en la búsqueda, selección y recopilación de las fuentes primarias y secundarias sobre el tema, a la vez se hizo necesario ampliar el marco cronológico y el contexto histórico de esta investigación.  Fue preciso, sustentarme en los elementos estructurales o de “larga duración”, como diría el connotado historiador Fernand Braudel, implícitos en la materia objeto de estudio.

Ello, a su vez, me llevó a adoptar un enfoque, basado en gran parte, en la nueva historia cultural, abordando diversos subtemas “con la preocupación por lo simbólico y su interpretación”, en palabras de Peter Burke, especialista en esta corriente historiográfica. 

Tales son, entre otras, las teorías, discursos y prácticas predominantes, acordes con los saberes tradicionales, empíricos o científicos, característicos de las épocas examinadas, con los respectivos imaginarios y representaciones, al igual que las costumbres y conocimientos sobre la higiene y sanidad públicas, tanto en tiempo de epidemias y pandemias como en el tratamiento de las patologías en la vida cotidiana.

No escapaban a esta visión retrospectiva, las vivencias religiosas, especialmente durante la Edad Media bajo la preponderancia del cristianismo y las supersticiones heredadas del paganismo que se relacionaban con la salud y la enfermedad.  Sus proyecciones se evidencian en el largo proceso de descubrimiento, conquista y colonización por parte de España en el Nuevo Mundo, también denominado las Indias (Occidentales) y posteriormente América.

Durante gran parte de la época colonial en el Istmo de Panamá (1501-1821) y, obviamente en otros puntos bajo el dominio español en el continente americano, la medicina hipocrática-galénica prevaleció en la explicación de los factores condicionantes de la salud y las patologías, tal como ocurrió en Europa desde hacía varios siglos antes del sometimiento de América.

De la vastísima obra de Hipócrates de Cos (Siglos V-IV a.c.) y sus discípulos, ocupa un lugar preferencial: Sobre los aires, aguas y lugares.  Este Tratado es un lejano precursor de la medicina ambientalista y el determinismo geográfico, en la explicación del origen y difusión de las enfermedades. 

A través de los siglos sirvió como modelo para la etiología de algunas patologías, e incluso incidió en las directrices para la fundación de ciudades, tal como se revela en la obra De Architectura, del famoso arquitecto romano Marco Vitrubio y en el Tratado de Gobierno de los Príncipes de Santo Tomás de Aquino.

Sobre los aires, aguas y lugares, también influyó, de alguna manera, en la política de poblamiento del gobierno español en sus posesiones en América, como se examina, en este estudio y, sin duda, en la adopción mecanicista del determinismo geográfico por parte del movimiento innovador de la Ilustración, plasmado en la Topografía y Geografía Médicas, que prevaleció desde mediados del siglo XVIII y durante toda la centuria decimonónica hasta los inicios del siglo XX.

Según la concepción de la doctrina hipocrática, los pantanos, las aguas contaminadas y otros sitios donde se acumulaban restos orgánicos y desechos varios en putrefacción como los cadáveres en descomposición, producían efluvios mefíticos, vapores deletéreos y emanaciones malsanas, o sea el miasma o los miasmas. 

Es decir, venenos originados en el seno de la tierra que enrarecían el aire y se esparcían por medio de los vientos, la humedad y los cambios climáticos.  Los miasmas eran agentes transmisores de enfermedades que penetraban en las personas por las vías respiratorias o los poros de la piel.

Además de las aguas, el aire y los lugares, esto es, los factores ambientales, otro componente de la medicina clásica, sistematizado por Galeno de Pérgamo y Avicena, adoptado por el escolasticismo medieval, fue la teoría humoral. 

Para esta concepción médica, la salud era el resultado del equilibrio de los cuatro humores o fluidos corporales: bilis negra, bilis amarilla, sangre y flema o pituita, asociados a la melancolía, la cólera y los temperamentos sanguíneos y flemáticos. 

La enfermedad era consecuencia del desajuste de estos humores, vinculados con el medio ambiente.  La terapia por excelencia era la flebotomía o sangría que durante la época colonial en Hispanoamérica, incluyendo al Istmo de Panamá, tuvo gran aplicación.

Mas la medicina hipocrática, asimismo, resaltó la idea del poder curativo de la naturaleza, lo cual debería acompañarse de condiciones externas propicias para el paciente, mejorando la función física y mental por medio de una dieta saludable y haciendo ejercicios.

Influían también en la morbilidad, factores exteriores medio ambientales como el clima, al igual que la mala alimentación, la vida desordenada y los trastornos del propio organismo. 

Todo lo anterior, actuaba en conjunción con los astros.  A esta medicina mecanicista, sustentada en algo tan indefinido como los miasmas, se le identificaba con el contagio inanimado. 

En 1546, Girolamo Francastoro formuló la teoría del contagio animado en su obra De Contagione.  Ahora la enfermedad era ocasionada por las “semillas” o gérmenes invisibles del mismo cuerpo que se contagiaba por contacto directo o indirecto, a través de los objetos o por influencia inmaterial que él llamó “fómites”. 

A este proceso se le denominó infección.  Es, sin lugar a dudas, una visión lejana en el tiempo, pero aproximada en la etiología de las enfermedades que, con los avances científicos del último cuarto del siglo XIX, constituiría la moderna medicina sustentada en los microorganismos.

A mediados de la XVIII centuria, bajo el influjo del movimiento de la Ilustración con su dinámica basada en la razón, el orden y el progreso, la antigua doctrina hipocrático-galénica aerística y humoral, adquirió una nueva interpretación médica, acorde con los intereses geopolíticos de los imperios coloniales europeos en África, Asia y América. 

Como dije, surgen concepciones mecanicistas en el análisis de la relación entre los seres vivos y su medio exterior.  Cobró fuerza el concepto de civilización y la superioridad del hombre blanco sobre los otros grupos étnicos atrasados y en estado de barbarie.

Así, las nuevas corrientes neohipocráticas, por medio la Geografía y Topografía Médicas, si bien difieren en algunos puntos de vista de la antigua teoría hipocrática, como los “lugares”, el objeto de la investigación ahora se concentra en la enfermedad y no en el individuo enfermo.  Pero las pestilencias continuaron explicándose por la presencia de los miasmas y otros elementos medio ambientales, sobre todo el clima.

A la par, en concordancia con los postulados básicos de la Ilustración, enmarcados en conocimiento racional, surgieron una serie de normativas biopolíticas, es decir disciplinarias desde el poder para la vida de los asociados, bajo la denominación común conocida como Policía. 

En el caso de los dominios del imperio español en América, esta facultad estuvo a cargo del Cabildo o Ayuntamiento, antecesor directo de lo que hoy es el Concejo Municipal encabezado por el alcalde, cambiando lo que hay que cambiar.

Un amplio espectro de diversos aspectos cubría la autoridad delegada en la Policía, tanto en el mantenimiento del orden público, la moralidad, y las buenas costumbres, como en el abastecimiento y ornato de las poblaciones, además de velar por el cumplimiento de las disposiciones higiénicas y de salubridad públicas y privadas. 

Todo ello, en aras de los postulados básicos de la Ilustración, en el contexto de un proceso civilizatorio.  Aunque, necesario, es decirlo, estas normativas casi nunca se cumplieron, tanto por la falta de educación de los sectores populares a quienes estaban destinados y su arraigo a los saberes curativos tradicionales como por la carencia de recursos económicos estatales.

De ahí que, en este estudio, no solo me ocupo de los hospitales, los médicos, el protomedicato, los lazaretos, asilos, manicomios y otras instituciones de salud, particularmente en el siglo XIX, si no también de otros aspectos que cubrían las medidas disciplinarias de carácter social, en sus diversas manifestaciones, a saber: mercados y provisiones, mataderos y zahurdas, presidios y cárceles, al igual que de los cementerios.  Sin dejar de lado, el estado de las casas, calles, callejones, callejuelas y los caminos.  Es decir, el espacio urbano y su entorno, incluyendo el paisaje, la convivencia de los seres humanos con los animales domésticos y a veces salvajes. 

Esto es, la condición propicia para la zoonosis.  Papel relevante merece el abastecimiento y consumo del agua, máxime cuando en un período de cuatro siglos, no se establecieron acueductos, alcantarillados y modernos desagües en todo el territorio del Istmo de Panamá, muy especialmente en la ciudad capital.

Al tratar de reconstruir retrospectivamente un pasado lejano, tarea nada fácil para un historiador, si bien recurrí a la descripción y el análisis de hechos relevantes que caracterizan a nuestro agitado devenir en el tiempo, mediante hitos cronológicos, está claro que en un estudio de esta naturaleza las fechas son una guía orientadora pero no determinantes respecto a los cambios estructurales que se dan muy lentamente.

Este es el caso de la reconstrucción histórica de la medicina en el Istmo de Panamá.  Es cierto que no está desligada de los sucesos geopolíticos, económicos, sociales o culturales.  Pero posee sus propias características, que no resultan fáciles de discernir y forman parte del ámbito del conocimiento que todavía requiere cultivarse en profundidad en nuestro país.

Me aproximo a algunos componentes que demuestran la sensibilidad, los imaginarios, las creencias y las costumbres de los protagonistas del extenso período que abordo.  A saber:  la actitud de los europeos ante los indígenas a quienes veían como “los otros”, es decir los bárbaros, paganos, e idólatras, identificados con el diablo y sus demonios, demostrando la mentalidad que traían consigo, llena de perjuicios y supersticiones. 

Examino el proceso de sincretismo  en la alimentación y la curación de enfermedades como la sífilis, al igual que los antídotos para enfrentar el veneno o “ponzoña” utilizado por los naturales, el miedo y el asombro de los conquistadores ante los desafíos de una naturaleza que para ellos le resultaba desconocida y hostil, en el Istmo de Panamá, pese a la experiencia adquirida en la conquista del archipiélago de las Antillas; el miedo de los indígenas ante las incursiones de saqueo y castigo de los españoles y el de éstos ante la reacción de aquéllos; el miedo a la muerte por el hambre que desembocaba en el canibalismo o la inanición inevitable; el miedo a los ataques de los animales salvajes y feroces tanto en las selvas como en los poblados cercanos a éstas, sin descartar el peligro que acechaba en los ríos y los mares; la ansiedad ocasionada por la sed que los europeos no podían aplacar en territorios inhóspitos, donde tenían que beber aguas contaminadas.  Los olores y especialmente los malos olores, también son objeto de atención en este estudio.

Por otra parte, durante la Edad Media y en los primeros tiempos modernos, a la par de los postulados fundamentales insertos en los tratados hipocráticos-galénicos y de otros médicos prominentes, coexistieron otros saberes populares en un confuso trasfondo mágico – religioso y natural. 

En las posesiones del imperio español en América ocurrió otro tanto, y en consecuencia, fue el terreno propicio para los curanderos, yerberos, rezadores, ensalmadores, brujos y chamanes que campeaban a sus anchas, aunque el tribunal del Santo oficio o la Inquisición, persiguió y penalizó a algunos de éstos, sobre todo los africanos. 

Mientras tanto, durante el largo período hispano y hasta muy avanzado el siglo XIX, no abundaron los médicos, cirujanos y farmacéuticos.  A la vez, los hospitales, regentados por la iglesia católica, sobrevivieron a duras penas, dado el estado de permanente penuria de sus recursos económicos.

Fuentes bibliográficas y documentales

Esta investigación se apoyó en la consulta de una bibliografía especializada que, en parte, la tomamos de internet o la adquirimos directamente de España, México, Argentina, Uruguay, Colombia, Costa Rica, Puerto Rico y República Dominicana, sobre todo.  A la vez, indagamos en numerosos periódicos, revistas, folletos, memorias de las secretarías de Estado, informes de gobernadores y otros funcionarios públicos, códigos, leyes y una bibliografía variada que reposa en la Biblioteca Nacional de Panamá Ernesto J. Castillero R. y la Biblioteca Interamericana Simón Bolívar de la Universidad de Panamá, especialmente en las secciones de Hemeroteca y Colecciones Especiales.

Del mismo modo, consultamos algunas fuentes primarias y colecciones documentales que se encuentran en los Archivos Nacionales de Panamá, el Archivo Porras y la Biblioteca del Instituto del Canal de Panamá y Relaciones Internacionales, antigua Oficina de la Relaciones de Panamá con los Estados Unidos (O.R.P.E.).  Para ampliar mucho más la pesquisa heurística me trasladé a Bogotá, donde investigué en la Biblioteca Nacional de Colombia.

Distribución y contenido del primer y segundo tomos

De tres partes bien definidas consta el primer tomo que corresponde al extenso período que cubre desde el siglo XVI hasta inicios del XX.  En el preámbulo efectúo un balance sobre el legado hipocrático en la Grecia clásica y la medicina medieval, porque, sin duda, allí se encuentran las estructuras que caracterizaron a la época colonial y gran parte del siglo XIX en nuestro país. 

La segunda parte se refiere a los escenarios y la herencia colonial, es decir comprende desde la llegada de los europeos al Istmo de Panamá a principios del siglo XVI hasta el 28 de noviembre de 1821, fecha cuando culmina el dominio político del gobierno español en nuestro país, si bien insiste en que esto no constituye un límite en el ámbito de la medicina neohipocrática. 

La tercera parte se titula: Del Neohipocratismo a la transición hacia la medicina microbiana.  (Siglo XIX e inicios del XX).  Incluye lo relacionado con la Topografía y Geografía Médicas, los discursos médicos sobre el clima y las enfermedades, las supersticiones climáticas y astrales; las patologías miasmáticas, el medio ambiente y las normativas de Policía higiénicas y sanitarias, la viruela, el cólera y las llamadas “fiebres palúdicas” (Malaria) y el “vómito prieto” (Fiebre amarilla) entre otras, en Panamá; los hospitales en el siglo XIX, los mercados, mataderos y zahurdas, presidios y cárceles, los cementerios, el agua, el poder médico, la vacuna contra la viruela, las Juntas de Higiene y Sanidad, y la transición paulatina del neohipocratismo a la moderna medicina microbiara o bacteriana, entre otros aspectos.

Complementa esta investigación un voluminoso tomo de antología de documentos sobre el medio ambiente, la salud y la enfermedad, desde las visiones de los Cronistas de Indias, entre éstos: Pedro Mártir de Anglería, Gonzalo Fernando de Oviedo y Valdés, Pascual de Andagoya y Pedro Cieza de León, de inicios del siglo XVI, pasando por otra series de documentos de los siglos XVII, XVIII hasta inicios del siglo XX, expedidos pocos meses antes de la Independencia de Panamá de la República de Colombia, el 3 de noviembre de 1903.

Esbozo del contenido del tercer, cuarto y quinto tomos

Pendiente de redactar está un tercer tomo que corresponde al predominio de la medicina bajo la hegemonía de los Estados Unidos de América, establecida en la Convención del Canal Ístmico o Tratado Hay-Bunau Varilla, del 18 de noviembre de 1903 y consolidada en el Convenio Taft del 2 de diciembre del año siguiente. 

Tras analizar el poder hegemónico estadounidense, me ocupo del saber médico y el lento proceso de la nacionalización de la Medicina con la fundación del nuevo hospital Santo Tomás en 1924, la creación de la Escuela y después Facultad de Medicina, en la Universidad de Panamá (1951),  así como la Asociación Médica Nacional (1929) y la Academia Panameña de Medicina y Cirugía (1949), la expedición del Código Sanitario de 1947 y cuando, posteriormente, el acueducto y alcantarillados construidos por los Estados Unidos de América, pasaron a manos de la República de Panamá a mediados del Siglo XX por el Tratado de Mutuo Entendimiento y Cooperación, también conocido como Remón-Eisenhower.  Asimismo, me ocupo de la participación de la República de Panamá en las Convenciones Sanitarias Internacionales. 

También examino la situación existente en el mundo rural, especialmente en lo relacionado con las costumbres ancestrales, la educación, la vivienda, la higiene y sanidad, así como las enfermedades predominantes, principalmente la anemia tropical o uncinariasis, las bubas o pian, la malaria, la poliomielitis y otras. 

En tanto que en el ámbito urbano, son objeto de atención patologías sociales como la tuberculosis, la sífilis, y otras enfermedades venéreas, el alcoholismo, el tabaquismo y la adicción al opio y otras drogas alucinógenas, al igual que la prostitución.  Todas se atribuían a los grupos marginados y algunas se vinculaban con la concepción de la Eugenesia, a su vez, relacionadas con la discriminación racial imperante.  Sobre este tema recomiendo el libro: El Discurso Eugenésico en Panamá: Herencia, pobreza y raza. 1920-1960 de Patricia Pizzurno.

Otro tomo, el cuarto, de antología documental, que abarca desde inicios de la época republicana hasta mediados del siglo XX, servirá de complemento a esta investigación.  En el mismo se reproducirán discursos médicos, documentos estadísticos y otras piezas sobre distintos aspectos del desarrollo de la medicina en nuestro país.

Un quinto tomo se dedicará a reproducir los anuncios médicos y de medicamentos que se aparecen en los periódicos, revistas y otras publicaciones, en español e inglés, desde los comienzos de la “Fiebre del oro” en Panamá, es decir desde mediados del siglo XIX, hasta los años cincuenta de la siguiente centuria.

Por: Celestino Andrés Araúz M.