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Su dedicación a las letras, merece el reconocimiento de la Asociación Mundial de Escritores y Artistas del Orbe (AEADO), que le otorgará próximamente el Doctorado Honoris Causa (DHC)

Por: Mario García Hudson

El autor es investigador, encargado del Centro Audiovisual de la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero R.

Juan Antonio Gómez, nacido en David, Chiriquí, en 1956, ha transformado la creación literaria panameña en un ámbito donde convergen identidad, recuerdo y resistencia con una profunda humanidad.

En el corazón de Chiriquí, tierra en la que el viento arrulla relatos y el mar guarda secretos ancestrales, emerge una voz auténtica nutrida por ese paisaje: la de este escritor y profesor formado en la Universidad de Panamá. Su obra no solo se lee; también se siente, escucha y vive.

Su escritura —que abarca cuentos, novelas y ensayos— no es solo letras; es un tejido de narrativas invisibles, un terreno donde las pequeñas historias revelan la esencia genuina de Panamá. En relatos como El puente, “El escritor de ficciones” Del tiempo y la memoria”, campesinos, niños y ancianos no son personajes secundarios, sino el latido cotidiano y cercano de una nación, revelando la extraordinaria esencia de lo común.

Reconocido con premios nacionales como el César A. Candanedo (1996) y el Ramón H. Jurado (2006), Gómez aborda dilemas universales a través de personajes humanos y frágiles. 

En su obra Cuenta saldada” desnuda el conflicto del narrador consigo mismo, atrapado entre la rutina y la creación, mostrando el acto de relatar como búsqueda y entrega.

En La novela de Remón”, se adentra en el oscuro magnicidio de José Antonio Remón Cantera, entretejiendo hechos históricos y ficción con el respeto de quien sabe que el pasado merece ser rememorado con verdad y complejidad. Sus textos funcionan como puentes entre la conciencia individual, el legado colectivo y la necesidad de mantener viva la memoria.

En este empeño de forjar puentes y trascender en el tiempo, más que un escritor, es un cultivador de talentos y formador.

Desde las aulas universitarias hasta los grupos literarios como “El Gallo de Oro” y “Umbral”, ha nutrido a nuevas voces, sembrando amor por la literatura y compromiso con la memoria. No solo crea; también germina ideas y vocaciones.

Su valiosa labor, como artesano de palabras y guía generoso, es discreta; no busca aplausos, sino que abre caminos para que otros continúen el diálogo.

Lejos de la grandilocuencia, su estilo es un acto de restitución: sincero, sereno y profundo. Es una invitación a mirar con respeto lo cotidiano y a escuchar a quienes pocas veces son escuchados. En cada página, abre un espacio para que la identidad panameña se revele en su diversidad y riqueza. Para Juan Antonio, escribir es iniciar una conversación pendiente entre generaciones, clases sociales y memorias dispersas.

Lo conocí en 1990, en un momento difícil para el país, cuando aún estaban frescas las heridas de una cruenta e innecesaria invasión. En ese contexto incierto, apareció como una presencia lúcida y generosa: fue quien me introdujo al mundo de la escritura panameña.

Juan Antonio Gómez y Mario García Hudson

Hemos compartido tribunas nacionales e internacionales, donde juntos trazamos diálogos sobre la grandeza cultural de nuestra nación, una historia que no siempre solemos creer, pero que ambos defendemos con pasión y convicción.

No olvido algo que me dijo y que cual brújula me ha acompañado desde entonces: «Es importante descubrir para qué eres bueno narrando.»

Esa sencilla frase no solo señalaba técnica o estilo, sino propósito y autenticidad. Con Juan comprendí que crear no es imitar, sino hallar la voz propia. Desde entonces, entendí que la palabra también puede ser esencia, resistencia y refugio.

Su dedicación a las letras, hoy, merece el reconocimiento de la Asociación Mundial de Escritores y Artistas del Orbe (AEADO), que le otorgará próximamente el Doctorado Honoris Causa (DHC). 

El 11 de agosto de 2025, en la Biblioteca Nacional, ese recinto custodio de la memoria bibliográfica del país, se le hará entrega oficial de este merecido honor. Un homenaje justo a una vida entregada a la palabra, al pensamiento y a la siembra constante de conciencia y sensibilidad.

Si el quehacer literario de Panamá tuviera un rostro que reflejara ternura, dignidad y fuerza, llevaría el nombre y la palabra de Juan Antonio Gómez. En su obra habita la certeza de que contar historias es, ante todo, un acto de amor profundo, una semilla que germina en el recuerdo y florece en la esperanza.

Por: Mario García Hudson