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Un cumplimiento vacunal del 100% en la población adulta española podría tener un impacto profundo en la reducción de la morbilidad y mortalidad, así como en los costes económicos y sociales asociados a las enfermedades infecciosas, describe el informe La vacunación del adulto: causas y consecuencias de la infravacunación en España

Violeta Villar Liste con información del estudio La vacunación del adulto: causas y consecuencias de la infravacunación en España

La pandemia a causa de COVID-19 marcó un cambio de percepción con respecto a la vacunación. Adultos mayores, personas con comorbilidades o inmunocomprometidos, así como personal de salud y seguridad, fueron los primeros convocados a recibir la inmunización que ayudó a controlar la pandemia, bajar mortalidad y riesgo a causa de la infección.

Fue un claro recordatorio de la importancia de la vacunación que no tiene edad: en las diferentes etapas de la vida, la inmunización es necesaria.

Sin embargo, el “efecto COVID-19 no ha sido suficiente”: adultos y adultos mayores se vacunan menos. Creen que no lo necesitan o no reciben la recomendación del personal sanitario de ponerle el brazo a la vida.

Esta realidad lo corrobora un reciente estudio elaborado por expertos y que se presenta como documento de opinión, La vacunación del adulto: causas y consecuencias de la infravacunación en España.

Los resultados, y en particular las recomendaciones, aplicables a los distintos países del mundo, recoge la investigación de quince expertos en medicina preventiva, salud pública, vacunología, economía de la salud y atención al paciente, que incluye catedráticos universitarios, periodistas especializados, jefes de servicio de hospitales de referencia, profesionales sanitarios, vacunólogos y a la Plataforma de Organizaciones de Pacientes.

Con el apoyo de la Fundación de Ciencias de la Salud, el informe ha sido presentado en una jornada en la  Real Academia Nacional de Medicina Española que contó con las intervenciones de Emilio Bouza, patrono de la Fundación de Ciencias de la Salud y académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina Española; Ángel Gil de Miguel, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, y coautor del estudio y José Antonio Navarro-Alonso, pediatra, cofundador de la Asociación Española de Vacunología y consultor honorario de Inmunización del Ministerio de Sanidad y coautor del estudio.

De igual modo participaron los coautores, Esther Redondo, jefa de Unidad Técnica del Centro de Salud y Vacunación Internacional del Ayuntamiento de Madrid; Jaime Jesús Pérez, presidente  de la Asociación Española de Vacunología; Alejandro Cremades,jefe de sección de coordinación y promoción de la salud de la Dirección General de Salud Pública de la Comunidad Valenciana; María Pilar Arrazola, jefe de Servicio de Medicina Preventiva del Hospital 12 de Octubre (Madrid) y profesora asociada de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense y Nieves Sebastián, jefa de Sección en iSanidad.

De izquierda a derecha: Alejandro Cremades, Nieves Sebastián, Ángel Gil de Miguel, Emilio Bouza, Diego García, Esther Redondo, José Antonio Navarro,María del Pilar Arrazola, Jaime Jesús Pérez y Elena Martínez de Palancar

De manera resumida, el documento expone que “a pesar de los avances en los calendarios vacunales para adultos, las tasas de vacunación en esta población siguen siendo subóptimas en España”.

Identifican más de 10 millones de personas mayores de 65 años como población diana, además de adultos con enfermedades crónicas.

Sin embargo, las coberturas son insuficientes, con grandes disparidades entre vacunas, comunidades autónomas y grupos de riesgo, advierten.

Las razones del “gap vacunal” incluyen falta de formación de profesionales sanitarios, barreras organizativas, desinformación, baja percepción de riesgo por parte de la población, dificultades de acceso y escaso compromiso institucional.

Esta situación conlleva importantes riesgos sanitarios, sociales y económicos, aumentando la morbi mortalidad y los costes evitables para el sistema, destacan los y las autoras.

Destacan que la vacunación universal en adultos reduciría significativamente los impactos en salud.

Al respecto, “el documento propone soluciones estructuradas: formación específica, estrategias multicomponente, registros únicos, campañas informativas efectivas, accesibilidad ampliada e integración de la vacunación en todos los niveles asistenciales. Se destaca también el papel esencial de los profesionales sanitarios, las asociaciones de pacientes y los medios de comunicación en la mejora de las coberturas vacunales”.

El mapa de la vacunación adulta en España

“La primera vacuna que se recomendó para adultos en España fue la antigripal hacia el año 1990, seguida de la antitetánica en el año 1996, aunque no fue hasta 2004 cuando se publicó un documento avalado por la Comisión de Salud Pública que contemplaba la recomendación de vacunación frente a otras enfermedades inmunoprevenibles como difteria, enfermedad neumocócica, vacunas para inmunodeficiencias, para el medio laboral y para el viajero, todas ellas financiadas por el Sistema Nacional de Salud”.

En el informe, se describe que “entre los años 2009 y 2024 se han actualizado periódicamente las recomendaciones de vacunación en el adulto, incluyendo grupos en especial riesgo” y se contempla la introducción de nuevas vacunas.

El calendario de vacunación e inmunización del Sistema Nacional de Salud (SNS) “recomienda la vacunación a lo largo de toda la vida y en concreto a los mayores de 65 años de edad, lo que supone que casi 10 millones de habitantes” en Españadeberían recibir vacunas frente a gripe, COVID-19, neumococo, herpes zoster o tétanos-difteria y las que se incorporen en el futuro.

Incluso, personas adultas entre 18 y 64 años de edad con enfermedades crónicas, deben vacunarse por tener factores de riesgo para algunas infecciones.

Los datos de coberturas vacunales en adultos en España son escasos y centrados en gripe y COVID-19.

“La cobertura de vacuna antigripal aumentó durante la pandemia, aunque no alcanzó el objetivo marcado del 75%. En los dos últimos años se ha observado un descenso de casi un tres por ciento de cobertura. El resto de datos existentes sobre la vacunación frente a neumococo, herpes zoster y grupos de riesgo son en general parciales y preocupantes puesto que la tónica general apunta a unas coberturas de alrededor del 50%. Los datos son mejores a mayor edad incluso en los pacientes de riesgo”.

En relación con la inversión en prevención dentro del Sistema Nacional de Salud (SNS), el documento expone que “es una proporción relativamente pequeña en comparación con el gasto total sanitario, a pesar de su reconocida eficacia, equidad y eficiencia a largo plazo”. Según los datos más recientes del Ministerio de Sanidad y OCDE (2023), el gasto sanitario total en España representa aproximadamente el 10,2% del PIB nacional considerando la parte pública y privada.

El porcentaje destinado a  prevención y salud pública representa alrededor del 1,5% al 2% del total del gasto sanitario, mientras en el ámbito europeo, el promedio de inversión en prevención se sitúa en torno al 2,8% del gasto sanitario total, según datos del informe “Health at a Glance: Europe” de la OCDE y la Comisión Europea, lo que sitúa a España por debajo de la media de los países de su entorno.

Las asociaciones de pacientes, por su parte, “valoran la vacunación como un pilar fundamental de salud pública. Sin embargo, denuncian una infra-vacunación en adultos por causas como la falta de cultura vacunal, inequidad territorial, escasa formación y acceso limitado, además de la ausencia de estratificación del riesgo, problemas logísticos, desinformación y falta de campañas eficaces”.

¿Por qué no se vacunan?

El estudio describe varias razones por las cuales las personas adultas y adultas mayores no se vacunan.

Por un lado, en el caso del profesional sanitario, quien debe ofrecer la recomendación, hay falta de formación específica en vacunas en los planes formativos de la carrera de medicina y de otras carreras sanitarias” y déficit de cultura vacunal en la formación continuada de los médicos de adultos.

En el caso de la Administración, destacan la ausencia de un registro vacunal único, “lo que dificulta mucho la labor del profesional para corregir/cumplimentar el calendario vacunal del adulto, falta de oferta de cursos de comunicación eficaz en vacunas y en la aproximación a la reticencia vacunal y carencias presupuestarias para la adquisición y oferta de algunas vacunas”.

Otras dificultades se asocian a falta de recursos humanos y técnicos aplicados a este problema, carencias en las estrategias para combatir bulos y falsas noticias,ausencia de unas visitas programadas similares a las del niño sano para cumplimentar vacunas de calendario adulto. Ejemplo, una a los 60-65 años y otra a los 75.

En el caso de las personas diana, es decir, quienes deben recibir las vacunas, ocurre que hay  ausencia de percepción de riesgo de la enfermedad inmunoprevenible, sobrevaloración de los potenciales efectos secundarios de las vacunas, desinformación que circula en redes sociales y de creciente peso y problemas económicos cuando se trata de adquirir vacunas no financiadas.

¿Cuáles son los riesgos reales o potenciales de la no vacunación del adulto?

“La no vacunación en adultos implica riesgos reales y potenciales, tanto a nivel individual como colectivo, además de generar consecuencias económicas y sociales considerables. A nivel individual, el principal riesgo que tienen los adultos si no se vacunan es la adquisición de enfermedades inmunoprevenibles.

Además, algunas infecciones que pueden parecer inofensivas en la niñez, como la varicela, tienden a ser más graves en la edad adulta”.

La vacunación de adultos, recuerdan, no solo protege al individuo, sino que también es un componente fundamental para lograr la inmunidad colectiva o de grupo.

“Cuando una proporción significativa de la población está vacunada, disminuye la circulación de los microorganismos, protegiendo así a poblaciones vulnerables que no pueden vacunarse por razones médicas como personas inmunodeprimidas, alérgicas a componentes de las vacunas o a lactantes que aún no han completado su esquema de vacunación”.

Los autores indican que “la  infra-vacunación en adultos puede favorecer la reaparición de enfermedades que estaban controladas o casi erradicadas. Por ejemplo, en los últimos años se han documentado brotes de sarampión en países desarrollados donde la cobertura vacunal ha disminuido”.

De igual modo, las enfermedades prevenibles por vacunación generan costes asociados al tratamiento médico, hospitalizaciones, pérdida de productividad laboral y absentismo.

“La pandemia de COVID-19 demostró de manera contundente los riesgos de no vacunarse. Las personas no vacunadas presentaron tasas mucho más altas de hospitalización y muerte por COVID-19 en comparación con las vacunadas”.

Un cumplimiento vacunal del 100% en la población adulta española podría tener un impacto muy importante en la disminución de la morbilidad, mortalidad y gastos sociales, afirman.

¿Cómo mejorar las coberturas de población adulta?

Los autores resumen que ”la mejora de las coberturas de vacunación en población adulta requiere un abordaje integral basado en estrategias multicomponente y que tengan en cuenta las características de los grupos de población a las que van dirigidas. Deben apoyarse en la colaboración de distintos agentes de salud y pueden clasificarse en aquellas dirigidas a: los profesionales, la población, y las instituciones sanitarias, que faciliten la accesibilidad tanto a la información como a las vacunas”.

Esta responsabilidad compartida significa que cada quien asuma su papel.

Del lado del profesional sanitario, entender que su recomendación es el principal factor para lograr que la población adulta se vacune y es “especialmente efectiva cuando existe una buena relación de confianza en los profesionales y también en las instituciones”.

“Dado que la recomendación por parte del profesional se identifica como uno de los principales motivos para que las personas se vacunen, serán las estrategias dirigidas a facilitar una actitud proactiva por parte del profesional las que, potencialmente, puedan lograr un mayor impacto a corto plazo. Reforzar el trabajo en equipo, así como el mensaje común entre los distintos profesionales del mismo, será un requisito fundamental para evitar generar dudas en los pacientes”.

Las principales estrategias dirigidas a la población se basan en la oportunidad: la asistencia a consulta, curas, atención en el  domicilio, cartas, mensajes de texto o llamadas telefónicas, son herramientas para acercar a la población a las vacunas de manera efectiva.

Otras estrategias cercanas consisten en ofrecer la información en los centros de salud e incluso con las farmacias, asociaciones de pacientes y mayores.

Un trabajo colaborativo e interdisciplinario es la mejor estrategia para que las vacunas lleguen y este acto individual se convierta en una estrategia de salud colectiva por mejores vidas.

Violeta Villar Liste con información del estudio La vacunación del adulto: causas y consecuencias de la infravacunación en España