fbpx
Pixabay

Por: María Mercedes Armas (psicóloga)

La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
[email protected]

Venimos conversando sobre el papel de las emociones en la procrastinación. Entre las emociones vinculadas con más frecuencia encontramos:

  • Ansiedad por la falta de autocontrol en su vida.
  • Miedos de diversa índole como: miedo al fracaso, miedo a perderse de otras actividades y quedar aislado, miedo a no llenar las expectativas de los demás, a ser juzgado  y a ser desaprobado socialmente; miedo al éxito porque elevará el nivel de expectativas tanto propias como de los demás, miedo a mostrarse, a destacarse, y a las implicaciones de su éxito.
  • Vergüenza asociada al temor a fracasar, a tener una exposición pública deficiente. Culpa por no cumplir las responsabilidades, por defraudar a los demás. Arrepentimiento por no haber aprovechado el tiempo o las oportunidades. Aburrimiento por hacer tareas que ya no se desea hacer y por repetir constantemente el círculo vicioso.
  • Frustración por no lograr lo planeado.
  • Ira, generada por  la misma frustración, pero volcada hacia los demás. Venganza. Utilizando el postergar los compromisos como una forma de venganza hacia los demás, el equipo de trabajo o las figuras de autoridad o «demostrar» el poder que tiene al retrasar un trabajo.

Revisando las diversas recomendaciones y estrategias para superar la tendencia crónica a posponer, hago por aquí un pequeño recuento:

  • Las que plantean avanzar aunque sea un paso.
  • Las que recomiendan establecer  rutinas y hábitos.
  • Las que se enfocan en la toma de decisiones.
  • Las que le dan énfasis a la gestión del tiempo.
  • Las que le dan énfasis a la gestión de las emociones.
  • Las que se enfocan en el uso de la energía a lo largo del día.
  • Las que proponen dividir el trabajo en pequeñas tareas.

No hay una receta única. Pienso que cada persona puede diseñar, preferiblemente con apoyo profesional, una dinámica que abarque algunos de estos aspectos, e ir probando que le resulta mejor en su situación particular.

Mi enfoque va centrado en las emociones y, desde allí, ir movilizando las acciones e incorporar las estrategias más efectivas.

Recomiendo utilizar prácticas alternas como la relajación, la visualización, la meditación, la actividad física o recreativa que sea de su agrado, para fortalecer el aspecto energético positivamente y reducir los niveles de ansiedad. 

Aunque a veces las personas piensan ¿Cómo voy a relajarme con tantas tareas pendientes? Sin embargo los resultados son positivos. Otra de las ventajas de este tipo de actividades es que nos ayuda a centrarnos en el momento presente. 

En esa lucha interna de querer hacer algo y a la vez no, participan dos elementos de nuestro cerebro: el sistema ejecutivo que nos impulsa a realizar la tarea hasta concluirla y el sistema límbico que activa el circuito del placer y nos impulsa a buscar el escape hacia el placer a corto plazo; aunque luego aparecen las facturas del malestar por no haber cumplido el objetivo.

El autocontrol entra en el juego con un papel fundamental, ya que nos permite posponer el placer inmediato para continuar con las tareas hasta concluirlas y podemos entrenarnos para para ello, reaccionando de manera diferente ante las tareas por asumir.

Es importante el aspecto reflexivo a nivel interno, como dije, sincerarnos con lo que queremos y, si realmente lo queremos, sembrar en nosotros el placer de lograr concluir, de obtener «pequeñas victorias» en el camino de avance que vamos diseñando para hacer que funcione.

Lo que me funciona a mí no es igual a lo que te funciona a ti, porque para cada persona tiene un significado diferente. Tiene que ver con ir cambiando las equivalencias de lo que hacemos. Hacer una tarea puede resultar o fastidio o un reto; puede significar un pesado deber o un camino placentero, en el cual puedo ir anticipando la sensación de logro y éxito. Si lo vivimos como un deber, estamos enfocados hacia afuera.

La motivación tiene que ser interna para que funcione. Aunque el trabajo que realice sea para «otro», va a depender de cómo me vinculo con ello.

¿Qué es lo que más disfruto de esta tarea?

¿Cómo me voy a sentir cuando lo termine?

¿Me celebro a mí mismo?

Se trata de experimentar, probar y evaluar resultados. Inventa tu estrategia, combina, prueba y haz que funcione para ti, porque solo tú puedes lograrlo.

Por: María Mercedes Armas (psicóloga)