fbpx
APANAC nació en 1985 gracias a la visión de un grupo de investigadores panameños cuyo legado trasciende

Por: Dr. Miguel Ángel Esbrí

El autor es docente e investigador de la Universidad de Panamá, SNI. Este artículo fue publicado de manera original en el diario La Prensa de Panamá, sección Opinión.

Este miércoles 27 de agosto se celebra la cena de gala del 40 aniversario de la Asociación Panameña para el Avance de la Ciencia (APANAC), nuestra versión local de las academias científicas que existen en muchos países.

Quizás la mayoría de los lectores no la conozcan; sin embargo, sin saberlo, ya se benefician de su trabajo. Es como la vacuna contra la influenza: no siempre recordamos el nombre de quien la descubrió, pero cada año nos protege y agradecemos a sus creadores.

APANAC nació en 1985 gracias a la visión de un grupo de investigadores panameños: el farmacéutico Dr. Ceferino Sánchez (exrector de la Universidad de Panamá), el cirujano dentista Dr. Rodrigo Eisenmann, el químico Dr. Mahabir Gupta, la jurista y magistrada Aura Emérita Guerra, el ingeniero Eduardo Briceño (primer vicerrector de investigación de la UTP) y la Dra. Rosa C. de Britton, entre otros.

A ellos se sumaron después más científicos, varios de los cuales fueron ministros o rectores. Con la idea de fortalecer la ciencia en Panamá, impulsaron la creación de APANAC y sembraron la semilla de instituciones que hoy consideramos indispensables: la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología (hoy SENACYT), el Sistema Nacional de Investigación y los programas de becas de posgrado para panameños.


Su aporte fue conectar el incipiente sistema científico panameño con el mundo: invitaron a investigadores extranjeros, abrieron las puertas para que panameños estudiaran en centros de excelencia y trajeran ese conocimiento al país.

Así lograron que Panamá no quedara aislada de la comunidad científica internacional. Desde entonces, APANAC ha organizado más de veinte congresos de ciencia y tecnología, con miles de asistentes.


Los resultados son palpables. Gracias a esa visión, miles de panameños se formaron en universidades nacionales y extranjeras. De ahí salieron médicos, biólogos, ingenieros, historiadores, jueces y maestros que hoy sostienen nuestro sistema de salud, administran el Canal de Panamá, construyen puentes, operan el metro, mantienen aviones y dirigen instituciones públicas.

Algunos fundadores aún viven, como el Dr. Eduardo Briceño y el Dr. Ceferino Sánchez; otros, como el Dr. Gaspar García de Paredes y la Dra. Aura Emérita Guerra, ya partieron. Todos dejaron huella.


No eran figuras de titulares ni buscaban cámaras. Obtuvo cada uno sus doctorados en el extranjero, pudieron quedarse allá, pero regresaron a Panamá para enseñar e investigar. Esa decisión silenciosa cambió nuestro futuro.


Hoy, a los 40 años de su fundación, nuevas generaciones toman el relevo: el Dr. José Fábrega de la UTP, el Dr. Ariel Magallón del Instituto Gorgas, el entomólogo Bruno Zachrisson del IDIAP y la matemática Dra. Luisa Morales de la Universidad de Panamá, entre muchos otros.

Acto de lanzamiento del Congreso Apanac 2025 Foto: Archivo

Su trabajo es como el del amigo invisible: no siempre lo vemos, pero está presente en nuestra vida cotidiana. Mientras el país duerme, ellos investigan hasta altas horas de la madrugada, abriendo caminos en beneficio de todos.


La ciencia panameña ha recorrido cuatro décadas gracias a la visión y sacrificio de personas que creyeron en el país. Si hoy aspiramos a innovar en salud, tecnología, ambiente o industria, es porque alguien antes sembró esas semillas.

El mejor homenaje en este 40 aniversario es reconocer a quienes hicieron posible que la ciencia en Panamá sea hoy un patrimonio de todos.

Por: Dr. Miguel Ángel Esbrí