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Cuando aseguramos los derechos de las personas con discapacidad, nos acercamos más al cumplimiento de la promesa esencial de la Agenda 2030: no dejar a nadie atrás.

António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas

Marissa Martínez tiene una frase determinante: “A veces nos enfrentamos a obstáculos, pero lo importante es la persistencia”.

Actual secretaria de Recursos y Finanzas de la Unión Latinoamericana de Ciegos (ULAC) por Panamá, cuenta que es en el año 1991 cuando se inscribe en la Unión Nacional de Ciegos de Panamá (UNCP), por el interés de conectarse con personas con una discapacidad similar a la suya.

Al principio reconoce que por su juventud estaba más interesada en los “estudios y disfrutar la vida”, pero involucrarse en el trabajo de la UNCP le permitió concluir cuán importante es unir fuerzas para alcanzar objetivos, porque en solitario siempre es más difícil, y a veces, imposible llegar.

La historia de Marissa Martínez como parte de la trayectoria del movimiento asociativo de personas ciegas en la región, fue expuesto en su voz, y otras voces, a propósito de las sesiones de capacitación del programa Jóvenes con talento (Youth FOAL/ULAC), que desarrollan en Panamá los monitores Estefanía Cubillos y Wilfredo Reyes, iniciativa de ULAC con el apoyo de la Fundación ONCE para América Latina.

Tiene, entre otros objetivos, “valorar las dotes de liderazgo de los participante” y favorecer “la progresiva incorporación al movimiento a jóvenes que puedan asumir en un futuro el liderazgo en sus respectivas organizaciones”.

Revisar las claves del movimiento asociativo es pertinente a propósito de la conmemoración, mañana, 3 de diciembre, del Día Internacional de las Personas con Discapacidad.

Esta fecha fue declarada en 1992 por la Asamblea General de las Naciones Unidas y, en 2020, promueven el tema de la participación y el liderazgo de las personas con discapacidad, como parte de la Agenda de Desarrollo 2030.

En general, “se centra en el empoderamiento de las personas con discapacidad para un desarrollo inclusivo, equitativo y sostenible”.

¿Qué es el movimiento asociativo?

Marissa Martínez reflexiona, en función de los aportes conceptuales de otros autores, que “el movimiento asociativo, la unión de personas, es la única herramienta, la única fuerza capaz de cambiar el mundo”.

En el caso de la región, que de manera geográfica alcanza desde México, en América del Norte, hasta Argentina y Chile, “se calculan entre 4 y 5 millones de personas ciegas o con baja visión”.

Comenta que la “introducción del sistema braille y por ende, la aparición de las primeras escuelas en cada país, «fue el punto de origen del movimiento asociativo al generar en las personas la inquietud “de mejorar su propia calidad de vida”.

“Sabían también que para lograrlo, el único camino posible era ejercer el derecho a organizarse y constituir asociaciones que les brindaran el marco adecuado para proyectarse”.

El braille, en América Latina, se introduce en el año 1854 en Brasil, gracias a José Alvares de Azevedo, quien era ciego y comienza la labor de enseñar en este sistema en el Instituto Imperial de Niños Ciegos.

En Panamá la historia se comienza a contar en 1939, gracias a Andrés Cristóbal Toro, panameño, con discapacidad visual, a quien se le debe la noble tarea de enseñar el sistema braille en el país, en la Escuelas para Ciegos.

En la región, la secretaria de Recursos y Finanzas de la ULAC, detalla otros países y pasos de avanzada en este camino de la instrucción y la asociación:

Argentina:

  • Introducción del sistema braille: 1887.
  • Creación del Instituto Nacional de Ciegos: 1908.
  • Creación de «La Fraternal»: 1916.

Cuba:

  • Introducción del sistema braille: 1878.
  • Creación de la escuela: 1921.
  • Creación de la Asociación de Ciegos: 1933.

Guatemala:

  • Introducción del sistema braille: 1942.
  • Creación de la escuela: 1942.
  • Creación de la Asociación Central de Ciegos: 1945.

De la fragmentación a la unión

Reconoce que el camino hacia la asociación se tropezó con los enfrentamientos entre las organizaciones y la realidad de “tiempos y ritmos diferentes”.

Sin embargo, el sentido de unidad se impuso.

En 1954 se desarrolla la primera Conferencia Interamericana de Ciegos. (Brasil). En el encuentro, se analizó la necesidad de crear un organismo regional que agrupara a las organizaciones.

Es en 1985 cuando en Mar del Plata (Argentina), en noviembre de ese año, surgió la Unión Latinoamericana de Ciegos (ULAC) “como manifestación concreta de la necesidad de unidad”.

Está integrada por 19 países y reúne a sus distintas organizaciones de personas ciegas.

Marissa Martínez subraya que ULAC es la voz de las personas ciegas en la región y su papel resulta determinante para incidir en los Estados cuando se trata de hacer valer los derechos de las personas con discapacidad.

De manera global, funciona la Unión Mundial de Ciegos (UMC). Representa “a los cerca de 253 millones de personas en todo el  mundo que son ciegas o deficientes visuales” y reúne a las organizaciones locales y regionales con actividad en 190 países.

Panamá tiene su representación en la UMC con la afiliación de la Unión Nacional de Ciegos.

¿Cuál fue el camino en Panamá?

Como ya se contó, la introducción del sistema braille en Panamá, en 1939, por Andrés Cristóbal Toro, fue una luz en la vida de las personas con discapacidad visual y una oportunidad de aprendizaje.

En 1962 se crea la Unión Nacional de Ciegos de Panamá (UNCP), como una manera de “erradicar la mendicidad y ante la ausencia de un servicio para los adultos ciegos”.

Fue el germen del movimiento asociativo en Panamá.

Otras fechas fundamentales son las siguientes:

1984. Se crea la Asociación de Estudiantes y Egresados Ciegos Universitarios de Panamá.

1987. Fundación de la Asociación Nacional de Deportes para Ciegos en Panamá.

Después del año 2000, se constituyen la Asociación de Ciegos de Alanje, la Asociación de Ciegos de Azuero y la Fundación de Ciegos Veragüenses.

Marissa Martínez conoce de primera mano este proceso. En 1991 se inscribe en UNCP y se involucra en las diferentes organizaciones, llamadas a generar oportunidades para las personas con discapacidad visual.

Su incursión en el Patronato Luz del Ciego también la pone en contacto con nuevas oportunidades y es en 1996 cuando se involucra en el trabajo de la ULAC, punto de partida de un trabajo prolongado a favor de la inclusión y la equidad.

Durante el encuentro con los jóvenes a propósito del programa Youth FOAL/ULAC, resaltó que la evolución y consolidación del movimiento asociativo, implica una gran disciplina, “pensar en los que tienen menos oportunidades” y entender que si bien el camino no es fácil, es preciso no olvidar el objetivo común.

De igual modo los exhortó a involucrarse porque “ustedes pueden ayudar a hacer el cambio”.

Aclaró que la discapacidad no es una excusa.

“Debemos tener claro qué queremos, porque así como yo tengo ese ideal, pueden existir más personas con la misma inquietud. Y si hay más personas  impulsando, seremos una fuerza”.

Elodia Muñoz, quien fue la primera presidenta de la Unión Nacional de Ciegos de Panamá (UNCP),  exhortó al liderazgo joven a tener claros los retos y desafíos en procura del bienestar colectivo.

Hernán Santizo, como figura clave del movimiento asociativo en Panamá, se sumó al llamado. “Santizo, con sus ideales y con su activismo nos deja grandes lecciones y aun hoy está activo”, subrayó Martínez, quien presentó un video con estas voces protagónicas del movimiento asociativo en Panamá.

César Vega, quien también ocupó la presidencia y la secretaría de la UNCP, los convocó a esta lucha que cada vez se hace más necesaria porque nunca como ahora, juntos somos más.

Violeta Villar Liste
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