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Por: Hisvet Fernández

Hisvet Fernández es psicóloga social, feminista, activista de los DDHH de las Mujeres y los Derechos Sexuales y Reproductivos, directora del Centro de Capacitación para la Vida (Cecavid). Integrante de la Alianza Salud Para Todas. Coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, núcleo Lara. 
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@psicohisvetfernandez

“Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son interrelacionados, interdependientes e indivisibles” ONU

Cualquier otra condición, se refiere también a las personas con Discapacidades de todos los tipos, inclusive quienes padecen Enfermedades Raras (ER) y Desconocidas, para la mayoría de las personas, el personal de salud y también los Estados y sus Instituciones.

El desconocimiento, de estas ER y las discapacidades asociadas a estas, no justifica el maltrato, abandono e incluso la discriminación, rechazo y desprecio, que, por lo general, reciben estas personas. Y aquí pesa mucho la interseccionalidad en la perspectiva de los derechos humanos, ya que cuando se unen condiciones como ser migrante, mujer, pobre y padecer ER, esta combinación se convierte en una situación insostenible e inhumana.

En esta época de crisis económica mundial se producen grandes migraciones de personas en busca de mejores condiciones de vida.

Venezuela es una de las naciones que ha tenido una de las más altas migraciones en los últimos años, por la profunda crisis humanitaria compleja que padece.

La población venezolana esta hoy regada por todo el planeta. Y en cada lugar donde se concentran poblaciones de migrantes surgen organizaciones sociales para socorrer, apoyar y sostener a estas personas en sus necesidades más perentorias.

Ahora bien, si bien estas organizaciones están motivadas en su origen por el deseo solidario y/o sororo, de quienes las fundan, para ayudar a sus compatriotas, no menos cierto que la perspectiva con la que se trabaje determinará, en muchos sentidos, sus labores de acción social.

Cuando la acción está orientada desde la perspectiva de los derechos humanos, la intervención en lo social, se basa en la comprensión y explicación de los problemas que padecen las personas, como problemas de carácter social.  

Esta concepción dirigirá las acciones sociales hacia una articulación necesaria con las instituciones del Estado, como garante del ejercicio pleno de los derechos humanos de todas las personas, sin discriminación de ningún tipo.

Esta visión en su práctica social tiene la virtud de dar contención a los derechos sociales y enriquecerlos, ya que al intercambiar experiencias con las múltiples y variadas necesidades de las poblaciones migrantes, sus activistas le aportan contenidos nuevos a las definiciones de derechos humanos y mejores perspectivas en las gestiones para su ejercicio.

Aprenden la complejidad de las necesidades humanas para ampliar sus intervenciones sociales, haciéndolas más complejas y completas al reconocer las diferentes expresiones de los problemas en las diferentes personas y no ven a las personas como simples beneficiarios/as de sus servicios.

Superando así la visión de “asistir a las personas y ayudarles con dádivas” para pasar a verles como titulares plenos de derechos, cuya garantía es responsabilidad del Estado. Mejorando la relación entre las personas con quienes trabajan y las instituciones del Estado, en el país en que desarrollen su accionar social.

Sus compatriotas ya no serán seres a quienes se les presta “ayuda” y sus acciones sociales serán asumidas como de activistas que trabajan en la procura de la realización de una vida digna para sujetos plenos de derecho.

La visión de salvador o salvadora se identifica con personas con un deseo de ser necesitadas como “salvadoras”, que les gusta ser indispensables, porque su autoestima está vinculada a la cantidad de “favores” que realizan y sus ayudas son una manera de ocultar su deseo de control. Las mueve la lástima y siempre buscan un agradecimiento que raya con la sumisión.

Esta visión debe ser sustituida en las organizaciones sociales para migrantes, por la visión de perspectiva de derechos humanos, que permite amar y apoyar a otras personas sin querer dirigirlas y poder verles como personas con necesidades y plenos derechos.  

El enfoque de derechos plantea que las organizaciones sociales, al saber lo que el Estado debe hacer en relación a la realización plena de los derechos para todas las personas que viven en su territorio, se convierten en agentes de estas realizaciones. Mejorando sus relaciones con sus compatriotas.

Por: Hisvet Fernández