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Lic. Ángela Tello

Un hábito tan saludable como el desayuno, hoy por hoy ha dejado de ser una comida imprescindible para mucha gente.

Con la nueva tendencia del ayuno intermitente, que afecta a varias comidas del día y entre ellas al desayuno, muchos son los que se han apuntado a esta moda con el objetivo de perder esos kilos de más.

Pero, ¿realmente estas prácticas son tan favorables para la salud?, ¿el desayuno es tan necesario como siempre se ha dicho?, ¿si queremos perder peso es mejor ayunar o desayunar?

Para intentar esclarecer estas dudas, hablemos en primer lugar de la importancia del desayuno y en segundo lugar del ayuno intermitente.

El desayuno: ¿La comida más importante del día?

Durante la noche el cuerpo utiliza gran parte de las reservas de energía para crecer y repararse; por consiguiente, es bastante probable que después de siete u ocho horas de ayuno sea necesario un buen chute energético para reponer los depósitos de energía.

Siempre se ha dicho que el desayuno es la comida más importante del día, obviamente esta debe ser de buena calidad. La bollería industrial, los azúcares refinados y el exceso de grasas saturadas, no son el ejemplo más apropiado de comida saludable que el organismo necesita a primera hora de la mañana.

El desayuno es una comida con efectos muy positivos para el organismo; mejora la función cognitiva, el rendimiento laboral, la memoria, el estado de ánimo, se restauran los niveles de glucosa y reduce el estrés del ayuno.

Con respecto a este último punto, es interesante saber que cuando disminuyen los niveles de glucosa en sangre debido al ayuno prolongado,  aumentan los niveles de varias hormonas del estrés, entre ellas el cortisol. Este es el primer elemento a tener en cuenta a la hora de plantearse si desayunar o ayunar. Hablaremos más adelante sobre esto.

Quizás las personas no sean muy conscientes de este tipo de estrés, pero la irritabilidad, el mal humor o incluso el decaimiento matutino y el estado de ánimo bajo son los efectos de dicha hormona.

En el fondo, todavía dependemos mucho de nuestra herencia animal, lo cual hace que la respuesta ante un estímulo como el ayuno traerá consecuencias que deberíamos sopesar antes de plantearnos dejar de comer.

Otro factor que cabría valorar es que cuando el organismo no recibe el combustible esperado entra fácilmente en estado de alerta. Esto tiene que ver con el instinto de supervivencia. Ante la escasez de comida durante horas, cuando se rompe con el ayuno, la tendencia del organismo es acumular el máximo de calorías en la primera comida que se haga.

La forma ideal de acumulación es en forma de depósitos de grasa. Por esta razón es bastante común que quien acostumbra a no desayunar tenga problemas de sobrepeso.

Por otra parte, existen varios estudios que constatan que las personas que no desayunan tienen mayor probabilidad de desarrollar arteriosclerosis y a largo plazo enfermedades cardiovasculares. El razonamiento viene a continuación.

Vamos a hacer un paréntesis para explicar el principio de las dietas cetónicas que es el mismo principio del ayuno intermitente.

El objetivo de las restricciones alimentarias es obligar al cuerpo a consumir grasa como fuente de energía. Se supone que de esta manera se irá perdiendo masa grasa.

Para que los ácidos grasos puedan ser utilizados como fuente de energía tienen que llegar hasta los órganos diana. Dichas grasas son liberadas desde los depósitos de grasa al  torrente sanguíneo en forma de ácidos grasos y glicerol.

El hígado y los músculos utilizan ácidos grasos como fuente de energía, pero el cerebro no puede consumirlos, por tanto, el hígado se encarga de transformar esos ácidos grasos en cuerpos cetónicos para que puedan ser aprovechados por dicho órgano. 

El hándicap empieza cuando los ácidos grasos se movilizan al torrente sanguíneo para ser usados o ser transformados en cuerpos cetónicos en el hígado.

La probabilidad de que dichos ácidos grasos se queden adheridos en las paredes vasculares es alta. De ahí que las personas que acostumbran a saltarse el desayuno  tienen más posibilidad de desarrollar arteriosclerosis, hipertensión y accidentes cerebrovasculares.

Por último, como punto a favor del desayuno, se ha observado que la gente que no desayuna y pasa varias horas sin ingerir nada, al volver a comer, los picos de glucosa en sangre son más altos que los que se producen en personas que desayunan al levantarse.

El efecto del incremento brusco de glucosa en sangre se traduce en acumulación de grasa en el tejido adiposo. 

Como conclusión de este apartado se puede decir que son muchos los factores que están a favor del desayuno, obviamente, este deber ser de calidad.

Como sugerencia, en mi libro “Todo lo que no te han contado sobre la alimentación saludable” (Editorial Editatum), se proponen distintas opciones de desayunos saludables que incluyen fruta, fibra, proteínas, carbohidratos y grasas saludables.

Además, se exponen los errores típicos en los que se puede caer durante esta comida tan importante.

En la próxima entrega hablaremos sobre el ayuno intermitente a partir de la pregunta, ¿el ayuno es tan saludable como se dice?

Lic. Ángela Tello

Ángela Tello nació en San Agustín (Colombia). En 2003 se trasladó a Madrid donde cursó sus estudios en la Universidad Autónoma de Madrid. Es diplomada en Nutrición Humana y Dietética con un Master en Nutrición Clínica por la Universidad de Granada. Ha realizado diferentes estudios en “Nutrición, Genética y Enfermedad”, “Menopausia y Nutrición” y “Coach Nutricional”.  En la actualidad desarrolla su actividad profesional como coach de Nutrición, conferenciante y comunicadora. Algunas cadenas de radio y televisión como Telecinco, Cadena Cope, Sony Entertainment Televisión o Cadena Dial, han contado con ella como coach en sus programas.  Experta en alimentación saludable publica artículos en revistas especializadas, algunas de ellas de gran tirada como Verdemente, La Gaceta de los negocios o Wapa Magazine.