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La crisis del coronavirus ha colocado a la ciencia en el sitial protagónico que se merece.

De igual modo, cada vez más, gobiernos y organismos comienzan a entender que los científicos y las científicas tienen una voz que debe ser escuchada, más allá de la práctica del laboratorio.

Este doble rol también lo han asumido los hombres y las mujeres de la ciencia y explica el sentido del evento virtual, Ciencia e incidencia para el desarrollo: El rol de científicas y científicos en la política pública.

Fue organizado el reciente 10 de noviembre, a propósito del Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, por la oficina multipaís de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en San José.

De igual modo contó con el apoyo del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), de la Red Internacional de Asesoramiento Científico Gubernamental (INGSA Latinoamérica), así como de la Organización para las Mujeres en Ciencia para el Mundo en Desarrollo (OWSD, por sus siglas en inglés).

El diálogo permitió conocer, en particular la perspectiva de Centroamérica de cómo sus investigadores aportan al desarrollo de sus países y las habilidades necesarias “para desempeñarse en la interfaz ciencia-política”.

Mirada a la región

Ivonne Torres-Atencio, doctora en Farmacología, catedrática de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá y asesora científica ad honorem de la Secretaría Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación (Senacyt), reflexionó que la pandemia ha puesto en evidencia, de manera global, la necesidad de fortalecer la ciencia.

En el caso de Panamá, destacó la labor de las mujeres científicas, “quienes han dado la cara por nuestra sociedad desde la respuesta temprana al covid-19; al situarse en la primera línea en los hospitales y en los grupos de decisiones”.

Observa que este ha sido el gran momento de la ciencia y se pregunta hasta cuándo durará esta luna de miel con quienes deciden las políticas públicas.

Al respecto, considera que una parte de esta tarea está en manos de los científicos y supone ser activos en las decisiones vinculantes con las políticas públicas para que su voz siempre esté presente.

Como docente, se inclina por entregar herramientas formativas a los jóvenes que están egresando, para que además de su desempeño en la investigación, sean capaces de trascender a la vida pública.

Hizo referencia a su participación en los debates sobre la actualización del sistema de tecnología e innovación del país.

Panamá creó por la ley 13 de 1997 a la Senacyt, “y se requiere una modernización en función de las necesidades regionales y globales”.

Esta iniciativa es un ejemplo de cómo los investigadores pueden tomar parte, de manera activa, en la consolidación del ecosistema de las ciencias.

La Dra. Torres-Atencio aclaró que la asesoría como científicos en procesos de políticas públicas, no se trata “solo de conocer lo que haces; es escuchar lo que hacen los demás y convertirlo” en proyectos o iniciativas “que el país necesita”.

La Dra. Nancy Sandoval, presidenta de la Asociación Guatemalteca de Enfermedades Infecciosas, habló de los esfuerzos, desde el año 2015, por lograr en su país una Ley de Vacunas que garantice acceso equitativo a una inmunización de calidad y con el mejor precio.

“Esta ley tiene el aval de las asociaciones científicas porque la vacunación es una acción clave de salud pública y afecta la calidad de vida de las personas”.

Guatemala, explicó, a diferencia de Panamá o Costa Rica, no tiene ley de vacunas ni comité asesor, y esta acción pone en evidencia la importancia de la ciencia de apoyar una acción pública que garantice el derecho humano a la vacunación.

Karina Aquino, diplomática de carrera en Honduras e integrante de la secretaría de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional, así como investigadora en Diplomacia Científica en Latinoamérica, señaló que la pandemia del covid-19 o el reciente paso del huracán Eta, que a su vez, advierte, abrió las heridas dejadas por el huracán Mitch, pone en evidencia la necesidad de la cooperación internacional, “porque ningún país puede hacer frente a estos desafíos por sí solo”.

Además, hace énfasis en la necesidad de la diplomacia científica, en tanto eje que puede articular la política y la colaboración científica en temas como financiamiento.

En este caso, aboga por una diplomacia científica regional que aproveche los puntos de coincidencia y las culturas similares de los países y reduzca la brecha entre ciencia y política regional.

Dijo que un estudio reciente se inclina por una mayor coordinación de las instancias técnicas y políticas del SICA.

Esta estrategia de vinculación supone crear redes de expertos con presencia de diplomáticos científicos.

“Si la ciencia no se incluye al más alto nivel, de manera difícil nuestro cuerpo diplomático podrá hacer promoción de ciencia”, afirmó.

El Dr. Carlos Redondo, asesor científico del Viceministerio de Ciencia y Tecnología de Costa Rica, explicó que su cargo significa asesorar el despacho y colaborar con la Dirección de Investigación y Desarrollo del Ministerio.

Reflexiona que pasar del laboratorio a esta posición, demuestra que hay un mundo afuera, lleno de oportunidades y necesidades y los científicos pueden pensar fuera de la caja.

Reconoce que la transición del laboratorio a la política pública no es tan común, pero ayuda a tener impacto en los retos y decisiones del país.

De igual modo se inclina por generar nuevas habilidades en las universidades que promuevan en los científicos y científicas del futuro, también una vocación por ser tomadores de decisiones.

La experiencia mexicana

Durante este encuentro virtual, Alma Hernández, directora de Ciencia, Centros y Transferencia de Tecnología (Sectei) del Gobierno de Ciudad de México, conversó acerca del Programa de Estancias de Interfaz Ciencia-Política de la Ciudad de México.

Detalló que la interfaz ciencia-política, son las diversas maneras como nos desarrollamos para intercambiar ideas.

Dijo que para desarrollar esta interfaz de manera eficiente no basta con estar en lo correcto. Significa desde cómo hablar y comunicar, hasta lidiar con la frustración, “en particular cuando tenemos ya una comunidad científica establecida”.

También supone derribar mitos claves, entre otros, que la ciencia y la política son dos dominios independientes de la actividad humana.

Cabe señalar que las Estancias de Interfaz Ciencia-Políticas (EICP) de la Ciudad de México es la primera iniciativa de su tipo en Latinoamérica y comenzó en 2019.

En general busca desarrollar recursos humanos especializados en asesoría científica profesional y, de manera específica, “incidir en el diseño e implementación de políticas y programas con base en evidencia científica” y coadyuvar a potenciar el desarrollo científico y tecnológico de la ciudad.

Entre otras contribuciones resalta la posibilidad de los científicos de adquirir experiencia práctica en la administración pública; de impulsar en jóvenes investigadores el contribuir a formular políticas basadas en evidencia y de ayudar a los servidores públicos a tomar mejores decisiones.

Cuatro pilares

La Dra. Tonya Blowers, coordinadora de la Organización para las Mujeres en Ciencia para el Mundo en Desarrollo (OWSD por sus siglas en inglés), se refirió a los cuatro pilares que adopta la organización para incorporar a mujeres científicas: Comunidad, Movilidad, Estabilidad y Visibilidad.

A la fecha la organización (pilar Comunidad) se encuentra en 146 países. En Centroamérica lidera Guatemala, con más de 300 integrantes.

En relación a Movilidad, desde 1998 han financiado el desplazamiento de más de 300 científicas que necesitan moverse a otros países para continuar su formación.

Estabilidad se refiere a la importancia de permanecer y generar ciencia desde los propios países.

La Visibilidad, como cuarto pilar, supone mostrar y celebrar los aportes de las científicas de los países en vías de desarrollo.

Por una mejor sociedad

Esther Kuisch Laroche, directora de Unesco San José, comentó que la Semana Internacional de la Ciencia y de la Paz, es una buena oportunidad para generar conciencia sobre la importancia de la ciencia en la creación de sociedades más pacíficas y sostenibles.

Señaló que la pandemia se ha convertido en el mejor escenario para comprender “que cualquier solución se debe lograr desde la colaboración conjunta y basarse en la ciencia”, de allí el impulso de la Unesco a involucrar a los actores de la interfaz ciencia-política.

Vinicio Cerezo, secretario general de Sica,  coincidió que en el diseño de políticas no se puede divorciar lo público de la academia.

Anunció la intención de la autoridades de Ciencia y Tecnología del Sica de rescatar el espacio de ciencia, tecnología e innovación para fortalecer el intercambio de colaboración científica y, enfatizó,  desarrollo en el cual se debe contar con mayor participación de las mujeres científicas.

Violeta Villar Liste
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