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Adaptar una dieta a una condición médica específica es fundamental para controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI

La Dra. Karen Courville es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid.  Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia.  Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las TablasMiembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI)

Una dieta es un plan de alimentación que establece los tipos y cantidades de alimentos que una persona debe consumir. Más allá de ser una simple lista de alimentos permitidos y prohibidos, una dieta bien diseñada es una herramienta fundamental para mantener y mejorar la salud.

La alimentación juega un papel crucial en la prevención, tratamiento y recuperación de diversas enfermedades.

Los profesionales de la salud (médicos, nutriólogos, nutricionistas, dietistas) recomiendan dietas específicas a los pacientes para ayudar con el control de enfermedades crónicas, para el tratamiento de enfermedades agudas, para optimizar tratamientos o para revenir enfermedades.

Las dietas adaptadas pueden ayudar a controlar enfermedades como la diabetes, la hipertensión, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares. En casos de enfermedades agudas, como infecciones o cirugías, una dieta adecuada puede acelerar la recuperación. Una dieta equilibrada y variada puede prevenir diversas enfermedades y fortalecer el sistema inmunológico y potenciar los efectos de los medicamentos y tratamientos médicos.

Mencionaremos algunas dietas conocidas, como la dieta de ayuno intermitente, dieta alta en proteínas y la dieta mediterránea.

Dieta de Ayuno Intermitente

Aunque el concepto de ayuno es antiguo y se encuentra en diversas culturas y religiones, la popularización de la dieta de ayuno intermitente como una tendencia de salud moderna es relativamente reciente.

Ha ganado mucha atención en las últimas décadas, especialmente con el auge de las redes sociales y la búsqueda de métodos rápidos para perder peso.

Numerosos estudios han explorado los beneficios del ayuno intermitente, pero se necesitan más investigaciones a largo plazo. Algunos estudios sugieren que puede ser beneficioso para la pérdida de peso y la mejora de ciertos marcadores de salud, pero no es adecuado para todos.

La dieta de ayuno intermitente no restringe los tipos de alimentos que se consumen, sino cuándo se consumen. Se alternan períodos de alimentación con períodos de ayuno. Hay diferentes protocolos, como el ayuno de 16/8 (16 horas de ayuno y 8 horas de alimentación) o el ayuno de 5:2 (5 días comiendo normalmente y 2 días restringiendo calorías).  Al reducir la ingesta calórica total, ayuda a perder peso; mejora de la sensibilidad a la insulina, lo que puede ayudar a controlar la diabetes tipo 2; reduce la inflamación y se han propuestos posibles beneficios para la salud cerebral.

Como efectos secundarios que tiene esta dieta se han reportado hambre intensa durante los períodos de ayuno, especialmente al principio; fatiga y debilidad; dificultad para concentrarse; irritabilidad; desequilibrios hormonales en algunas personas; y no es adecuada para personas con ciertas condiciones médicas, como diabetes tipo 1, trastornos alimentarios o mujeres embarazadas o lactantes.

Dieta alta en proteínas

Las dietas altas en proteínas han sido populares durante décadas, especialmente entre los fisicoculturistas y atletas. La idea de que las proteínas son esenciales para construir músculo y reparar tejidos es ampliamente aceptada.

Este tipo de dieta enfatiza el consumo de proteínas en cada comida, a menudo a expensas de otros macronutrientes como los carbohidratos. Producen aumento de la masa muscular, mayor sensación de saciedad y acelera el metabolismo.

Los estudios sugieren que las dietas altas en proteínas pueden ser beneficiosas para la pérdida de peso y la preservación de la masa muscular, especialmente en personas mayores o con enfermedades crónicas. Sin embargo, un exceso de proteína puede sobrecargar los riñones en algunas personas, sobre todo en pacientes con problemas renales preexistentes; puede producir deshidratación si no se consume suficiente agua y por ende estreñimiento.

Además, aumenta el colesterol LDL (el «malo») si se consume mucha proteína de origen animal y produce una carencia de nutrientes si no se consume una variedad de alimentos.

Dieta mediterránea

La dieta mediterránea se basa en los hábitos alimentarios tradicionales de países como Grecia, Italia y España. Ha sido estudiada extensamente y se considera una de las dietas más saludables del mundo. Esta dieta enfatiza el consumo de frutas y verduras; cereales integrales; legumbres; aceite de oliva; pescado, productos lácteos; carnes magras (con moderación); y nueces y semillas.

Numerosos estudios han demostrado los beneficios de la dieta mediterránea para la salud en general. Se considera una dieta equilibrada y sostenible a largo plazo, que produce una reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares, mejora el control de la presión arterial, protege contra la diabetes tipo 2 y reduce el riesgo de algunos tipos de cáncer.

Generalmente considerada segura y bien tolerada, pero no por todos los pacientes, ya que presenta lácteos y cereales, por lo que los pacientes con posibles alergias o intolerancias a ciertos alimentos como el gluten o la lactosa deben evitarlos; y si se abusa de ciertos alimentos, como el aceite de oliva, se puede consumir un exceso de calorías.

Evaluación y elección de la dieta

Para escoger la dieta que mejor se acomode a los pacientes, se deben considerar algunos factores como el peso y composición corporal, ya que las personas con sobrepeso u obesidad pueden beneficiarse de dietas bajas en calorías, como el ayuno intermitente; la edad, ya que las necesidades nutricionales cambian con la edad; las comorbilidades, ya que las enfermedades como la diabetes, la hipertensión o los problemas renales pueden influir en la elección de la dieta; y los objetivos,  ya que hay diferentes prescripciones si se busca pérdida de peso, mejorar de la salud en general, o aumento de la masa muscular.

No existe una dieta única que sea la mejor para todos. La dieta ideal depende de las necesidades y objetivos individuales.

La duración de una dieta depende de varios factores, incluyendo los objetivos y la tolerancia individual. Algunas dietas, como la mediterránea, están diseñadas para ser seguidas a largo plazo, mientras que otras, como el ayuno intermitente, pueden ser más adecuadas para períodos más cortos.

Antes de iniciar cualquier dieta, es fundamental consultar a un médico o nutricionista para evaluar tu estado de salud y recibir orientación personalizada.

La intensidad y duración del ayuno pueden influir en los efectos secundarios: un ayuno muy prolongado o frecuente puede ser más perjudicial. La calidad de las proteínas es muy importante, ya que consumir proteínas de alta calidad, como las que se encuentran en carnes magras, pescado, huevos y legumbres, es fundamental. La variedad de alimentos es importante y una dieta mediterránea bien balanceada incluye una amplia variedad de alimentos, lo que ayuda a prevenir deficiencias nutricionales.

Antes de iniciar cualquier dieta, es fundamental consultar a un médico o nutricionista para evaluar el estado de salud y recibir orientación personalizada. Si experimentas efectos secundarios molestos, se debe detener la dieta y consultar a un profesional. No existen alimentos «buenos» o «malos», sino una alimentación equilibrada que incluya todos los grupos de alimentos.

Adaptando las dietas a diferentes condiciones médicas

Adaptar una dieta a una condición médica específica es fundamental para controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida. Aquí algunas recomendaciones para cada tipo de dieta:

En la diabetes, la dieta mediterránea es ideal por su bajo índice glucémico y alta cantidad de fibra, lo que ayuda a estabilizar los niveles de azúcar en sangre. La dieta alta en proteínas pudiera ser beneficiosa para controlar el apetito y mantener la masa muscular, pero debe hacerse bajo supervisión médica para evitar sobrecargar los riñones. El ayuno intermitente por su parte puede mejorar la sensibilidad a la insulina, pero debe realizarse con precaución y bajo supervisión médica, especialmente en personas con diabetes tipo 1.

En la hipertensión, la dieta mediterránea es una excelente opción por su bajo contenido en sodio y alta cantidad de potasio, lo que ayuda a reducir la presión arterial. El ayuno intermitente puede ayudar a reducir la presión arterial en algunas personas, pero se necesitan más estudios.

En la enfermedad renal crónica, la dieta debe ser baja en proteínas para reducir la carga de trabajo renal. El ayuno intermitente no puede recomendarse a todos los pacientes. Las dietas mediterráneas son completas, solo debe realizarse la restricción hídrica requerida.

Recuerde, el objetivo de una dieta debe trazarse a corto, mediano y largo plazo. Los pequeños cambios en las rutinas de alimentación son sostenibles a largo plazo. La dieta no debe ser un medio para dejar de comer y saltarse la comida, pero para mejorar los hábitos alimenticios y la salud.

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI