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Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)

La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
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A pesar de que muchas cosas han cambiado, el método de disciplina basado en el premio y el castigo sigue siendo uno de los más utilizados por las madres y padres de familia. Hablaremos un poco acerca de las ventajas o desventajas de usar este método en la crianza de los niños, niñas y adolescentes.

  • Decir que se portan bien o mal es una generalización y juicio de valor subjetivo y muchas veces arbitrario.

Según este método se castiga al niño cuando “se porta mal” o desobedece  y se le premia cuando “se porta bien” u obedece. Para iniciar necesitamos revisar estos criterios y uso del lenguaje en cuanto a lo que se considera portarse bien o mal, ya que son una generalización y juicio de valor acerca de los niños y sus comportamientos. Con este enfoque se tiende a etiquetar a los niños como desobedientes o, incluso, malos y a retirarles el afecto; lo cual impacta negativamente en la construcción del auto concepto de los niños y su autoestima.

  • ¿Queremos fomentar la obediencia o la responsabilidad en nuestros hijos?

El psicólogo Julian B. Rotter (1966), aportó el concepto de Locus de Control el marco de las teorías de Aprendizaje Social. El Locus de Control sería el rasgo de nuestra personalidad que reconoce y decide quién o qué tiene el control de nuestra vida y sus circunstancias. El Locus de Control puede ser Interno o Externo. El sistema premio-castigo fomenta un control externo de la conducta, invalidando así el proceso de construcción de un criterio propio en nuestros hijos en cuanto a su responsabilidad por los efectos o consecuencias que tenga su conducta y si está o no en sus manos hacer los cambios necesarios para lograr mejores resultados.

  • Los padres y madres siempre van a ser las figuras de autoridad de sus hijos, lo importante es el modelo de autoridad que utilizan.

Hay tantos modelos de crianza como familias, sin embargo, partiendo del uso (y abuso) del poder, podríamos diferenciar dos grandes enfoques. El modelo autoritario de crianza, el cual es verticalista, rígido  y que exige obediencia, paradójicamente también tiende a ser sobreprotector y genera sumisión-rebeldía, complacencia y dependencia. Con este modelo buscamos obediencia pero generamos rebeldía. Y el modelo que fomenta la responsabilidad, reconoce las consecuencias de las conductas y apoya el desarrollo del criterio propio en los niños, niñas y adolescentes con el objetivo de que sean autónomos. La reflexión va de la mano con qué clase de personas queremos que sean nuestros hijos.

  • Ventajas y desventajas de premiar y castigar.

Realmente la única ventaja del sistema premio-castigo es que se logran resultados de manera rápida. Sin embargo, comparado con las desventajas, este logro no es tan conveniente o positivo para nuestros hijos.

Entre las desventajas tenemos:

  • Pierden su efecto rápidamente si no se aumenta el monto del premio o del castigo.
  • Hace responsables a los padres por el comportamiento de los niños.
  • Impide que tomen sus propias decisiones y generen un criterio propio sobre sus acciones y resultados.
  • Sugiere que el comportamiento adecuado se dará solo en presencia del que premia o castiga.
  • El objetivo es obtener el premio o evitar el castigo y no la conducta como tal.
  • Obviamente los castigos físicos son maltrato y un abuso de poder.
  • También hay maltrato a nivel psicológico y emocional hacia los niños al usar el castigo.

Alternativas para los padres/madres:

  • Es necesario cuestionar el modelo de crianza que utilizamos; analizar, reflexionar y corregir.
  • Pensar cómo actuar ante un comportamiento inadecuado y no solo reaccionar.
  • Apoyar a los niños, niñas y adolescentes a vincular sus comportamientos con los efectos o consecuencias que tienen, sin culparlos.
  • Abrir el diálogo y construir vínculos de confianza con nuestros hijos.
  • Diferenciar entre responsabilidad y culpa.
  • Diferenciar entre obediencia y responsabilidad.

Tomemos conciencia de que somos modelos de nuestros niños, niñas y adolescentes y con la crianza estamos imprimiendo un sello en su salud mental y en su construcción como adultos que conformarán la sociedad futura.

Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)