Mientras que, en tiempo de pandemia, el uso de los dispositivos tuvo gran utilidad para responder a diversas necesidades; a más de tres años del evento, se ha ido revelando un impacto muy negativo
Por María Mercedes Armas (Psicóloga)

La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga. Egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
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La cotidianidad y normalización del uso indiscriminado de los dispositivos digitales por parte de todos en la familia, profundizado por el efecto de la pandemia del COVID 19 y su respectivo aislamiento, está disparando alertas en distintos ámbitos de la salud en las diversas etapas de la vida. En esta serie de publicaciones, estaremos hablando de las opiniones de expertos y de resultados de trabajos de investigación que abordan el tema, que está resultando bastante complejo y de severas consecuencias para muchos.
Mientras que, en tiempo de pandemia, el uso de los dispositivos tuvo gran utilidad para responder a diversas necesidades; a más de tres años del evento, se ha ido revelando un impacto muy negativo y, en algunos casos, irreversible. A nivel general, podemos mencionar algunos efectos negativos del uso inadecuado y por largos períodos de exposición a las pantallas con todo lo que, potencialmente, cada uno conlleva:
- Profundización del sedentarismo.
- Afectación de la postura corporal.
- Consumo de contenidos riesgosos.
- Aislamiento social.
- Aumento de los Trastornos del sueño.
Como en todo, los factores de riesgo se acentúan para los más vulnerables; de allí que comenzaremos el recorrido por las etapas iniciales de la vida.
¿Qué dicen los expertos y los estudios acerca de los efectos del uso indiscriminado de los dispositivos digitales en los más pequeños?
Al hacer un recorrido en la web, por artículos de especialistas y reseñas de estudios realizados, se encuentra que, básicamente, las alertas se encienden en dos áreas específicas del desarrollo infantil: a nivel cognitivo y a nivel emocional-social; partiendo del hecho de que los primeros 5 años de vida son determinantes para el desarrollo, tanto estructural como funcional, de los niños, el cual va a depender de las oportunidades que tenga para ejercitar habilidades cognitivas, de comunicación, interpersonales y motoras.
La tendencia a nivel de especialistas, tales como neuropsicólogos y neuropediatras, es a restringir el uso de dispositivos, recomendando que no sean usados antes de los 6 años; debido a que el uso excesivo e inadecuado de dispositivos a una edad cada vez más temprana, se ha asociado a los siguientes efectos:
En cuanto al impacto en el desarrollo cognitivo, entre otros:
- Dificultades en las funciones atención y concentración, lo cual afecta su desempeño en el ámbito escolar y otras actividades.
- Retraso en el desarrollo del lenguaje por la disminución de la interacción verbal, tanto a nivel de expresión como de comprensión.
- Disminución del estímulo afectivo cara a cara requerido para el desarrollo de su cerebro.
- Dificultades para procesar e integrar adecuadamente la avalancha de estimulación sensorial (visual y auditiva) que proporcionan los dispositivos, lo cual afecta su proceso de adaptación al entorno educativo.
- La sobreexposición a la tecnología está asociada con déficit de atención y de funciones ejecutivas, alteraciones cognitivas, mayor impulsividad y menor capacidad de autocontrol.
En cuanto al impacto en el desarrollo emocional y social, entre otros:
- Retraso en el desarrollo de habilidades sociales debido a la disminución en las interacciones sociales cara a cara.
- Desarrollo de conductas de dependencia y adicción hacia los dispositivos.
- No permite el desarrollo de la tolerancia a la frustración, la cual es requerida para el adecuado desarrollo psico emocional de las personas.
Con base a esto, algunas de las pautas por parte de especialistas son:
- Nada de pantallas antes de los 6 años.
- A partir de los 6 años, como máximo una hora diaria.
- Eliminar el uso de pantallas a la hora de dormir, comer, en reuniones sociales, antes de ir al colegio y a la hora de tareas (a menos que lo necesite usar).
- Vigilar el acceso a contenidos inadecuados y riesgosos.
- Darle prioridad a otras actividades recreativas, que impliquen el desarrollo de habilidades físicas, artísticas y sociales, antes que el uso de los dispositivos.
Si ya tenemos niños que están haciendo uso indiscriminado de los dispositivos, es el momento de prevenir males mayores y comenzar a reducir y limitar su acceso por el bien de su salud y desarrollo integral. Como padres y madres, es nuestra responsabilidad fomentar el uso adecuado, equilibrado y saludable de los recursos tecnológicos; dándole prioridad a las actividades que garanticen el desarrollo físico, cognitivo, emocional y social de los niños; así como la protección de su salud mental y emocional; lo cual, en gran parte, va a depender del ejemplo que demos en este sentido.
Por María Mercedes Armas (Psicóloga)