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Por Dr. Igor Morr García

El Dr. Igor Morr García es magíster en Cardiología de la Universidad del Estado de Río de Janeiro; magíster en Adelantos Cardiovasculares de la Universidad San Antonio de Padua en Murcia (España), expresidente de la Fundación Venezolana del Corazón, expresidente de la Sociedad Venezolana de Hipertensión, coordinador del Consejo de Cardiología Tropical de la Sociedad Interamericana de Cardiología, secretario de organización de la Sociedad Venezolana de Cardiología y profesor asociado de la Universidad de Carabobo, Venezuela



El amor después de los 60 o de los 70 es revitalizador y mejora la calidad de vida.  La capacidad de enamorarse no se pierde con la senectud. Alguien dijo que la persona envejece “cuando pierde la capacidad de amar’”.

“Cuando el amor llega así de esta manera, uno no tiene la culpa”…, es el inicio de una estrofa de la canción Caballo Viejo del gran cantautor Simón Díaz.

En ella se resume el concepto del amor atemporal, el cual es una condición innata en el ser viviente. Quiere decir que no puede ser visto como una condición negativa ni vergonzosa, es un acto normal. Sin tabú, sin culpas, sin complejos. Es un asunto netamente biológico y hormonal. El deseo nunca se pierde. Además, no debe confundirse el amor o sentirse enamorado, exclusivamente bajo la óptica de la copulación. Sin duda, esta es importante pero no es el único componente del amor.

Quienes hacemos geriatría nos enfrentamos de forma muy frecuente a este tipo de situaciones. Generalmente la pareja está integrada por un hombre mayor acompañado de una dama unos veinte años menos; pero también se ven parejas, al contrario, ella mayor y él unos años más joven.

Estas son relaciones humanas complejas desde el punto de vista social, pero muy sencillas, desde el punto de vista biológico y médico, ya que amar es un acto natural, viene implícito a la misma esencia del ser humano.

En este campo de la medicina, el de la geriatría, hemos sido testigos de grandes adelantos científicos que han logrado aumentar los años de vida, pero también han permitido dar más vida a los años.

Por eso es, el autor de esta canción dice… “el que se merece la sabana que se la den, ¿y por qué no?”… Todos, hombres y mujeres, se merecen la sabana. Entendiendo por sabana el conjunto de elementos sociales, biológicos y médicos que mejoran la vida, los cuales permiten que los individuos tengan experiencias vitales placenteras, independientemente de los años que se tengan.

Por otro lado, hemos sido testigos de la emergencia de una nueva clase de humanos: los sexalescentes.

Son un grupo de jóvenes mayores de 60 y menores de 80 años que continúan en la plenitud de su vida.

Ellas y ellos mantienen relaciones de alta calidad tanto en su hábitat personal, profesional como en el social y cultural. Su comportamiento y actitud es tenaz, audaz, lleno de vigor y vitalidad ante la vida.

No es una realidad explicada por un cambio cultural exclusivamente, al contrario, además de ser una experiencia social, esta viene acompañada de un cambio en la biología de los individuos, la cual les permite mantener una bioquímica y fisiología sanas, independiente de su edad cronológica.

Todo esto es producto de los avances en las ciencias médicas dentro de los campos relacionados con la prevención y tratamiento de las enfermedades crónicas no transmisibles.

Siguiendo a Simon Díaz en su famosa canción citada arriba,  cuando expresa “quererse no tiene horario ni fecha en el calendario cuando las ganas se juntan”… lo interpretamos como una condición fisiológica compleja, secundaria a la atracción interpersonal,  considerada por muchos autores como un evento bioquímico y básico en la conducta sexual de las personas, el cual se expresa como el deseo.

Esta atracción interpersonal no está ligada al factor edad ni al preconcepto negativo relacionado con el envejecimiento. Aquí el cantautor, sin proponérselo, abordó un aspecto de la sexualidad muy importante, relacionado con esa sensación que él etiqueta como “las ganas”, la cual se puede mantener en el tiempo siempre y cuando la persona disfrute de una biología saludable, unas arterias jóvenes dentro de un cuerpo sexagenario o septuagenario integro y vital.

Para obtener este premio de vivir hasta los 100 años en la plenitud de las condiciones vitales, es imprescindible iniciar temprano conductas que permitan obtener un estilo de vida saludable, basadas en la buena alimentación, la actividad física, el mantener un peso y sueño adecuados, disfrutar de relaciones sociales estables y poseer un pensamiento amplio, libre y sin preocupaciones.

Tal como lo aconseja la sabiduría de los ancestrales maestros chinos: “Para vivir 100 años debemos tener la cabeza fría y los pies calientes”.

Disfruten de la sabana, no hay de otra.