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Ricardo Miró, óleo del pintor panameño Juan Manuel Cedeño, 1983, en la obra Ricardo Miró, poesía selecta

El Concurso Nacional de Literatura Ricardo Miró, creado en 1942 y que acaba de anunciar sus ganadores, reconoce con sus categorías el espíritu versátil del autor panameño, quien transitó por cada uno de los géneros.

Poesía, narrativa, teatro y ensayo, en la escritura del gran poeta panameño, dan cuenta de su singular maestría, la misma que celebra con su nombre el máximo galardón de las letras panameñas.

La escritora Alessandra Monterrey Santiago ganó la categoría poesía con su obra La mujer que lloraba hormigas; Consuelo Aurora María Tomás Fitzgerald en teatro con Sonata para los ángeles rotos; en cuento, Ela Mitzi Urriola Sanjur con Carosis y en novela, Carlos Alberto Gasnell Acuña, con la obra, Bajo la antigua puerta del mar.

«La mujer que lloraba hormigas con el seudónimo Greta Oto, de Alessandra Monterrey Santiago, fue la obra elegida por el jurado integrado por Mía Gallegos (Costa Rica), Victoria Guerrero (Perú) y Héctor Rodríguez (Panamá).

El jurado en su evaluación destacó que este es un poemario novedoso que toca los linderos de la literatura fantástica, un mundo donde viven toda clase de insectos”, reseñó el Ministerio de Cultura.

“En la categoría teatro, compitieron 31 obras que fueron evaluados por Claudia Piñero (Argentina), Beatriz Camargo (Colombia) y Alondra Badano (Uruguay-Panamá), quienes por unanimidad se decidieron por el escrito Sonata para los ángeles rotos.

De la ganadora, Consuelo Aurora María Tomás Fitzgerald, el jurado destacó una dramaturgia diferente, con visión en los “jóvenes en busca de un sitio en la sociedad, visibilidad consciente de la autora con relación a su futuro”.

Esta obra fue presentada bajo el seudónimo Nanner.

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En el caso de novela, correspondió a los jurados Nadia Chonville (Martinica), Benito Taibo (México) y Rodolfo de Gracia (Panamá), dar el veredicto. Evaluaron 69 textos literarios.

El triunfo fue para el texto, Bajo la antigua puerta del mar, inscrita con el seudónimo Nicnoah, de Carlos Alberto Gasnell Acuña.

“El jurado destaca que esta novela plantea una historia bien estructurada desde el aparato narrativo, contada con acierto y trabajada con conciencia del oficio escritural en torno a un hecho coherente, centrado en nuestra historia arquitectónica colonial y religiosa”, señala MiCultura.

Ela Urriola, quien ya había ganado el Miró, compitió junto a otras 66 propuestas literarias que fueron inscritas para cuento.

El jurado evaluador integrado por Rodrigo Blanco Calderón (Venezuela), Serge Vert-Pre (Martinica) e Irina N. de Ardila (Panamá), seleccionaron la obra Carosis, registrada bajo el seudónimo de Placebo.

“Sus registros temáticos son muy amplios: van desde la crítica social aguda y acertada hasta la intimidad romántica y fatal”.

El Ricardo Miró, creado por iniciativa de Moisés Castillo, “es un homenaje a la memoria del gran poeta panameño y a la par busca fortalecer la literatura nacional”.

Elsie Alvarado de Ricord, en el prólogo de la obra, Ricardo Miró (poesía selecta), ediciones de la Academia Panameña de la Lengua (1984), recuerda aspectos valiosos de su vida y para una mejor comprensión de su obra literaria.

Describe la autora que Miró “nació en la ciudad de Panamá el 5 de noviembre de 1883. Hijo de don Ricardo Miró y de doña Mercedes Denis de Miró, hermana de la poetisa Amelia Denis”.

En 1926 fue escogido secretario perpetuo de la Academia Panameña de la Lengua.

Murió el 2 de marzo de 1940 en ciudad de Panamá.

Además de una sólida trayectoria poética que inicia en 1908 con Preludios y se prolonga con antologías poéticas en su memoria, Alvarado de Ricord ofrece comentarios que dan cuenta de esta prolongada escritura.

“Sus cuentos y apólogos fueron recogidos por Mario Augusto Rodríguez en su Estudio y presentación de los cuentos de Ricardo Miró”.

Documenta “que la obra en prosa de Miró está constituida por cuentos, apólogos, piezas teatrales de las que solo quedan referencias en la prensa; muchos artículos periodísticos y dos novelas insuficientes: Las noches de Babel (1913) y Flor de María (1922)”.

De su poesía escribirá que su valor se debe medir “por el papel que ellos cumplieron en la conformación de la sensibilidad panameña”.

En el caso de la prosa, afirma que domina la técnica “y siempre la cultiva en función creadora: en el cuento o en el apólogo, por ejemplo”.

El excelente ensayo de Alvarado de Ricord es un recorrido desde la comprensión de su tiempo histórico, por la vida y obra del poeta, cuyo nombre honra al máximo galardón de la literatura panameña y hace justicia a una larga memoria.