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El equipo del proyecto El Último Glaciar de Venezuela,

Violeta Villar Liste Fotos: Cortesía Luis Daniel Llambí

Cuando el escritor venezolano Tulio Febres Cordero (Mérida, Venezuela;1860-1938), escribió La Leyenda de las cinco águilas blancas, los merideños todavía podían contemplar el manto blanco de los picos que custodian Mérida, la ciudad de la nieve eterna en un país tropical: Pico Bolívar, Pico Humboldt, Pico el Toro, Pico el León y Pico la Concha.

Cinco águilas blancas volaban un día por el azul del firmamento; cinco águilas blancas enormes, cuyos cuerpos resplandecientes producían sombras errantes sobre los cerros y montañas.

¿Venían del Norte? ¿Venían del Sur? La tradición indígena sólo dice que las cinco águilas blancas vinieron del cielo estrellado en una época muy remota”, cuenta el relato de don Tulio Febres Cordero, que se refiere a Caribay, “primera mujer entre los indios Mirripuyes, habitantes de los Andes empinados”, quien quería adornar su coraza con el espléndido plumaje de aquellas águilas blancas.

Las persiguió, “invocó a Chía, la pálida luna” “y rompió el augusto silencio de los páramos con un grito de admiración”, al verlas volar: las cinco águilas blancas se aferraron a los picos, sacudieron con furia sus alas y  las plumas codiciadas por Caribay se convirtieron en copos de nieve.

“Este es el origen fabuloso de las Sierras Nevadas de Mérida. Las cinco águilas blancas de la tradición indígena son los cinco elevados riscos siempre cubiertos de nieve”, describe el autor.

A la vuelta del siglo, de la nieve de las cinco águilas blancas, solo quedan cuatro hectáreas de hielo en el pico Humboldt y así como el escritor, docente e historiador, don Tulio Febres Cordero, recreó la leyenda indígena para explicar desde la literatura la nieve perenne de los Andes venezolanos, hoy científicos y cineastas documentan para la memoria el fin del último glacial venezolano.

“Pronto, en un lustro o poco más, Venezuela se convertirá en el primer país andino en quedarse sin glaciares.

Sería también la primera nación postglacial en el mundo, si es que la sombría carrera no la ganan Indonesia, Kenia o Uganda.

Será el fin de una era que empezó en la última glaciación, cuando los Andes venezolanos eran prácticamente un inmenso bloque continuo de hielo.

En épocas históricas se han reducido a la Sierra Nevada de Mérida; actualmente, apenas una parte de uno de sus picos, el Humboldt, está cubierto de hielo. De este, el último glaciar de Venezuela, quedan sólo cuatro hectáreas. Un hielo débil, un glaciar herido de muerte” (Llambí, L.D., Melfo, A., Santos, T. (2021). Los Andes Después del Hielo: El Último Glaciar de Venezuela. Instituto de Ciencias Ambientales y Ecológicas – ICAE – Universidad de los Andes. Propuestas Andinas No. 17. CONDESAN. Mérida, Quito)

Estas líneas resumen la realidad histórica y geográfica de la Sierra Andina venezolana y documentan el proyecto El Último Glaciar de Venezuela, el cual inició en mayo de 2019, con el patrocinio de la National Geographic Society y un equipo científico multidisciplinario de especialistas venezolanos.

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Un glaciar es una masa de hielo terrestre “que fluye pendiente abajo; encerrado por los elementos topográficos que lo rodean, como las laderas de un valle o las cumbres adyacentes”.

En esencia, el proyecto busca “aprovechar esta circunstancia singular para estudiar el retroceso glaciar y la dinámica de formación de un nuevo ecosistema, y a la vez promover la reflexión ante la desaparición de un paisaje emblemático”.

Este esfuerzo científico también dio como resultado el documental Último Glaciar Venezolano – Vida después del Hielo, un logro de Ymago, Productora Audiovisual, que además obtuvo el premio a la Mejor Producción, el reciente 22 de agosto de 2021, en el XI Festival de Cine-Arte en la Frontera, iniciativa de la Fundación Bordes en San Cristóbal, estado Táchira. 

Dirigido por Erika Rodríguez y José Manuel Romero, contó con la participación de parte del equipo de científicos de la Universidad de los Andes (ULA) al frente del proyecto El último glaciar, Luis Daniel Llambí, entre ellos.

Un ecologista enamorado del páramo

Luis Daniel Llambí, doctor en Ecología por la Universidad de York en Inglaterra,  profesor titular del Instituto de Ciencias Ambientales (ICAE) de la ULA, coordinador del proyecto Adaptación en las Alturas (Condesan-Cosude), explorador de National Geographic Society y coordinador en Venezuela de la Red GLORIA-Andes y la Red de Bosques Andinos, explica en la distancia que acorta una llamada telefónica, que es un enamorado del páramo.

Estudioso de la relación del páramo y su gente, hace varios años comienza su interés por estudiar el fenómeno del retroceso glaciar, en particular por su vinculación con la Red GLORIA-Andes que hace seguimiento a los cambios en las cumbres.

Luego la física Alejandra Melfo lo contacta para producir el libro, Se van los glaciares, el cual se editará en 2018, gracias al apoyo de la Fundación Empresas Polar.

Además de Melfo y Llambí, también se suman de la ULA para esta edición, los investigadores Andrés Yarzábal, Argelia Ferrer y Maximiliano Bezada, del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).

Este aporte es un antecedente de gran valor para dar impulso al proyecto de El último glaciar.

El ecologista reflexiona que el retroceso glacial impacta de manera sociocultural y ambiental en las sociedades que lo sufren.

Trabajo en la zona del retroceso glacial

Además, como se observa en el caso merideño, se pierde una simbología y parte de un acervo cultural; la geografía muda a otra realidad.

“El tema del retroceso glacial es de todos. Venezuela se convierte es una especie de laboratorio de cómo serán los Andes sin hielo, pero luego pasará en todas las montañas tropicales del mundo, lo cual demuestra que de no buscar una solución global tendremos un mundo sin hielo”.

El área con glaciares en Venezuela está comprendida dentro del Parque Nacional Sierra Nevada, creado en 1952, por lo que todos ellos se encontraban en una zona protegida.

A su vez, eran muy visibles desde la ciudad de Mérida y han formado parte importante de su patrimonio histórico y cultural. Tras la desaparición a inicios del siglo XX del glaciar en el pico El Toro (4.758 m), quedaron sólo tres áreas con glaciares en la Sierra: la del pico Bolívar (4.978 m), la del pico La Concha (4.922 m) y la del pico Humboldt (4.940 m) que hasta hace poco se extendía hasta el pico Bonpland (4.883 m).

El glaciar de La Concha desapareció en 1990, y el de la elevación más alta de los Andes venezolanos, en el Bolívar, perdió su último fragmento de hielo durante los primeros meses de 2020.

El último glaciar de Venezuela está hoy restringido a la ladera noroeste del pico Humboldt, una zona más remota y de menor accesibilidad. En este momento no existe un programa de monitoreo permanente del glaciar, y son pocos los datos disponibles de las condiciones climáticas cerca de la cumbre, ya que hay muy pocas estaciones climáticas en operación en las zonas de alta elevación de los Andes venezolanos”. (Llambí, L.D., Melfo, A., Santos, T. (2021). Los Andes Después del Hielo: El Último Glaciar de Venezuela. Instituto de Ciencias Ambientales y Ecológicas – ICAE – Universidad de los Andes. Propuestas Andinas No. 17. CONDESAN. Mérida, Quito).

Esta realidad llevó al equipo a emprender un minucioso trabajo de investigación que hizo posible generar mapas de toda la Sierra Nevada para los años 1952, 1998, 2009, 2015 y 2019. En el caso de 1910, una estimación histórica. 

Cambio climático, el enemigo

El aumento de las temperaturas es una de las principales razones que explican el retroceso glaciar.

En el caso de Mérida, el ecologista explica que están en retroceso más acelerado desde los últimos 200 años (luego de lo que se llamó la Pequeña edad del hielo), acentuado por la condición tropical de Venezuela.

Las sequías a causa del evento El Niño, más radiaciones, menos nubosidad y el aumento de la temperatura “son una mala combinación” para los glaciares, razona.

Con la retirada del hielo, esta cubierta desnuda será sustituida por líquenes y musgos.

De hecho, es un proceso en marcha y una realidad que ya está documentada como parte del proyecto de investigación:

“Se identificaron 36 especies de plantas vasculares, de las que 24 son endémicas de los páramos de Sudamérica y 7 especies endémicas de Venezuela. Para los musgos se identificaron 55 especies, incluyendo 6 nuevos reportes para el país y 8 especies endémicas de los páramos. En el caso de los líquenes, se registraron 47 especies, siendo más de la mitad (25 especies) reportes nuevos para Venezuela, y posiblemente 7 nuevas para la ciencia. En los 3 sitios de mayor altitud (ecosistemas más jóvenes) se constató que los líquenes y musgos crecen juntos formando biocostras”.  (Llambí, L.D., Melfo, A., Santos, T. (2021). Los Andes Después del Hielo: El Último Glaciar de Venezuela. Instituto de Ciencias Ambientales y Ecológicas – ICAE – Universidad de los Andes. Propuestas Andinas No. 17. CONDESAN. Mérida, Quito).

Que sea el último, pero no en la memoria

Si bien es difícil pensar en revertir la despedida del glaciar, este proyecto tiene un componente de educación ambiental y difusión de la información que aspira a crear conciencia sobre el impacto del cambio climático y la actuación del ser humano en la naturaleza.

Llambí destaca la importancia de la producción Último Glaciar Venezolano, vida después del hielo y su impacto en la generación de una nueva conciencia.

Erika Rodríguez estudió Biología y fue su alumna y comparte con el otro director del documental, José Manuel Romero, una pasión: son montañistas, además de fotógrafos y cineastas.

“Fue un reto porque se requieren dos días de caminata para subir al Humboldt”, destaca Llambí, quien celebra las alianzas, la amistad y el impacto positivo de este esfuerzo en hacer visible el último glacial.

Han dictado talleres a grupos escolares, incluso con visitas al páramo para una mejor comprensión de esta realidad.

Esta alfabetización ecológica ha tocado las puertas de organismos gubernamentales, ONGS y grupos de montañistas.

“El que durante el año en la época de lluvias haya nevadas y los vacíos que dejaron los glaciares se vuelvan a pintar de blanco, probablemente lleva a que se malinterprete la realidad: una cosa es que haya nieve y otra que haya glaciar. Será poco a poco que los venezolanos vayan aceptando la nueva desnudez de la Sierra Nevada. Pero este drástico cambio de un paisaje emblemático puede también ser una oportunidad para llamar la atención sobre los efectos del cambio climático en los Andes Tropicales, a medida que la Ciudad de las Nieves Eternas descubre que la eternidad tiene fin”. (Llambí, L.D., Melfo, A., Santos, T. (2021). Los Andes Después del Hielo: El Último Glaciar de Venezuela. Instituto de Ciencias Ambientales y Ecológicas – ICAE – Universidad de los Andes. Propuestas Andinas No. 17. CONDESAN. Mérida, Quito).

“Lo importante es cuidar lo que queda. Hay una ordenanza del Instituto Nacional de Parques que limita el acceso al glaciar, pero no va a prevenir y evitar que se pierda porque las fuerzas son globales”, subraya Llambí.

Estima que el siguiente país en Sur América en sufrir el cambio en su paisaje por la retirada del glacial será Colombia, una realidad mundial que demanda una conciencia sostenida para evitar la pérdida de patrimonios tangibles, o simbólicos, como las cinco águilas blancas que en su desnudez avisan del riesgo de no actuar.

¿Quién es quién?

Integran el equipo de investigación del proyecto El último glaciar, las siguientes personas:

  • Luis Daniel Llambí, PhD. Coordinador del proyecto. Profesor del Instituto de Ciencias Ambientales y  Ecológicas (ICAE), de la Universidad de Los Andes (ULA, Venezuela).
  • Alejandra Melfo, PhD. Co-proponente del proyecto y responsable del componente de comunicación y microbiología del proyecto. Profesora del Departamento de Física, Facultad de Ciencias, de la ULA (Venezuela).
  • Luis E. Gámez, MSc. Botánico responsable de la identificación de las plantas vasculares del proyecto y de las redes de monitoreo GLORIA-Andes y Red de Bosques Andinos. Profesor y líder del Laboratorio de Dendrología de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales de la ULA (Venezuela).  
  • Roxibell Pelayo, PhD. Responsable del componente del análisis de las redes de polinización del proyecto. Directora y profesora del ICAE (ULA, Venezuela). Especialista en interacciones planta-animal en la alta montaña tropical.
  • Nerio Ramírez, MSc. Responsable del componente de análisis geográfico del retroceso glaciar en la Sierra Nevada de Mérida. Geógrafo especialista en Sistemas de Información Geográfica y análisis de riesgos de Protección Civil y el grupo montañista URO.
  • Mariana Cárdenas, MSc. Bióloga responsable del componente de liquenología del proyecto. Especialista en la taxonomía y ecología de líquenes en ecosistemas tropicales. Estudiante del Doctorado del Departamento de Ecología, Evolución y Comportamiento de la Universidad de Minnesota.
  • Cherry Rojas. Bióloga responsable del componente de briología del proyecto. Especialista en la taxonomía y  ecología de musgos en ecosistemas montanos tropicales. Estudiante de la Maestría en Ecología Tropical (ICAE-ULA).  
  • Jesús Eloy Torres. Biólogo. Asistente de campo del proyecto con amplia experiencia en el monitoreo y la ecología de los páramos venezolanos. Investigador del ICAE-ULA.
  • Bárbara Huber, PhD. Bióloga evolutiva, responsable del componente microbiológico del estudio en la zona de retroceso del glaciar del Humboldt. Profesora del ICAE-ULA.     

Descripción del equipo con datos de National Geographic: Ver artículo

https://www.nationalgeographicla.com/ciencia/2020/10/exploradores-cambio-climatico-el-ultimo-glaciar-de-venezuela-esta-corriendo-a-su