fbpx

Representantes del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio), de la Federación Venezolana de Cámaras de Comercio y Producción (Fedecámaras), de la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria) y de la Cámara de Industriales del estado Lara (Cilara), acompañaron la presentación del libro Historia de los Estudios Universitarios en Tecnologías de la Información (TIC) en Venezuela (1968-2020).

El texto, autoría de los docentes universitarios y escritores Alberto Castillo Vicci y Francisco “Larry” Camacho, “es una verdadera historia de la computación y la cibernética en Venezuela, en su contexto universal, expuesta de manera sencilla, documentada, y que responde a las preguntas generales sobre el surgimiento y avance vertiginoso de la computación y demás tecnologías que nos transformó los hábitos y la manera de ver y estar en el mundo a los seres humanos. Generó una verdadera transformación de la humanidad, mejoró la experiencia de vivir y democratizó muchas oportunidades (y como siempre ha ocurrido en la historia con las invenciones tecnológicas, ha ocasionado también terror y escenarios catastróficos, no tan fáciles de recusar)”, describe el profesor Jairo García Méndez,en reseña publicada en Letralia: Una historia de la computación y de los estudios de las tecnologías de la información en Venezuela

El libro, editado gracias al aporte de la Fundación Amigos de la UCLA y ya disponible en Amazon, fue presentado durante la Expocilara 2022 (Barquisimeto, Lara, Venezuela) en presencia de los máximos representantes del empresariado venezolano, quienes celebraron este aporte a la historia de la educación superior del país.

Los representantes gremiales del empresariado venezolano Tiziana Polesel (consecomercio), Carlos Fernández, Adán Celis y Felipe Capozzolo  (Fedecámaras), Luigi Pisella (Conindustria) y Joel Segura (Cilara), celebraron la presentación del libro mientras las esposas de los autores, Francy Montoya y Alesia Nass Albizu, bautizaban la obra con pétalos de trinitarias.  
Reinaldo Rojas, miembro de la Academia Nacional de la Historia y presentador del libro, Alberto Castillo Vicci, coautor de la obra, Liana Arrieta de Bustillos, coordinadora de Café Lectura y Francisco Camacho, coautor       

A continuación, presentamos el prólogo, introducción de la obra y fragmentos del capítulo Visión general de las TI en Venezuela

Por: Francisco Camacho Rodríguez | Alberto Castillo Vicci

“Escribir la historia de una disciplina tecnocientífica — como buscamos en este texto sobre los estudios universitarios en las tecnologías de la información (TI) en Venezuela—, supone un esfuerzo transdisciplinario de un historiador y un experto en el área tecnocientífica…por lo menos. Los autores de este ensayo pretenden conjugar tal cometido.

En teoría, el historiador debería encontrarse —como es el caso de la tecnociencia que en Venezuela solo lleva un poco más de medio siglo de existencia—, con que dispone de fuentes directas. Está el testimonio de los protagonistas de tal historia; el material escrito, impreso o grabado; documentos, fotografías, videos de páginas web de las instituciones donde se escenificaron los hechos, conferencias, simposios, reportes, en fin, huellas de una dinámica histórica, que siempre es particular.

Con tales recursos, partimos en esta empresa, siendo conscientes de nuestras limitaciones humanas para abarcar la totalidad de tales procesos históricos.

Hacemos la salvedad de que en algunos casos hallamos material abundante y, en otros, fue escasa la información, lo que dio como resultado la disparidad y falta de uniformidad en el tratamiento de algunos tópicos: extensos unos y reducidos otros.

El experto en la tecnociencia, tuvo la tarea de seleccionar lo relevante y describir los aspectos técnicos en términos y conceptos para el público a quien está dirigido el ensayo; sobre todo, como el presente, en el que se busca que el profesional y los estudiantes de las ciencias y tecnologías de la información en Venezuela, conozcan los orígenes y desarrollo académicos de su profesión en el país.

Con la dificultad, muy particular de las ciencias y las tecnologías de la información, de que no se trata de una sola disciplina lo que nos propusimos como objeto de estudio. Son varias las que la integran y de carácter muy complejo. Cada una puede ser conocida por expertos del área; verbigracia, la computación, la informática, los sistemas, la telemática, la electrónica, la inteligencia artificial y la robótica.

Ante tal complejidad, nos hemos limitado en este ensayo de aproximación a la reconstrucción histórica de la educación superior al abordaje de algunas de estas materias relevantes sobre el procesamiento de información por medios computacionales con el uso de instrumentos electrónicos digitales. Valga decir, el computador y los dispositivos de comunicación de la Internet, los detonantes de la mayor revolución tecnocientífica de la humanidad, iniciada en el siglo XX y que continúa exponencialmente en el siglo XXI.

Consideremos por un momento algunos de los descubrimientos científicos y tecnológicos del siglo XX y veremos que en este período se dieron más cambios en la vida del ser humano que durante el largo período de la Edad de Piedra o el millar de años del Imperio Romano.

Estos cambios del siglo XX, se debieron más a los descubrimientos de la ciencia y a los inventos de la tecnología que a las dos guerras mundiales, totalitarismos, genocidios y etnocidios o a la Guerra Fría que dividió al mundo entre dos bloques industriales-militares incompatibles que se prometían el triunfo de uno sobre la destrucción total del otro; valga decir, capitalismo en Occidente y socialismo en Oriente, con la ominosa posibilidad de incendiar el planeta en cualquier momento, un Armagedón termonuclear, que, por cierto, sigue siendo una posibilidad tan real como la estupidez humana.

En el siglo XX, el genio científico del hombre (hablamos de hombre en sentido antropológico sin intención de primacía de un sexo sobre el otro), hizo posible resolver en buena medida el problema económico que desde épocas inmemoriales le subyugaba.

Aunque falta mucho camino por recorrer y persisten las desigualdades, nuestra especie goza hoy de más bienestar general, con menores niveles de pobreza y enfermedad que en siglos anteriores. Pero también, en el siglo XX, el desarrollo de la ciencia y su tecnología permitió que se estuviera muy cerca, como antes no había sido posible, de la aniquilación de la raza humana como especie en un final apocalíptico termonuclear, biológico o químico. Esas dos posibilidades pasaron a estar en manos de los hombres que podían escoger entre la vida o la muerte, entre Eros o Tánatos.

El riesgo sigue, y ahora con más intensidad, porque se ha atomizado el potencial destructivo; ya no son dos potencias las que se disputan el futuro de la humanidad, hay más tahúres metidos en tan peligroso juego. La cruenta invasión de Rusia a Ucrania iniciada en febrero de 2022, nos indica que es muy peligrosa la combinación de poder, tecnología, ambiciones expansionistas basadas en un falso pasado glorioso, autoritarismo y desprecio por la democracia ganada a pulso tras continuas guerras.     

El siglo XX es el de la desintegración del átomo, del sondeo de la psique, de la separación de los genes y de la clonación, hasta donde se sabe, de ovejas, vacas, ranas y ratones.

Es el siglo en el que se inventaron el plástico, el radar, el sonar, el escáner, el láser y el chip de silicón; se construyeron los aeroplanos, los cohetes, los satélites y la televisión, los computadores y la bomba atómica. Se trastocaron nuestras ideas heredadas acerca de la lógica, el lenguaje y el aprendizaje, las matemáticas, la economía, el espacio y el tiempo.

Es en el siglo XX cuando se descubre la expansión del Universo, se plantea su génesis en la teoría del Big Bang, y se identifican los quásares, los pulsares y los agujeros negros; así como lo insólito de la precisión de la cosmogénesis (el origen del cosmos), la biogénesis (el origen de la vida) y la antropogénesis (el origen del hombre).

Es en el siglo XX, cuando se concibieron las teorías más revolucionarias sobre la realidad física y la participación del observador en el Universo: la teoría de la relatividad y la teoría cuántica.

Pero, además, es en esta centuria cuando se inventaron la biotecnología, la nanotecnología, la realidad virtual, la inteligencia artificial, la robótica y la automatización de la producción en masa. Es el XX, el siglo en el que se puso a un ser humano en la Luna, se engendró la cibercultura planetaria con la Internet, se redujo el planeta a una aldea, y se dieron los principios del cerebro mundial, de la noosfera, de la sociedad del conocimiento y de la globalización.

Es también el siglo de nuevos enfoques epistémicos con consecuencias importantes en la manera de hacer ciencia.

Comenzamos el siglo XX con la infancia de la aviación, de los automóviles y de la radio, que nos sorprendían por su novedad y sus maravillas; lo terminamos con naves espaciales, computadores, teléfonos celulares y la Internet inalámbrica. Hoy, tomamos todo eso por dado y presupuesto, cuando detrás de cada una de las grandes ideas, descubrimientos e inventos, estuvieron las mentes de extraordinarios seres humanos. 

Ahora, en el siglo XXI, se busca una imitación de la mente humana por medios no naturales en la inteligencia artificial. Vendrán más asombros por la capacidad de crear de nuestra especie. En todas estas actividades sobre la información y el conocimiento, el objeto del procesamiento de la información ha sido fundamental; el computador ha sido y es, en toda la segunda mitad del siglo XX y lo que va del siglo XXI, el instrumento universal para las investigaciones y desarrollo de todos estos inventos y descubrimientos, los de hoy y los de mañana.

Todos estos cambios tan acelerados ocurren en menos de medio siglo, ¿qué nos depara el futuro? No lo sabemos, aun los más reputados futurólogos se estrellan con sus predicciones. El historiador solo puede hurgar en las huellas del pasado y reflexionar sobre él y su relación con el presente.

¿Es posible avizorar con precisión científica el desarrollo de la historia, como lo afirman quienes creen que hay “leyes históricas”, por caso, los materialistas dialecticos o los promotores del historicismo? La propia historia ha demostrado que no es así.

Uno de los más destacados filósofos de la ciencia del siglo XX, Karl R. Popper, se percató de ello cuando los extremismos bullían en Europa apalancados en la creencia de una historia lineal de la humanidad. Popper denunció por falso y errado al llamado historicismo o la certeza de que la evolución humana puede ser objeto de predicciones mediante el método científico o racional; que el científico descubriría las leyes que gobiernan el curso de su especie. Esas refutaciones las hizo el filósofo en un ensayo que tituló La miseria del historicismo, publicado por primera vez en la revista Economía Vol XI Nº 42, en el año de 1944.[i]

El argumento de Popper es, grosso modo, como sigue:

  • El curso de la historia humana está fuertemente influido por el crecimiento de los conocimientos humanos.
  • No podemos predecir por métodos racionales o científicos el crecimiento futuro de nuestros conocimientos científicos.
  •  No podemos, por lo tanto, predecir el curso futuro de la historia humana.
  • Debemos rechazar entonces una ciencia histórica que sea predictiva.
  • En consecuencia, el historicismo cae por sus propias bases y porque la historia así lo desmonta.

Por lo tanto, si no podemos conocer el futuro, al menos intentemos conocer el pasado para sacar de él lecciones que sean útiles en el presente. En particular, porque la ciencia y la tecnología pueden ser usadas contra los más fundamentales derechos del ser humano, es verdad; pero también para su favor. Esta última intención es la que inspira a los autores de este trabajo, con la esperanza de que le sea útil a quienes ejercen o se preparan para ejercer la valiosa profesión de las tecnologías de la información.

Introducción

La tecnociencia de mayor impacto durante el siglo XX y que continúa en el XXI, es la de las tecnologías de la información (TI). Centradas en el computador como instrumento universal de las ciencias y las tecnologías, estas tecnologías participan en todas las actividades del quehacer humano, en su entorno cercano y en las sociedades nacionales que se han convertido en una sociedad red planetaria, económica y culturalmente hablando.

Con la revolución tecnológica dentro de la revolución tecnológica que es la Internet, se ha reducido el planeta a una aldea, como predijo el filósofo de la comunicación, Marshall MacLuhan.

Este ensayo trata de reconstruir la historia de la educación universitaria de las TI en Venezuela, como respuesta del sistema de educación superior al reto de seleccionar, transferir y adaptar las tecnologías de la información a nuestro medio, necesidades e idiosincrasia; formar profesionales en TI que el país necesita y promover la investigación, el fomento y la extensión en esas disciplinas, junto a la docencia.

En este estudio se busca abarcar un proceso que se inicia en 1968, cuando se creó la Licenciatura Computación en la Escuela de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela (UCV), hasta la aprobación por el Consejo Nacional de Universidades en diciembre de 2020 de la licenciatura en Sistemas Socioeconómicos, adscrita al Decanato de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA).

Con fines de facilitar la comprensión de esta historia, considerando las circunstancias políticas, culturales y socioeconómicas de Venezuela en las que se diseñan los perfiles, contenidos, competencias, funciones de tales estudios y sus protagonistas, este trabajo ha sido segmentado en períodos clasificados en las generaciones de computadores a escala mundial[ii].

Publicidad

Cada generación tiene unas particulares características técnicas, pero también, en su momento, han estado signadas por las dinámicas económicas que no pueden considerarse solo en términos de costo y beneficio para los fabricantes de dispositivos electrónicos.

Influyen también los cambios sustanciales en la geopolítica mundial como el inicio y fin de la Guerra Fría, la competencia entre las corporaciones de la tecnología con actores diversos, las crisis del capitalismo, la carrera armamentista entre las dos grandes potencias hasta la caída de la Unión Soviética, la especulación financiera, la irrupción de nuevos actores en la economía mundial que han ganado terreno en un mercado cada vez más diversificado y las nuevas formas de comunicación que han redimensionado la capacidad humana de transmitir información con una inmensidad de fines. Así, la clasificación de las generaciones es como sigue:

  1. Primera generación (1946-1958)
  2. Segunda generación (1959-1964)
  3. Tercera generación (1965-1970)
  4. Cuarta generación (1971-1982)
  5. Quinta generación (1983-1989)
  6. Sexta generación (1990 – 2020)

Para algunos estudiosos de la tecnología de la información, este tipo de evolución de la técnica llega hasta la quinta generación, en el año 1989. Es decir, de la sustitución de una generación por otra en límites bien definidos; ya que la sexta generación (1990 en adelante) no tiene tales límites; se trata de la era de las computadoras basadas en redes neuronales artificiales o “cerebros artificiales”. Son aparatos con “superconductores” conocidos como dispositivos móviles inalámbricos.

Para otros autores, hay varias generaciones a la vez. No es objeto nuestro debatir sobre tal tema; para efectos didácticos trabajamos con la clasificación de esas seis generaciones. 

Además de los cambios generacionales, el desarrollo de los computadores electrónicos, duplica cada cuatro años su capacidad de almacenamiento y velocidad, mientras reducen su tamaño, fenómeno conocido como la Ley de Moore.

Así, para almacenar un bit de memoria se requería en 1950 un billón de electrones; en 1970, bajaba a un millardo; en 1990, solo a 10.000 y para el año 2010, se alcanzó a un solo electrón para almacenar un bit de información. Entonces, se entró en la nanotecnología o componentes a escala de millardésimas de un metro, que es regida por la mecánica cuántica. Ello dará, una vez resueltos los problemas que aún persisten en su construcción, un poder a la computación que generará una nueva revolución industrial de nanocomputadores, nanorobots, nanoservomecanismos, nanomotores, con capacidades de comunicación instantánea (enramado cuántico) que hace que dos computadores ensamblados originalmente se conecten instantáneamente sin medio alguno tangible de comunicación, sin importar la distancia o lo separados que estén.

Todos sus estados se procesarán simultáneamente en un solo paso: algo al parecer mágico, como la mecánica cuántica. Varios gobiernos del mundo y las compañías IBM y Google invierten inmensas sumas de su capital en con tales fines, para tener en su poder la computación cuántica.

Si bien estos cambios dan cuenta de los avances de la ciencia, no podemos dejar de lado el rezago que en esta materia tiene nuestro país.

En el caso de Venezuela, a partir de 2010 comienza para las universidades autónomas y semiautónomas una era retrógrada en la que se paralizan los avances tecnológicos. El período de reducción financiera inaugurado por Hugo Chávez y seguido por Nicolás Maduro, mantiene una política sostenida de ahogo en contra de las universidades que no están bajo su control, violando varios artículos de la Ley de Universidades y de la propia Constitución, que garantiza la autonomía académica y de gestión de recursos que debe enviar el Estado a las casas de estudio.

La crisis actual de las universidades, es reflejo de la crisis nacional en todos sus órdenes. Los gremios universitarios y personalidades del mundo académico han demostrado que el presupuesto asignado a las universidades públicas ha sido progresivamente recortado.

Tenemos que decirlo. Hay una deserción masiva del personal docente y de investigación, profesionales, técnicos, administrativos y obreros, y de los estudiantes. El Observatorio de Universidades (OBU) publicó un informe elaborado en el primer semestre de 2020 en el que se da cuenta de que 7 de cada 10 profesores en Venezuela tiene que dedicarse a actividades profesionales distintas u oficios diversos para sobrevivir. Para finales de marzo de 2022, los salarios de los profesores oscilaban entre los 61 dólares (nivel instructor) y los 118 dólares (un titular a “dedicación exclusiva).  

Es evidente la progresiva paralización de la investigación y la extensión universitaria por la falta de presupuesto. Eso es un agregado de las dificultades cada vez mayores para el ejercicio de la docencia con los pocos alumnos que aún asisten a las universidades.  No hay recursos apropiados para enseñar, aprender, investigar y desarrollar nuevas tecnologías, en particular de la información, cuyos cambios y obsolescencia son acelerados. En consecuencia, el estado de los estudios universitarios en TI, cuando se aprueba en diciembre por el CNU (15/12/2020) para la UCLA, la única carrera del país en Sistemas Socioeconómicos, correspondería en el mejor de los casos a como estábamos hace 22 años o en la cuarta generación de computadores.

Visión general de las TI en Venezuela

El primer computador electrónico se instaló en Venezuela en febrero de  1957, en el Data Center de la compañía IBM en Caracas (fue también el primero en toda América Latina)[iii], como respaldo de esa empresa a sus clientes de las compañías petroleras internacionales en el país; cuando ya terminaba la primera generación a escala mundial.

Luego, la primera carrera universitaria en la disciplina se inicia cuando ya tanto la administración pública, la empresa privada y, en particular, la industria petrolera, habían instalado computadores de segunda generación y habían preparado personal venezolano en varias universidades del exterior. Para ello, se otorgaron becas de estudios, mientras que el Estado favoreció la contratación de profesionales extranjeros, en su mayoría emigrados de sus países por la situación política y económica, especialmente en el cono sur de América.

La renta petrolera puso a Venezuela en una posición muy ventajosa y atractiva para muchísimos extranjeros, no solo de Europa (que en grueso número llegaron en los 40 y 50), sino de Latinoamérica y el Caribe, que encontraron en el país petrolero el espacio ideal para mejorar su calidad de vida y la de su familia.

Entre 1956 y 1957, el gobierno del dictador Marcos Pérez Jiménez otorgó un número considerable de concesiones de exploración y explotación en el territorio nacional a las empresas petroleras. Las compañías aumentaron sus activos mientras la producción del crudo crecía considerablemente. La necesidad de un mejor control administrativo de los recursos financieros, técnicos y humanos de todo ese proceso apoyado en las nuevas tecnologías era una realidad para las compañías. Venezuela era para ese momento, uno de los países con los mejores índices económicos a escala internacional y el principal exportador petrolero del continente.  

Para 1957, año en que llegó el computador de la IBM, la investigación universitaria en el área consistía mayormente en la selección, transferencia y adaptación de la TI a nuestro medio, y al fomento de certificados profesionales en algunas universidades extranjeras, así como la divulgación en investigaciones personales en journals (revistas especializadas) indexadas internacionalmente.

El Gobierno democrático que sobrevino a la dictadura de Pérez Jiménez, consciente de la importancia de la actualización en materia tecnológica, creó el Comité de Computación, adscrito a la Comisión de Administración Pública (Oficina de la Presidencia de la República) para que dictara la normativa y políticas del uso del procesamiento de datos con computadores en la estructura burocrática (1965). A la par, el Colegio de Ingenieros de Venezuela publicaba una revista con artículos de profesionales en la computación del país. Para entonces, seis instancias públicas tenían computadores de tamaño mediano de segunda generación fabricados por las compañías IBM, Univac, NCR y Burroughs.

Si bien en 1958 terminó la dictadura de Pérez Jiménez, la nueva realidad política venezolana no representó una amenaza para las compañías petroleras. Al contrario, varios de los actores que entraron en la escena política ya habían sido gobierno en el período del trienio (1945-1948), en el que tuvieron muy buenas relaciones con las empresas del crudo y en el que se llevaron a cabo programas de modernización en materia social y sanitaria con apoyo del consorcio Creole de los Rockefeller.

El año de 1959, es el inicio de lo que sería una de las democracias más estables del continente, y mientras la pobreza generaba el natural descontento social que era contenido por las férreas dictaduras en los otros países de la región, en Venezuela se abrían las puertas a millones de extranjeros que encontraron aquí las oportunidades que sus países, afectados por la posguerra, les negaban. El surgimiento de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en 1960, permitió el fortalecimiento de la economía rentista, que a su vez viabilizó una variedad de políticas públicas y programas sociales que cambiaron la realidad socioeconómica venezolana en pocos años.

En tal sentido, se masificó la educación en todos sus niveles y desde el punto de vista sanitario hubo avances de reconocimiento internacional. Las empresas petroleras tenían a su favor que sus inversiones generaban beneficios en un país estable, aun con la insurrección guerrillera en los años 60 que tenía presencia en algunas zonas rurales y urbanas del país, realidad que no tuvo eco en el resto de la sociedad como lo esperaban muchos de aquellos jóvenes que creían que el suyo era el camino hacia una sociedad más justa, aun a costa de sus propias vidas.

La industrialización también avanzaba a pasos agigantados y la riqueza petrolera garantizaba mayores niveles de bienestar para la población que en épocas precedentes. Los años 70 fueron de una verdadera bonanza económica favorecida por el conflicto en el Oriente Medio (Yom Kippur) y la crisis económica en los países industrializados. El petroestado venezolano creció vertiginosamente. El eminente científico venezolano Marcel Roche contabilizó 161 computadores solo de la IBM en todo el país para el año 1971, una cifra muy superior al del resto de países de la región. [iv] 

Al final de la tercera generación de los computadores, en 1968, se inició la primera carrera o licenciatura de Computación en la Escuela de Física y Matemáticas de la Facultada de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela. Durante la cuarta generación (1971-1982), período del llamado boom petrolero que permitió un sobredimensionamiento del Estado, creación de universidades y significativos programas sociales, se abrieron carreras para técnicos superiores (TSU) en sistemas e informática, ingenieros en informática, sistemas y computación, como posgrados en estas áreas. Así: [v]

  1. Ingeniería Informática y T.S.U. en Sistemas, UCLA (1971 y 1976).
  2. Ingeniería en Sistemas, ULA (1971).
  3. Ingeniería en computación, USB (1971).
  4. Ingeniería en Sistemas, Unimet (1973).
  5. T.S.U. Colegios Universitarios de Caracas y los Teques (1974).

Cuando termina la quinta generación (1990) y se inicia la sexta, se organizan carreras afines de pregrado que hasta 2020 eran:  

            Carreras largas:

  • Licenciatura en Computación (6)
  • Licenciatura en Informática (2)
  • Ingeniería de Redes y Comunicación (1)
  • Ingeniería de Sistemas (81)
  • Ingeniería de Telecomunicaciones (15)
  • Ingeniería en Computación (10)
  • Ingeniería de Informática (16)
  • Ingeniería de comunicación (1)
  • PNF Ingeniería de Información (32)
  • Ingeniería Telemática (1)

Y carreras cortas:

  • Análisis de Sistemas (4)
  • Análisis y Diseño de Sistemas (9)
  • Informática (14)
  • Redes y Comunicaciones (2)
  • Sistemas de información (3)

                        Total: 207

No hubo, pues, cuando comenzó la sexta generación de computadores para finales del siglo XX, institución de educación superior en Venezuela que no tuviera una carrera de pregrado, laboratorios, diplomados y programas de educación a distancia relacionados con las TI.  Ello a pesar de que la crisis de la democracia ya se hacía presente y a que los precios del petróleo en el mercado mundial habían bajado sustancialmente”.


[i] Citado por Alberto Castillo Vicci, en su artículo “El ocaso de dos sistemas: capitalismo y socialismo”. Principia, revista de cultura de la UCLA,  Nº 31, diciembre del 2008, página 27.

[ii] Castillo Vicci, Alberto (1993) Machina ratiocinatrix:  En búsqueda del razonamiento automático. Fundación Universidad Yacambú.

[iii] Pérez, José Vicente. (2011). Historia de la Computación y la Informática en Venezuela (1938-2011). Universidad de los Andes.

[iv] Roche, Marcel. (1975). Descubriendo a Prometeo. Monte Ávila Editores.   

[v] Orellana Chacín, Mauricio. (1978). Dos décadas de matemáticas en Venezuela. Universidad Nacional Abierta. Pág. 62.