Después de una dura semana de trabajo, nada mejor que arrancar el fin de semana con el “viernes cultural”, esa reunión de amigos en las esquinas del barrio presagiando ya el descanso y la fiesta. Esta sección pretende hacer eso, arrancar nuestro fin de semana desde esta esquina virtual con cuentos y poemas de autores panameños para que los conozcan y los disfruten. Así que, ¡feliz fin de semana!, con sabor a literatura panameña de la buena.
Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura Panameña [email protected]
En memoria de Leocadio Padilla
Leocadio Padilla
Queremos recordar y honrar la memoria del escritor panameño Leocadio Padilla, quien falleció hace unos días. La mejor manera de recordar a los que escriben es leyendo su obra. Compartimos como homenaje este cuento que pueden encontrar en el libro colectivo Panamá One way junto a otro del autor.
Campeón lona
¡Llegó el campeón!, gritaron.
Fui campeón en las filas del boxeo aficionado. Me retiré invicto y, al hacerlo, cambiaron mi nombre y apellido; causaban mofas.
Tengo un récord que aún no han batido y que me puede colocar en el Salón de la Fama. Tuve treinta peleas. Perdí veintinueve por la vía rápida. No duraba los tres minutos. Besaba la lona en los segundos iniciales del primer asalto. Solo tuve un empate con un tal «Mano de Coco» Machi San Juan, y no ocurrió en un cuadrilátero. Me llamaron Campeón Lona.
Esa noche nos reunimos en la casa del vecino. Las mujeres desinteresadas estaban en el patio y las otras sentadas en la sala. Nos reunimos para ver el espectáculo, el show principal, que había sido anunciado durante varios días por la televisión. Las bebidas surtían su efecto y las fotos que tomaban con el celular, las risas, las burlas y los insultos habían caldeado el ambiente.
La función no tuvo anuncios de promoción, ni canto de himnos, ni chicas que anunciaran los asaltos. Ni había un buffer que rugiera como un león ni gradas ni entradas especiales. Las cámaras de televisión eran los ojos humanos y con garantía. No se pagaba, no existía el pague por ver, porque todo era en circuito abierto. La pelea se anunciaba en el momento, al instante. La promoción iba de boca en boca, rebotaba por las calles, entraba a las casas, los bares y los callejones.
Los fanáticos se acercaban con las caras asombradas y salsosas. Los balcones eran los sitios preferidos y se llenaban de burlas. Éramos el aperitivo, un relleno de pavo. No usábamos guantes ni calzones cortos ni calzados llamativos. Nuestra presentación era normal, con pantalones largos y con camisas. No se escuchaba la voz de la campana, no había minutos de descanso, no había jueces ni cuerdas que sostuvieran nuestros cuerpos.
Mi contrincante era fuerte y su ataque, feroz. Con su saltito de tigre, ¡jab, jab!, ¡puf!, me ponía iracundo. Con su zigzag, jab, jab, ¡pom, pam, pom!, entraba como Pedro a su casa. Me castigaba con una andanada de golpes y su sitio preferido era mi cara, jab, jab, ¡ah!, ¡oh!
Los golpes entraban entre ceja y ceja y tenía que aguantármelo. Le tiraba tres golpes a sus costillas que eran como esponjas. Se reía. Un cuerpo a cuerpo, ¡ah!, ¡oh!, un crochet.
Pronto tuve un ojo cerrado y una herida en mi párpado. La sangre empezó a correr por mi mejilla. Jab, jab, un cruzado directo. ¡Oh!, mi derrota quedaría marcada en el rostro. Con un uppercut sorpresivo, ¡puf!, ¡paf!, ¡oh!, me envió a la lona de cemento que estaba mojada.
La calle acabó vacía. En los balcones solo habían quedado las ropas. Las ventanas estaban cerradas. El Monzón había llegado y fue mi salvación. Me sentí abandonado por la fanaticada. Mi rival había desaparecido. Atónito, escuché el eco de un «¡let´s get ready to rumble!» Después la voz de mi rival que coreaba los golpes de los dos boxeadores que se presentaban por la televisión. Yo estaba tirado en plena calle y me sentí como un saco de arena humano: mojado y sembrado.
Leocadio Padilla González (Guna Yala, Panamá, 1953). Poeta y cuentista. Publicó, entre otros libros, Déjame contarte y La puerta transparente (ambos en Editorial Fuga) y ha sido antologado en distintas colecciones de microficción y cuento. En el libro colectivo Panamá One way (Editorial Fuga), glosaba su biografía con estas palabras: «Leocadio Padilla es una persona común que trata de entrar por la puerta de la literatura. Escribe cuentos, en ocasiones poemas, que han sido publicados. Mantiene la lectura para lograr escribir sus textos. Y siente deseos de expresar sus ideas de forma escrita por la inquietud que le provoca su imaginación y los libros. Para él, las ciudades son interesantes, y por eso trata de conocer las ciudades panameñas por sus leyendas».
Pedro Crenes Castro (Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990.