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Por: Dr. Miguel A. Cedeño

El autor de este texto es el doctor Miguel A. Cedeño T., psiquiatra y catedrático de Psicopatología y Psiquiatría Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá

Ha partido el Dr. Arnoldo Read, un psiquiatra egresado de nuestra Facultad de Medicina en 1973 y formado como psiquiatra en el antiguo Hospital Psiquiátrico Nacional.

Recuerdo haberlo visto por primera vez en esa institución, cuando, siendo estudiante de Medicina iniciaba allí mi rotación de Psiquiatría, sin sospechar que luego sería mi maestro y colega en ese alma mater de psiquiatras panameños.

Recuerdo que sólo bastó esa primera clase sobre la Historia Clínica Psiquiátrica para cambiarnos, al grupo entero, la visión que hasta ese momento teníamos de la Psiquiatría.

En realidad todos salimos convencidos que la Psiquiatría era algo muy diferente a como  la habíamos concebido hasta ese momento.

Su excelente capacidad docente sin duda contribuyó a ese cambio. Si pudiéramos dimensionarlo, ese sería uno de sus primeros logros a nivel de la docencia.

A lo largo del tiempo se convirtió en maestro de generaciones de residentes, estudiantes de Medicina y  estudiantes de Psicología de la Universidad Santa María La Antigua, donde era profesor.

Con frecuencia coincidíamos todos en el antiguo salón de conferencias de la institución aclarando dudas y buscando información.

Su labor profesional la compartía, en ese entonces, entre el Hospital Psiquiátrico Nacional y el Centro de Salud de Santa Ana.

Luego, cuando ocurre la invasión de Panamá fue trasladado a la Región Metropolitana de Salud donde fungió como Jefe de Salud Mental, aunque seguía brindando atención en el Centro de Salud de Sta. Ana algunos días a la semana.

Luego fue trasladado a tiempo completo a dicho Centro de Salud donde trabajo incansablemente hasta que recientemente sus fuerzas ya no se lo permitieron.

En su labor docente, nunca escatimó esfuerzos en enseñarnos, prestarnos artículos y libros, y sobre todo orientarnos.

Técnicamente pudiéramos catalogarlo como un gran psicoterapeuta, pero también un gran conocedor y estudioso de la farmacoterapia y de los avances de la  Neurociencia actual, pero igualmente hay que reconocerlo como un gran creyente y exponente de la Psiquiatría comunitaria, a la cual jerarquizó con su trabajo de más de 40 años en el área.  

Podría señalar muchas otras cualidades del Dr. Read, sin embargo, no puedo dejar de destacar la que quizás fue su mejor cualidad: fue un gran ser humano, un hombre bueno.

Nunca se le oyó un comentario negativo de otra persona, nunca una mala opinión de alguien, una grosería, un mal gesto, nunca malintencionado, a pesar de que en algunos momentos no le faltaron motivos para serlo.

Por el contrario, siempre amable, atento, cordial, correcto, educado,  respetuoso. Además, era una persona humilde y tímida, características que dejaba entrever saludando a todos con una ligera inclinación de cabeza y una sonrisa franca.

No es muy fácil ser bueno en un medio en que la maldad le gana terreno con celeridad a la bondad, sin embargo, él lo era.No era amigo de las distinciones, pero sin duda él las merecía.

En una época en que han quedado atrás los reconocimientos a  las personas por su trayectoria académica, humana y profesional, y por el contrario, parecen preponderar criterios emocionales y de simpatía para tal fin, hubiese sido justo haberle distinguido de alguna forma antes de su partida. Su excelente labor docente, el extenso e impecable trabajo profesional realizado y la gran calidad humana demostrada, lo hacían merecedor. Hasta pronto maestro.

Muchos te damos las gracias. Descansa en paz.