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Cuentos para Cristina (héroes y heroínas por la salud), incentiva la prevención en salud pública con las herramientas de la literatura, y la evidencia de la ciencia, además de fomentar la participación de niños, niñas y adolescentes, quienes ayudan a ilustrar los cuentos y contribuir al anhelo de un mundo saludable

Por: Equipo Cuentos para Cristina

El taller tuvo como hilo conductor el cuento ¡A lavarse las manos! escrito por Annabel Miguelena, publicado en la sección Cuentos para Cristina (héroes y heroínas por la salud), de La Web de la Salud

En el contexto del 5º Festival de Literatura Infantil y Juvenil, realizado en la Ciudad de las Artes por parte del Ministerio de Cultura, las escritoras Annabel Miguelena y Silvia Fernández-Risco, realizaron el taller Salud y Literatura con estudiantes del 7º grado de la Academia Internado Encontrando el Buen Camino quienes asistieron bajo el cuidado del subteniente Antonio Gutiérrez.

La Academia busca rescatar a jóvenes en riesgo social, evitar la deserción escolar y lograr, por medio de la educación, su inserción a la vida laboral, a través de un trabajo interinstitucional con @minsegpma, @midespma @inadehoficial e @ifarhu.

El taller tuvo como hilo conductor el cuento ¡A lavarse las manos! escrito por Annabel Miguelena, publicado en la sección Cuentos para Cristina (héroes y heroínas por la salud), de La Web de la Salud. Los chicos escucharon el cuento, aprendieron una canción y realizaron dibujos relativos al cuento.

¡A lavarnos las manos!

Cuento: Annabel Miguelena Dibujo principal: Cristina Vaccaro Courville

Valeria Bacteria y Zenobio Microbio observaban desde un colorido sacapuntas, cómo los niños y las niñas se divertían en la escuela.

—Míralos, Valeria Bacteria. ¡Qué generosos son! Todo lo comparten.

—Así es, Zenobio Microbio. Lo que no saben es que apenas se metan las manos a la boca, entraremos en sus cuerpecitos para hacer nuestras fechorías. Ja, ja, ja.

¡Cuánta razón tenían estos bichitos! Los alumnos de aquel salón eran amigos inseparables y convivían de maravilla. Si alguno olvidaba los útiles escolares, otro compañero se los prestaba. Y en medio de ese deseo de compartir, inició el juego de los gérmenes saltarines.

Todo empezó cuando Lucas vociferó en medio de la clase: «¿Quién me presta un sacapuntas?». De inmediato, todos abrieron sus cartucheras para darle uno. Isabella, que estaba en el puesto de al lado, extendió el brazo y pudo entregársela antes que los demás. Valeria Bacteria y Zenobio Microbio pensaron que ese momento sería la gran oportunidad para brincar de estudiante en estudiante. Y así lo hicieron. Apenas Isabella tocó su sacapuntas, aprovecharon para mudarse a los dedos de la dulce niña y así poder esparcir los demás bichitos que jugueteaban dentro de las maletas germinianas. Mientras esperaban que Isabella o Lucas mordieran sus uñas, sucedió algo inesperado.

—Mira, Zenobio Microbio. Isabella acaba de hacer high five con Tiana para celebrar que obtuvieron un 5.0 en la maqueta.

—¡Qué buena noticia! Una víctima más para multiplicarnos sobre ella.

Repentinamente, un intrépido cachorro, que en los descuidos del conserje aprovechaba para entrar a aquel salón, se le acercó a Tiana y lleno de alegría empezó a lamerle sus manitas con cariño.

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 Valeria Bacteria y Zenobio Microbio notaron que sobre el tierno perrito se encontraban su prima Nela Salmonela y su primo Germen Germán.

¡Qué bueno verlos por aquí! ¡Quién iba a decir que las manos de una alumna sería nuestro punto de encuentro familiar y sin planificarlo! —se maravilló Nela Salmonela.

—¡Bienvenidos, primos! Hay suficiente espacio en las palmas de esta chiquilla —respondieron Valeria Bacteria y Zenobio Microbio al unísono.

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De pronto, la maestra Rosaura se le acercó para explicarle que las mascotas no eran permitidas durante las clases y después les pidió a los alumnos que se tomaran de las manos, pues había llegado la hora de disfrutar con la rueda de pan y canela.

Ese fue el instante perfecto para que los osados bichitos jugaran al brinca-brinca. Saltaron de aquí para allá y de allá para aquí entre todos los pequeñines.

¡Rinnnnnng! A los pocos minutos sonó el timbre del recreo.

Los niños y las niñas tomaron sus loncheras y salieron eufóricos para saborear la merienda. Cuando estaban a punto de probar los alimentos, se escuchó a la maestra Rosaura, quien con una melodiosa voz empezó a cantarles:

Me lavo las manos

para estar sano

y para cuidar

a mi hermana y a mi hermano.

Me lavo las manos

con agua y jabón

Y digo: «Adiós, Bichitos»

mientras canto esta canción.

Todos se dieron cuenta de que habían olvidado lavarse las manos antes de comer, pero gracias a que la maestra Rosaura está siempre pendiente, los salvó de que sus cuerpos fueran invadidos por Valeria Bacteria, Zenobio Microbio, Nela Salmonela, Germen Germán y otros bichitos que deambulaban entre los pasillos.

La maestra Rosaura les aconsejó que las manos se deben lavar antes de cada comida, después de ir al baño, jugar con tierra o cuando compartimos útiles con nuestros amigos. Además, les reveló un gran secreto: «El agua y el jabón son el escudo protector invisible más efectivo que existe para decirles adiós a los microbios traviesos».

Luego, todos fueron contentos a asearse las manos. Cuando terminaron, las secaron con una toalla limpia, mientras cantaban la hermosa canción que acababan de aprender.

Valeria Bacteria, Zenobio Microbio, Nela Salmonela y Germen Germán gritaban desesperados cuando por sorpresa, empezaron a zambullirse en el túnel del lavamanos.

—¡No puedo creerlo!  Esa maestra arruinó nuestros planes —exclamó Zenobio Microbio al mismo tiempo que intentaba escabullirse de una manta de espuma.

 —¡Esto no puede estar pasando! ¡Hasta las uñas se restregaron! —se quejó Valeria Bacteria, que intentaba rescatar a Nela Salmonela y a Germen Germán.

¿Adónde irán los bichitos? Se preguntaban todos al observar el grifo. Quizás anden en busca de una nueva escuela para poder acorralar a nuevas personas.

 ¡Anda! ¡Avísales a tus compañeros y compañeras! Enséñales cómo lavarse las manos. Recuerda que deben limpiarlas con agua y jabón antes de cada comida, después de ir al baño, jugar con tierra o cuando compartimos útiles con nuestros amigos. ¡Date prisa! ¡Cuéntales! No vaya a ser que los gérmenes aterricen cerca de tu colegio y nadie sepa cómo utilizar el escudo protector.

Cuento: Annabel Miguelena

Annabel Miguelena es abogada, escritora y coach del Programa de Educación Financiera y Negocios “Aprende y Crece” (México). Obtuvo el premio “Medio Pollito” en la provincia de Herrera. (INAC, 2005). Mención honorífica en los concursos de cuento “José María Sánchez” y “Cuentos para Crecer”. En el año 2013 fue premiada con una mención honorífica en el concurso de composición de música infantil “Mi Canción”, auspiciado por SERTV. En el teatro, obtuvo dos “Premios Escena”. A nivel internacional, obtuvo el primer lugar en el concurso de minicuento de la revista MiNatura (España, 2009).

Dibujo principal: Cristina Vaccaro Courville

Cristina Vaccaro Courville es estudiante del 7to grado en el Colegio Agustiniano de Chitré (Herrera). Es la responsable de la ilustración principal de Cuentos para Cristina y promotora de su lectura. Tiene a cargo la sección Nuevos lectores del espacio.

Cuentos para Cristina (héroes y heroínas por la salud), incentiva la prevención en salud pública con las herramientas de la literatura, y la evidencia de la ciencia, además de fomentar la participación de niños, niñas y adolescentes, quienes ayudan a ilustrar los cuentos y contribuir al anhelo de un mundo saludable.

Por: Equipo Cuentos para Cristina