Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)
La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
[email protected]
Decíamos que, aun cuando se rodee de mitos y tabúes, las enfermedades mentales son más comunes de lo que pensamos y cualquier persona puede padecerlas en algún momento de su vida.
- Lo que vemos comúnmente es el uso de la etiqueta.
Los estereotipos y el tabú que rodean a las enfermedades mentales generan etiquetas que hacen daño y se basan en creencias que no apoyan ni solucionan. A diferencia del diagnóstico de otras enfermedades que generan en los demás sentimientos de compasión, empatía y deseos de apoyar; el diagnóstico de enfermedad mental genera desconfianza, miedo y rechazo hacia el paciente.
Es la ignorancia lo que lleva a etiquetar de “loco” a alguien que padece este tipo de trastornos. Dicha etiqueta es lapidaria porque no solo lo excluye socialmente, también produce un trato deshumanizado de estos casos y le coarta sus derechos al trabajo y a buscar la satisfacción de sus necesidades como todo ser humano.
Por estos motivos se tiende a ocultar los síntomas hasta que ya son evidentes y, como no tiene síntomas físicos, puede obtener un diagnóstico errado o superficial de la condición debido a que no asiste al especialista a fin de ser evaluado adecuadamente. En este orden de ideas hay dos factores fundamentales: el diagnóstico temprano y la prevención.
Es fundamental tener claro los siguientes aspectos:
- NO es el «carácter» de la persona.
Se tiende a «normalizar» las conductas que, aunque se perciban extrañas, se justifican diciendo que «es su manera de ser» o su «carácter«, y si en la familia hay un patrón similar se le considera algo normal («Es igualita a la tía”) Recordemos que existe el factor hereditario. Este tipo de creencias y actitudes no permite un tratamiento adecuado y a tiempo.
- NO hay que ocultarlo.
A nivel de la familia es un proceso doloroso y complicado asumir un diagnóstico de enfermedad mental y, en gran parte, se tiende a ocultar por el tabú y rechazo social que produce.
- NO se le «va a pasar».
Debido a que hay trastornos cíclicos en los cuales, aparentemente, la persona mejora, se tiende a pensar que ya está bien del todo; lo cual impide que se busque la ayuda adecuada.
- Evidenciar el problema permite salir del aislamiento y construir redes de apoyo.
El paciente psiquiátrico va quedando marginado socialmente y se constituye un círculo vicioso por el hecho de estar cada vez más aislado, restándole oportunidades y reforzando el estereotipo negativo. En un sistema basado en la producción económica, el paciente mental se etiqueta como improductivo e inútil, lo que a su vez impacta en su auto concepto y autoestima.
Es importante promover la integración social, la participación de las personas con condiciones mentales según sus capacidades, habilidades e intereses, así como la generación de oportunidades educativas, laborales, recreativas y sociales en general.
Así como su enfermedad mental le resta mucho al paciente psiquiátrico, también hay que considerar que es un ser humano con un potencial aprovechable para su bienestar y el de su entorno. Entendemos que no es fácil afrontar un diagnóstico de esta naturaleza, ni para la persona ni para su familia; sin embargo, al afrontar y buscar el apoyo adecuado, se van desarrollando fortalezas que pueden hacer un cambio muy significativo en sus vidas.
Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)