fbpx

Por: Hisvet Fernández

Hisvet Fernández es psicóloga social, feminista, activista de los DDHH de las Mujeres y los Derechos Sexuales y Reproductivos, directora del Centro de Capacitación para la Vida (Cecavid). Integrante de la Alianza Salud Para Todas. Coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, núcleo Lara. 
@psicosexualhisvetf 
 [email protected]
@psicohisvetfernandez

Cuando mencionamos la palabra autosuficiencia personal, la ideología que prevalece en la mayoría le otorga unos significados ya establecidos y estereotipados, que pueden resultar en un engaño, un mito y en buena medida, en una manera de comprender la suficiencia, muchas veces equivocada y que puede ser instrumento para maltratar a las personas e incluso para mortificarnos nosotras/os mismas/os.

En el diccionario se lee: que la autosuficiencia es un adjetivo “que tiene u obtiene por sí mismo lo que necesita, bastándose a sí mismo sin depender de otros”.

Pero cuando hablamos de necesidades debemos estar conscientes que hay necesidades referidas a cada dimensión de la integralidad del ser humano, en su definición como un ser bio-psico-social. De allí que sean, las necesidades, el punto de partida de los Derechos Humanos, siendo estos la garantía de reconocimiento, realización y ejercicio de las necesidades humanas, de cada quien y de todas las personas, a la vez, así como de todas las necesidades que como humanos compartimos.

Ninguna persona, incluso si es una persona con buena salud integral, puede satisfacer por sí misma todas sus necesidades, ya que nuestro carácter social determina, que si bien las necesidades tienen expresiones particulares, al tener maneras únicas de expresarse en cada quien, no menos cierto es, que para lograr su satisfacción plena, siempre vamos a necesitar el apoyo de la sociedad en su conjunto y en todas sus instituciones

Desde la Psicología Social manejamos la autosuficiencia, como esa posibilidad que tienen las personas de tener el control de su vida, sintiéndose con la libertad y autonomía suficiente para poder ser libre de decidir y escoger el camino que desea seguir, para lograr su plena realización. Esto pasa por la plena consciencia de que muchas cosas escapan a su voluntad y de reconocer, sin dificultad, que no puede controlar todas las circunstancias que le envuelven. Es esta consciencia en cada persona y en la sociedad en general, sus instituciones, organizaciones, políticas públicas y funcionamiento lo que permitirá, realmente, que cada quien logre esa autosuficiencia.

La realidad, siempre, esta constituida por un conjunto de elementos que suceden independientemente de nuestra voluntad para que sucedan o no y tenemos que saber que no dependen de nosotras/os, ni de nuestros deseos simplemente.

Estas son las condiciones objetivas de la existencia de cada quien y de toda la sociedad, en un momento histórico determinado. Identificarlas y reconocerlas nos permitirá, trabajar en las que podemos cambiar de manera rápida y las que toman mas tiempo; las que podemos cambiar individualmente y las que no, y las que solo pueden trabajarse desde una red de apoyo para modificarlas.

Entre estas condiciones objetivas están todas las discapacidades humanas que se convierten en obstáculos para la suficiencia humana real y completa. Discapacidades que son independientes de nuestra voluntad.

También están las condiciones subjetivas, más relacionadas con quienes somos, producto de nuestra historia personal, que nos otorga una manera de pensar, sentir y de actuar. Una manera de interpretar la realidad que estamos viviendo en un momento dado y la que viven otras personas.

Esa tendencia actual de que si lo piensas sucederá, si tienes buena disposición todo saldrá bien y si lo decretas será tal como lo añoras; es un engaño. Pero no solo es un engaño, es un arma para hacer sentir muy mal a quienes no tienen ningún nivel de suficiencia o muy bajo nivel de esa capacidad o posibilidad.  Esta tendencia está en las personas y también priva en las organizaciones sociales, que pretenden prestar apoyos a otras personas, como una ideología que marca sus actuaciones.  

En contextos de migración y de incremento desmedido de la pobreza, tener una práctica como organización social desde esta perspectiva idealista, individualista y limitada puede ser muy contraproducente, para el trato que se les da a las personas que demandan apoyos ante estas organizaciones.  Entender las circunstancias sociales y particulares de cada persona, es una tarea necesaria que deben practicar las organizaciones sociales. Cada persona es una historia muy particular y aunque hay aspectos coincidentes entre, por ejemplo, la población de migrantes, hay también historias personales de cada quien. Y esto hay que poder verlo y comprenderlo.

Porque la pobreza y la exclusión no son factores que puedan ser vistos como responsabilidad individual, ya que estaríamos trabajando desde visiones idealistas y generadoras de culpas, que agravan la situación de dolor y desamparo que viven las personas migrantes, en su gran mayoría pobres.

Has dicho esto a las personas “sin tomar en cuenta su particularidad: “pon de tu parte” “acepta las cosas como son” “agradece lo que se te da” “no puedes exigir nada, solo tomar lo que se te brindan” “no te atrevas a reclamar, nada, porque serias malagradecida/o””.

¿Te resuenan estas expresiones?  Revisa si estás manejándote con una visión de derechos humanos, que otorga dignidad a quienes pretendes apoyar y a ti misma/o o desde una visión limitada y dañina para todas las personas, incluyéndote a ti. La autosuficiencia no es de humanos. La pobreza no es responsabilidad individual. Es una responsabilidad social. Ayudar y apoyar a otras personas no es hacer favores. Es activar el ejercicio de los DDHH.

Por: Hisvet Fernández