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Por: Hisvet Fernández

Hisvet Fernández es psicóloga social, feminista, activista de los DDHH de las Mujeres y los Derechos Sexuales y Reproductivos, directora del Centro de Capacitación para la Vida (Cecavid). Integrante de la Alianza Salud Para Todas. Coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, núcleo Lara. 
@psicosexualhisvetf 
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@psicohisvetfernandez

Los estereotipos, si bien son un mecanismo de practicidad del pensamiento porque generalizan y tipifican cualquier definición e incluso personas, permitiendo hacer un trabajo de agrupamiento rápido con el pensamiento, también son una reducción simplista, que deja a las personas reducidas a sus mínimas expresiones, lo que conlleva a su invisibilidad social.

Los estereotipos son las creencias percibidas y fuertemente arraigadas y por tanto subjetivas, de las características que diferencian a las personas, en cuanto género, edades, salud, posición económica, profesiones, nacionalidades y más… Los estereotipos justifican la asignación de los roles sociales y dan significado por ejemplo: a “ser varón” o “ser mujer” y también “ser joven o mayor”, con “salud o enfermedad”.

Las personas asumimos o acordamos ciertas reglas convencionales, que pasan a convertirse en los roles habituales, características definitorias, expectativas sociales que guían nuestros pensamientos, actitudes y por tanto guiarán nuestras conductas, en nuestra interacción social y muchas de estas reglas asumidas son estereotipaciones sociales.

Es un hecho cierto que las percepciones acerca de buena y mala salud se encuentran culturalmente construidas y son un conjunto organizado y jerarquizado de juicios, actitudes e informaciones compartido y reproducido por los grupos sociales elaborado sobre cualquier objeto social, en este caso sobre la salud y la enfermedad. Esto servirá para interpretar la realidad, formará parte de las relaciones entre las personas y guiará los comportamientos de estas.

Cuando se piensa en una persona sana, una persona que no está enferma se asocia a la idea de una persona de aspecto juvenil, con energía, que alza su voz y se ajusta al concepto de “belleza”, tiene buen aspecto, incluso en el vestir y el actuar. Esto forma parte del estereotipo de buena salud.

Por el contrario, el estereotipo de enfermedad se asocia con un mal aspecto general, descuido en la apariencia, dificultades para comunicarse, poca energía, desgano, con síntomas evidentes, síntomas conocidos, deficiencia física, descuido en el vestir y algo muy estereotipado, es que las personas enfermas deben verse muy mal y muy cerca de la “fealdad”. Una persona que se aleja del estereotipo de “belleza” se acerca mas a la construcción social de la enfermedad: demacrada, con piel maltratada, cabello sucio y sin brillo, sumisa, débil y sin voz. Las personas enfermas se consideran siempre personas dependientes y sin energía vital.

Es por eso que cuando las personas están enfermas, y se salen del estereotipo, pueden ser juzgadas inadecuadamente y no tomar en serio sus enfermedades, mas aún en el caso de las Enfermedades Raras, que son desconocidas, con síntomas extraños y que se salen del estereotipo del concepto de enfermedad. Otro elemento importante es la separación de lo biológico, físico, fisiológico y lo mental, emocional, actitudinal y de comportamiento. Los estereotipos de la condición de tener una enfermedad privilegian las enfermedades biológicas y estigmatizan a las enfermedades mentales. Por eso cuando no se conocen y no se cree en los síntomas que alguna persona expresa tener, muy rápidamente puede ser catalogada, de manera peyorativa, como “enfermedad mental” y más si se aleja del estereotipo de “enfermedad” que esta generalizado.

Todas estas interpretaciones sobre las condiciones de tener salud o enfermedad al final influyen en el reconocimiento, identificación y tratamiento de alguna enfermedad y de las personas enfermas en general, ante la comunidad médica y la comunidad en general. En el caso se la salud y la enfermedad hay una cantidad muy importante de estereotipos que pueden afectar a las personas que padecen ciertas enfermedades dejándolas fuera de la identificación y reconocimiento de sus enfermedades.

La ignorancia, el dejarse llevar por estereotipos y la estigmatización pueden impedir el acceso a la atención sanitaria adecuada y  afectar mucho a personas que sufren enfermedades raras que no encajan en los estereotipos sociales de las enfermedades.

Y lo más grave es que estos estereotipos y estigmatizaciones están presentes también en el personal de salud lo que lleva a la discriminación y el alejamiento del derecho a la salud. Una visión desde los Derechos Humanos es lo que puede garantizar que todas las personas tengan acceso a la salud.

Por: Hisvet Fernández