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El deterioro cognitivo y funcional sobreviene en las personas que padecen un trastorno mental grave, no solo como consecuencia de la propia enfermedad, sino también, en muchos casos, debido al aislamiento y la falta de apoyo social

Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)

La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga. Egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
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En esta serie de publicaciones estaremos hablando de la importancia de apoyar la autonomía e independencia de personas con enfermedades mentales crónicas; con el objetivo de promover su integración y funcionamiento social.

La premisa básica es que el aislamiento, al cual se ven sometidos estos pacientes, se convierte en un elemento de profundización de su patología mental, originando recaídas que comprometen aún más su salud mental y generándole mayor angustia y sufrimiento, tanto al paciente como a su familia y cuidadores, los cuales se ven recargados en su roles de apoyo.

El deterioro cognitivo y funcional sobreviene en las personas que padecen un trastorno mental grave, no solo como consecuencia de la propia enfermedad, sino también, en muchos casos, debido al aislamiento y la falta de apoyo social que sufren, ya que son muchos los pacientes que se encuentran en sus domicilios, sin realizar ninguna actividad  y con un limitado o nulo contacto social. Esa situación conduce a un deterioro inexorable, que hace que muchas personas diagnosticadas se conviertan en más vulnerables frente a  la marginación y la exclusión social.

Hay que tomar en cuenta estos planteamientos a la hora de planificar programas de apoyo de este tipo de población vulnerable, partiendo de la parte sana y funcional de los pacientes, proponiendo diferentes actividades ocupacionales, formativas, culturales, de ocio y deportivas, con el objetivo de potenciar sus capacidades; así como ofrecer un acompañamiento en su recorrido de recuperación, ejercitando y reforzando las habilidades que se han visto mermadas como consecuencia de su patología mental. 

Dentro del concepto de intervenciones psicosociales de la enfermedad mental se pueden sugerir acciones orientadas a la adquisición o recuperación funcional de las competencias personales y sociales, de autonomía personal, familiar y social y la promoción del desarrollo personal del paciente, trabajando para potenciar su autoestima, y sus habilidades sociales.

Algunas de las actividades específicas podrían ser:

  • Ejercitar la actividad cognitiva, a través de actividades que requieran atención y concentración, así como la resolución de problemas.
  • Estimular la creatividad y la creación artística.
  • Fomentar la práctica del deporte y los hábitos de vida saludables.
  • Impulsar el uso de los recursos socio-comunitarios en los que puedan participar los usuarios que faciliten su inclusión social.
  • Construir espacios de encuentro entre pacientes con condiciones similares con el fin de promover acciones de autoayuda, contando con el apoyo de algún facilitador del proceso.
  • Recuperar hábitos sociales perdidos.
  • Fomentar las relaciones interpersonales, para que el usuario adquiera una mayor y mejor capacidad de comunicación a nivel personal y social.
  • Educar la utilización del ocio y tiempo libre.

Con estas bases en mente se podrían organizar intervenciones para el apoyo y beneficios de las personas con diagnóstico mental, lo cual constituye un abordaje de rehabilitación psicosocial de la cual hablaremos en próximas publicaciones.

Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)