La combinación del análisis de datos masivos con la experiencia clínica proporciona un enfoque más robusto para el diagnóstico
Por: Dra. Liliana (Lily) Arosemena
La Dra. Liliana (Lily) Arosemena es egresada de Medicina en la Universidad Latina de Panamá. Con especialización en Oftalmología en la Universidad Autónoma de Bucaramanga, en la Fundación Oftalmológica de Santander, Clínica Carlos Ardila Lulle (Bucaramanga, Colombia). Estudios de retina y vítreo en la Universidad Del Rosario, Fundación Oftalmológica Nacional (Bogotá, Colombia). Es miembro adjunto de la Academia Americana de Especialistas en Retina (ASRS), la Asociación Americana de Oftalmología (AAO), la Sociedad Colombiana de Oftalmología (SCO), la Asociación Panamericana de Oftalmología (PAAO) y la Sociedad Panameña de Oftalmología (SPO). En instagram: @retinapanama
La inteligencia artificial (IA) ha emergido como una de las áreas más prometedoras de la tecnología moderna, transformando múltiples sectores, entre ellos, la medicina. En el ámbito de la oftalmología, la IA ha comenzado a jugar un papel crucial en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades oculares, mejorando la precisión y eficiencia de estos procesos.
Al abordar esta temática, es importante considerar cinco objeciones básicas que a menudo se presentan en el discurso sobre la aplicación de la IA en estos contextos: fiabilidad, ética, costos, formación y dependencia tecnológica.
A pesar de que los modelos de IA han demostrado ser extremadamente precisos en el análisis de imágenes oculares, algunos críticos argumentan que todavía existe un margen de error que podría poner en riesgo la salud del paciente.
Sin embargo, es esencial destacar que la IA no opera en un vacío, sino que complementa la experiencia de los oftalmólogos.
Diversos estudios han mostrado que los algoritmos de aprendizaje profundo pueden igualar o incluso superar la precisión de los médicos en diagnósticos de condiciones como la retinopatía diabética y la degeneración macular. La combinación del análisis de datos masivos con la experiencia clínica proporciona un enfoque más robusto para el diagnóstico, lo que sugiere que, en lugar de ser una amenaza, la IA puede en realidad aumentar la fiabilidad del diagnóstico ocular.
En relación a los costos, la inversión inicial para la adopción de estas tecnologías puede ser significativa, lo que podría representar una barrera para algunas instituciones de salud.
Sin embargo, es vital considerar que los costes también pueden ser parte de una estrategia de ahorro a largo plazo. La IA puede aumentar la eficiencia de la atención, reduciendo el tiempo que los médicos dedican a diagnósticos y permitiéndoles centrarse en el tratamiento de los pacientes.
Además, un diagnóstico precoz y preciso puede reducir la necesidad de tratamientos costosos a largo plazo y complicaciones asociadas con enfermedades oculares avanzadas.
Existen preocupaciones válidas sobre la necesidad de que los oftalmólogos estén capacitados en el uso de tecnologías avanzadas y sistemas informáticos. Sin embargo, esta necesidad de formación debería ser considerada como una oportunidad de desarrollo profesional en lugar de un obstáculo. Varias instituciones están comenzando a integrar la IA en sus currículos de formación médica, lo que sugiere que la capacitación en estas tecnologías es no solo posible, sino necesaria en el futuro de la oftalmología.
Finalmente, a medida que la IA se convierte en una herramienta esencial en la oftalmología, se genera la preocupación de que los médicos puedan volverse excesivamente dependientes de la tecnología y perder habilidades clínicas fundamentales.
No obstante, es crucial recordar que la IA debe ser vista como una extensión de la capacidad humana, no como un sustituto. La colaboración entre el conocimiento humano y la IA puede enriquecer la práctica médica, permitiendo a los oftalmólogos utilizar su experiencia para interpretar y validar los resultados proporcionados por los sistemas de IA.
En conclusión, la inteligencia artificial ofrece un futuro prometedor en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades oculares.
A pesar de las objeciones que surgen en este ámbito, es fundamental adoptar un enfoque proactivo para abordar preocupaciones sobre la fiabilidad, ética, costos, formación y dependencia tecnológica, reconociendo al mismo tiempo que la IA tiene el potencial de transformar positivamente la atención ocular.
En consecuencia, la integración de la IA en la oftalmología no solo es deseable, sino esencial para mejorar la calidad de la atención de salud visual en todo el mundo.
Por: Dra. Liliana (Lily) Arosemena