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Cortesía

“Si me sentía mal; escribía.

Si tenía un proyecto que no podía concretar; escribía”.

Escribía frases.

Poemas.

Relatos.

“La semilla de la escritura siempre estuvo en mí”, dice, en voz alta, que es el modo de la oralidad de escribirse, Kathia Arjona.

También escribía canciones. “Componía en alabanza a Dios o dando gracias a la vida. Las compartía con amigos y familiares”:

“Ese es mi padre, ese es mi padre.  Aunque no lo creas, tu padre es también.  

Todo el tiempo, busca tu bien, busca tu tranquilidad, busca tu serenidad y ante los problemas, te sostiene sin parar.  

Con mucha fe y convicción, Jesús tocará tu corazón, laralalalaaa…”

Hay momentos que transforman el alma. Son una epifanía; una revelación.

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En su caso, la fragilidad que la habitó con la pandemia, desencadenó una revelación; también una rebelión: el de esas palabras suyas (poemas, frases y canciones), que reclamaron el derecho a ser presente en la materialidad del libro.

“Leo mucho; el lector es un potente escritor, y entendí que todo el mundo tiene una historia que contar. Así nace este libro”.

Historias para compartir un café reúne 30 relatos cortos de la autora que buscan reflejar, desde el modo narrativo, vivencias propias y cercanas de la pandemia.

El libro fue presentado en la reciente Feria Internacional del Libro de Panamá 2021 con el éxito que todo autor espera: La edición se agotó.

El altar mayor del libro

Kathia Arjona había publicado textos sobre temas administrativos, de servicio al cliente o de organización de eventos, pero su pasión por la escritura y la lectura le reclamaba el altar mayor del libro.

Hacia septiembre de 2020, en plena pandemia a causa del virus, dedica cada día a escribir un relato.

Durante dos meses produjo cerca de 50 textos y reunió 30 en el libro: uno para cada día.

“Estando en casa, casi año y medio, pudimos reflexionar sobre nuestra vida: es muy frágil; como un soplo del viento”, reflexiona.

Estos sentimientos que la situación amplificó, sumó la inusual rutina doméstica, con su esposo y dos hijos adolescentes, intentando conciliar normalidad y realidad.

“Como madre de jóvenes de 13 y 15 años, no tenía todas las respuestas”, recuerda.

A esta historia personal, se sumaban las situaciones de amigos y familiares a causa del virus; las pérdidas, el miedo, la angustia.

“A veces solo mostramos el lado más brillantes de nuestras vidas, sin embargo pasamos dificultades que no compartimos. Decidí que el libro reuniera este tipo de experiencias y sirviera para compartirlas con otras personas”.

La perseverancia y la disciplina fueron condiciones que facilitaron el desarrollo del libro.

De igual modo,  el amplio material de vida, desde la persona que le falló con una encomienda (y se convirtió en el relato La encomienda), hasta la luciérnaga que iluminó la noche de sus padres en Ocú, en el interior de Panamá, alejados por razones de la cuarentena más no del amor.


Historias para la familia

Cuando nos visita la enfermedad


En estos tiempos extraños, nos damos cuenta que al caer enfermo en el año 2020 estás

Solo
Nadie puede visitarte                 
Encerrado
Te automedicas
 Tus emociones pueden traicionarte.
 Los hospitales no pueden recibirte.
 El sistema de salud colapsado.
 Distante, porque los otros se alejan al decir que estás enfermo.
 No puedes salir a ayudar por temor a contagiarte.
  Tus padres u otros familiares están lejos.
  No hay contacto físico.

 
Sin embargo
La prueba nos hace fuertes.
La oración nos sostiene.
El amor por tu familia es tu motivación.
 No hay que perder la fe.
 Fuerza es lo que debemos tener para nosotros y los demás.

 Será una experiencia que contaremos.
 Valoraremos más lo que tenemos.
 Veremos la vida desde otro punto de vista.
 Seremos pacientes y confiados al salir de este virus.
Aunque estemos solos, no estamos solos. Hay muchos que están pensando y rezando por nosotros.
Los detalles hacen la diferencia.

 
Estas reflexiones se generan por todos los enfermos de COVID-19 y aquellos que ya no están, por todas las familias que han 
perdido algún familiar o amigo, por aquellos que batallan por su vida, por aquellos que están desesperados y por todos nosotros para que continuemos hacia adelante en esta vida con sus pruebas, 
que sepamos valorar y disfrutar lo que tenemos 
y no apreciamos, por no estar enfocados en lo que verdaderamente es importante.

Pensando en todos los amigos y familiares enfermos.
Kathia Arjona

La autora reconoce una sorpresa que llegó con la FIL Panamá 2021 y la presentación del libro: la amplia aceptación.

“A la gente le gustó mucho. Incluso los lectores querían más relatos; los dejé con la curiosidad”.

El libro persigue como lector ideal a la familia.

Está complacida con el entusiasmo entre niños y jóvenes, en particular por el sentido espiritual y de lección de vida que gusta imprimir a estas historias en las cuales cada quien tiene un espejo y un reflejo.

Es el caso de Bailar al son de las pesas, que ilustra cómo la vida requiere de pesos y retos para avanzar y no aceptar la “agilidad” del conformismo.

Algunos de los relatos reflejaron la óptica de sus hijos adolescentes, sus miedos, sus angustias y los desafíos de un tiempo de grandes interrogantes.

Son relatos de experiencias que hablan del poder transformador del amor, de la enfermedad, de las “emociones encerradas”, de la Navidad exprés “cuyo sentido olvidamos”.

“Las letras tienen un poder sanador y, con su lectura, le enseñan al otro que no están solos, más cuando esa historia refleja una adversidad o dificultad similar a quien la experimenta”.

“Este libro me demostró que nada es imposible: se trata de creerlo, sentirlo y actuar y, cuando lo logras, inspiras a otros”.

A mediados de septiembre espera iniciar la escritura de una novela corta que rescate la figura de una mujer indígena, olvidada por la historia.

Será otro modo de la escritura.

De palabras reveladas y en rebeldía, porque luego de este primer libro si algo queda son historias para contar.