El Análisis Sobre la Población en Panamá (ASP) del Fondo de Población de las Naciones Unidas demuestra los retos y desafíos de la disminución en el número de nacimientos
Por: Violeta Villar Liste
Panamá sigue las tendencias de la baja fecundidad en América Latina y el Caribe: está ingresando “en la última etapa de la transición demográfica, con una tasa global de fecundidad de 1.9 hijos por mujer, por debajo del nivel de reemplazo generacional”, es decir, la población panameña tenderá a disminuir en el futuro.
Los datos están recogidos en el Análisis Sobre la Población en Panamá (ASP), elaborado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), basado en el Censo Nacional de Población y Vivienda 2023.
El ASP es “un estudio integral que revela cómo el país vive simultáneamente las oportunidades del bono demográfico y las consecuencias de profundas desigualdades territoriales y étnicas; y establece una hoja de ruta para las políticas públicas de los próximos años”.
Publicado en septiembre de 2025, los hallazgos son fundamentales para definir políticas públicas que aborden los desafíos que implica el descenso de la fecundidad. Un recordatorio necesario este 8 de diciembre, cuando Panamá celebra el Día de la Madre, una fecha amorosa y también sociológica.

Una caída más rápida de la esperada
El estudio describe que “Panamá registró en 2018 el mayor número de nacimientos, con 76,863, y desde entonces esta cifra se ha reducido gradualmente hasta 63,920 en 2022”.
La década 2000-2010 representó el período de mayor descenso del nivel de natalidad en el presente siglo.
Las mayores frecuencias de los nacimientos se ubican en los extremos Este (Darién y Comarca Emberá) y Oeste del país (Comarca Ngäbe Buglé, Bocas del Toro y Chiriquí).
La tasa más alta en la Comarca Ngäbe Buglé.
Por periodos, la población nacional redujo el promedio de hijos por mujer de 5 en 1970 a la mitad para 2010.
La tendencia a la baja continuó en la década siguiente, aunque a menor ritmo, hasta llegar a 1.9 hijos por mujer en 2022.

REPÚBLICA DE PANAMÁ 2000-2022. Fuente: Análisis Sobre la Población en Panamá (ASP)
“Este valor se encuentra por debajo del nivel de reemplazo, por lo cual Panamá ya se ubica entre los países de baja fecundidad”.
El informe indica que “las menores tasas en 2022 se registraron en las provincias del centro-sur del país (Los Santos, Herrera, Coclé, Panamá Oeste y Panamá), con hasta 1.8 hijos por mujer. Las provincias del centro-norte (Colón, Veraguas y Comarca Kuna Yala) presentan tasas de hasta 2 hijos por mujer, ligeramente mayores, aunque por debajo del nivel de remplazo”.
En contraste, destaca el estudio, cinco provincias del este (Darién, Comarca Emberá) y oeste (Bocas del Toro, Chiriquí y Comarca Ngäbe Buglé) concentran los valores más altos, de 2.2 a 3.1.
“La tasa máxima se registró en la Comarca Ngäbe Buglé, con 3.1 hijos por mujer, casi el doble que la provincia de Panamá, que tuvo la tasa mínima (1.6). Entre las comarcas indígenas llama la atención la tasa global registrada en Kuna Yala, de 1.9 hijos por mujer, sensiblemente menor que la de Emberá (2.7) y Ngäbe Buglé (3.1)”.

La fecundidad de la población urbana es menor con 1.6 hijos por mujer, mientras que en la población rural se registra en 2.8, “lo que representa, en promedio, más de un hijo por mujer adicional”, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) Panamá.
El estudio, América Latina y el Caribe ante la baja fecundidad Tendencias y dinámicas emergente, del Observatorio Demográfico América Latina y el Caribe (2025), de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), describe que “desde 2015, la tasa de fecundidad de la región ha estado por debajo del nivel de reemplazo y la tasa actual es de 1.8 hijos por mujer en América Latina y 1.5 hijos por mujer en el Caribe”, una tendencia coherente con las cifras de Panamá.
Reduce la fecundidad en las mujeres jóvenes

Entre los años 2010 y 2022 se advierte una importante reducción de las tasas de fecundidad en las mujeres más jóvenes, describe el informe.
“La fecundidad adolescente, correspondiente a menores de 20 años, redujo su tasa en 37%; las mujeres de 20 a 24 lo hicieron en 20%, y las de 25-29 en 14%”.
La variación es más lenta en el grupo 30-34 y permanecen casi sin cambios las de las mujeres a partir de los 35 años.
Concluyen que la fecundidad se explica de manera principal por la reducción del ritmo de nacimientos en las más jóvenes, mientras las adultas tienden a una fecundidad más estable.
Embarazo adolescente, un problema social
La investigación aborda la situación del embarazo adolescente, asociado “a la falta de acceso a educación sexual oportuna y a servicios de salud preventiva. La maternidad temprana no solo evidencia carencias en información y atención, sino que también compromete a largo plazo las trayectorias de vida de las mujeres”.
la fecundidad en la adolescencia disminuyó 36%, entre 2015 y 2022. Las tasas pasaron de 84 a 53 hijos por mil mujeres adolescentes.
Esta reducción, sostiene el informe, refleja avances en la prevención de embarazos no deseados entre las adolescentes.
“Las reducciones más pronunciadas se registraron entre las adolescentes de 10 a 14 años (-45%), seguidas del grupo 15 a 17 (-41%) y 18 a 19 (-33%)”.
Con el análisis de la data disponible concluyen que existe una relación directa entre mayores proporciones de madres adolescentes, elevadas tasas globales de fecundidad y alta fecundidad adolescente en las provincias de Bocas del Toro, Darién y las comarcas indígenas, excepto Kuna Yala.
Ver reportajes vinculados:
Desafíos y propuestas

Ante la realidad del descenso en las tasas de crecimiento, el estudio propone, entre otras acciones y estrategias:
– Frente a la disminución progresiva de la población infantil, mejorar la calidad de la atención de la salud prenatal y neonatal, para reducir la mortalidad materna e infantil.
-Asegurar la universalidad de la escolaridad preescolar y primaria, así como la calidad educativa.
-Ante el incremento de la población en edades potencialmente activas, asegurar la culminación de su educación secundaria y promover su capacitación superior, para una inserción exitosa en el mercado del empleo.
– Promover empleos de calidad para jóvenes y formalizar los empleos precarios, a fin de incrementar las contribuciones al sistema de jubilación.
– Eliminar las barreras laborales que impiden a las mujeres participar en igualdad de condiciones en el mercado del trabajo.
– Promover la igualdad de género en las tareas domésticas y de cuidado de niños y personas mayores.
La otra realidad es el aumento de la población adulta mayor, con una esperanza de vida que se estima en 82 años para las mujeres y 76 para los hombres.
Este escenario plantea retos en términos de sostenibilidad de los sistemas de salud y seguridad social, así como la necesidad de adaptar la infraestructura para atender a una población cada vez más envejecida y con menos nacimientos.
también se proponen políticas hacia un envejecimiento digno y saludable, que asegure desde pensiones universales y de calidad hasta promover “prestaciones de salud hacia un enfoque de prevención, que promueva hábitos saludables y postergue la aparición de enfermedades crónicas”.
Para consultas del estudio completo:


