Este diciembre pasado descubrí la poesía de Celso Emilio Ferreiro (1912-1979), poeta gallego, en un libro que me regalaron unas buenas amigas, hermanas, y que me ha impresionado: Longa noite de pedra, publicado en 1962…
Por: Pedro Crenes Castro
Pedro Crenes Castro (Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990.
La poesía tiene la extraña capacidad de retratarnos con una precisión casi milagrosa y darnos espacios de reflexión profunda en un puñado de versos. Los poetas destilan su mirada en el ritmo y la imagen, con la intencionada voluntad de exacerbar nuestra emoción más allá de la mera belleza de las palabras, buscan un movimiento de la voluntad, acción civil o amorosa.
Este diciembre pasado descubrí la poesía de Celso Emilio Ferreiro (1912-1979), poeta gallego, en un libro que me regalaron unas buenas amigas, hermanas, y que me ha impresionado: Longa noite de pedra, publicado en 1962. La edición que me regalaron es bilingüe (de la mítica editorial Akal, 1981), y es quizás el mejor de los libros que publicó Ferreiro según los críticos y entendidos en su obra, enmarcada en el realismo social.
Ahora que empezamos un nuevo año, conviene reforzar certezas inciertas, nutrir fortalezas y hacer acopio de motivos y respuestas ante lo que se nos viene encima. A pesar de los pasajes oscuros del poemario, Ferreiro nos regala esta pieza de esperanza: Aire puro.
El aire puro de la mañana proclama
su derecho a entrar en cada casa.
¡Ábrele las puertas, patria!
¡Dale tus senos, alma!
Deja ese tufo ácido que te sofoca,
olvida estas mortajas,
enjuga tus lágrimas,
habla,
canta.
arroja la desesperanza,
no dejes que te insulten, insulta.
Ayer no. Piensa en las albas
que vendrán, ponle cerco a los recuerdos
que te atan.
Deja entrar la mañana clara
en tu casa.
Llega un momento dentro del tránsito vital en el que conviene, como el poeta dice en otro momento, construir «un techo de palabras optimistas», y la poesía tiene ese privilegio sobre la narrativa, dejarnos en las manos, para llevar en el bolsillo de la memoria, un juego de llaves que invoquen la belleza, que convoquen el criterio o reanimen la esperanza, como ocurre en este poema:
Ayer no./Piensa en las albas/que vendrán, ponle cerco a los recuerdos/que te atan.
Sin dejar que nos invada el olvido, el poeta sugiere que es el momento de oxigenar la mirada, de aligerar el corazón y pensar en lo por venir, en lo que podemos construir. El pasado ata si no es memoria reflexiva, si es solo épica mal digerida. El relato tiene en su contra, quizás, que es más dado a la superstición que a la certeza de un afilado verso.
Volveremos a Ferreiro, se los prometo, pero les dejo aquí, para seguir pensando en el mañana y la poesía, unos versos del poema La poesía es verdad:
Busco la verdad en ti, recia poesía
de los hombres que trabajan,
tacto real de las cosas
que están y son, aunque nadie las vea.
Ahora que tenemos tiempo de verano por delante, no dejen de leer poesía, no dejen que la pereza o la ignorancia derrote el necesario optimismo crítico para lo que nos espera a la vuelta de la esquina. «Aunque nadie las vea», allí están las cosas, y son, y hace falta que las leamos cuanto antes.
Por: Pedro Crenes Castro