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Por: Hisvet Fernández

Hisvet Fernández es psicóloga social, feminista, activista de los DDHH de las Mujeres y los Derechos Sexuales y Reproductivos, directora del Centro de Capacitación para la Vida (Cecavid). Integrante de la Alianza Salud Para Todas. Coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, núcleo Lara. 
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@psicohisvetfernandez

El pasado domingo 13 de mayo, segundo domingo de mayo, se celebró en varios países el Día de las Madres y ese día muchas/os hijas/os buscaron dar un abrazo a mamá. Muchos abrazos son habituales otros son esporádicos y algunos nunca se dán.

Todas las investigaciones indican que cuando abrazamos a una persona, segregamos oxitocina y endorfinas, ambas hormonas del bienestar y que reducen los niveles de cortisol y adrenalina, que son por el contrario las hormonas del estrés. Por lo que podemos decir, sin temor a equivocarnos, que los abrazos ayudan a generar en las personas estados de seguridad, alegría y relajación, que facilitan sentimientos de calma, algo tan necesario.

Cuando segregamos hormonas como la serotonina y dopamina, hormonas que se activan, especialmente, durante los abrazos, estamos contribuyendo a nuestro bienestar y nuestra salud.

No es extraño que cuando las personas tienen una crisis emocional de diversos tipo y origen un abrazo sostenido puede lograr sacarles de la crisis.

Cuando un niño o niña tiene una reacción adversa por no poder aún controlar sus emociones, lo que recomendamos hacer, de manera inmediata, desde la psicología, no es regañarle o sancionarle, es ofrecerle, a cambio, la seguridad de una abrazo sostenido y reconfortante.

También la contención emocional rápida e inmediata en los casos de algunas formas de autismo, con sus consecuentes explosiones emocionales, está muy relacionada con abrazos y acercamientos positivos.

Incluso hay equipos que sirve para simular abrazos y sostener emociones y cobijas con un peso que simulan estar en los brazos de alguien que te da seguridad.

Pero los abrazos de mamá son, de todos los abrazos, los privilegiados por el significado simbólico y real que tiene la figura de la madre en todas las culturas.

Aun cuando la madre en cuestión ha estado distanciada o de la que has tomado distancia por conflictos en la relación, que es perfectamente posible, ese abrazo de esa madre es como ningún otro abrazo.

Puede ser porque la madre es sostén, abrigo, sanación, protección, auxilio, cuidados, compañía, amor “incondicional”, confianza, alimentación, sobrevivencia, calma, perdón, seguridad, protección y mucho más. Y todo esto lo representa esa figura de la maternidad, haya o no cumplido ese papel en la práctica, tengamos la edad que tengamos, y estemos en el lugar que estemos. Incluso no necesariamente hablamos de las madres biológicas, sino de esa persona, que en nuestra historia de vida representa esa figura de protección, sostén y seguridad. Siempre la madre, quien haya hecho ese papel o su deseo de tenerla, nos permite sentir que estamos a salvo y su presencia o añoranza nadie puede realmente sustituirla.

Es por esa razón que, si tenemos a nuestra “madre” cerca, démosle un fuerte abrazo y dejémonos cubrir por ese sentimiento sanador que significa un abrazo de mamá. Y si por algún motivo no está a nuestro lado, cerremos los ojos y disfrutemos de ese abrazo ideal y soñado, de ser posible acompañado de la posibilidad de hacerles saber que las amamos y que somos capaces de amarlas y ser amadas/os por ellas, aún en la distancia física o total.

En el Día de las Madres, ojalá hayamos podido expresarles que las podemos amar en la no perfección, porque las hemos sabido y sabemos humanas, terrenales y por tanto imperfectas, pero únicas e irrepetibles. Que sus abrazos, tan completos nos sanan y restablecen nuestra capacidad y condición humana.

Por: Hisvet Fernández