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La Embajada de Perú en Panamá, junto con la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero, conmemoró el natalicio del escritor peruano Jorge Eduardo Eielson (1924-2006) con un evento que exaltó su obra. El poeta y escritor panameño, Javier Alvarado, tuvo a su cargo la conferencia principal que se reproduce en líneas siguientes, cortesía del autor

Por: Javier Alvarado

Javier Alvarado es licenciado en Lengua y Literatura Española, magíster en Bellas Artes por la Universidad de Panamá. Tiene un diplomado en Creación Literaria por la Universidad Tecnológica de Panamá. Miembro de la Academia Panameña de la Lengua y de la correspondiente Hondureña. Autor prolífico y premiado

Julio Ramón Ribeyro: El caso de «poetas pintores» no es tan raro como puede parecer. Tenemos a Miguel Ángel, a Víctor Hugo, a Henri Michaux y, entre nosotros, a Eguren, según creo recordar. Con la publicación de El cuerpo de Giulia-no ¿te incluirías dentro de esa familia espiritual de «poetas-pintores»?

Jorge Eduardo Eielson: Incluirme al lado de Miguel Ángel, Víctor Hugo o Eguren me parecería de una presunción realmente enorme, aunque fuera el más humilde de sus descendientes. Por otra parte, la pregunta no me parece pertinente en cuanto yo no soy «poeta-pintor» ni «pintor-poeta», y nunca he comprendido este término. En una cierta época que no duró sino unos diez años, escribí poemas y me llamaron poeta. Y en otra posterior me dediqué a las artes visuales y no escribí poemas ni ningún texto realmente «literario». Solo en un cortísimo periodo estas dos actividades han coincidido, precisamente entre los años 48 y 52. Además, como tú sabes, he escrito artículos para periódicos y no soy periodista. He escrito algunas piezas de teatro y no soy dramaturgo. Hago también escultura y no soy escultor. He escrito cuentos y no soy cuentista. Una novela y media y no soy novelista. En 1962 compuse una Misa solemne a Marilyn Monroe, para banda magnética, y últimamente preparo un con-cierto y no soy músico. Como ves, no soy nada.

Entrevista del año 1972

Así se definía el gran Jorge Eduardo Eielson en una entrevista a otro enorme escritor, el cuentista Julio Ramón Ribeyro; ambos, pertenecientes a ese Perú exuberante, donde las rocas y las piedras parecieran hablarnos con todos los lenguajes posibles; en esos Andes donde los cóndores hacen vibrar la tierra con sus quenas con sus zampoñas; esa tierra atravesada por enormes ríos; donde hay fabulaciones de llamas perdidas con el oro de los incas; las alpacas, las vicuñas y los guanacos con sus chuyos repletos de sueños; los mercados con sus vegetales y sus colores amorfos; portador de una gran literatura desde los cantos ceremoniales al sol, a Aiapaec, a la luna, sus ciudades de adobe como Chan Chan, las pirámides de Cao; los sueños perennes de la señora de estos contornos, del señor de Sipán y de Sicán y con una vasta literatura donde los nombres de Vallejo, Eguren, Blanca Varela, Westhpallen, César Moro, José Watanabe, Antonio Cisneros, Manuel Scorza, Luis Hernández, Brozovich se acompasan con los relatos andinos de José María Arguedas (quien fue profesor de Eielson), Ciro Alegría, López Albujar y con la portentosa narrativa de Mario Vargas Llosa. 

A ese Perú, de papas prodigiosas y barrocas como un arcoíris que surge de la tierra, de allí nació un peruano universal, Jorge Eduardo Eielson.  Dijo que no era nada, pero enumero lo que hizo: poesía, pintura, audiopinturas, performance, esculturas (quipus), novelas, guiones y partituras para música, periodismo y más.   El 13 de abril se celebró su centenario y se replica en nuestro Panamá, resaltando la obra portentosa de este Rey Midas del arte.

EIELSON EL PINTOR-LA INSTALACIÓN ARTÍSTICA

El arte a muchos seres se les desborda como un prodigio o un enigma.  Jorge Eduardo Eielson dedicó su vida a la pintura; donde son recurrentes las figuras de cuerpos humanos con extremidades alargadas como insectos gravitando sobre colores, rostros antropomorfos, máscaras, anudamientos.  En cuanto a su serie quipus, esta se inspira en un artefacto del cual la RAE nos dice:   “conjunto de cuerdas y nudos de varios colores usado originariamente por los incas como sistema de signos y de cálculo.”   Hoy día, se siguen descubriendo quipus en culturas anteriores a los incas y las opiniones de expertos y estudiosos difieren y se complementan en cuanto a su significado.  Lo que, si es cierto, es que Jorge Eduardo Eielson tomó este ente textil de las antiguas culturas peruanas como modo de expresión al igual que otras obras para las cuales pedía a sus amigos, tierra y arena de su país natal.

EIELSON, EL PERFORMÁTICO

Javier Alvarado

En cuanto a los performances, Gabriela Rangel, acota:

…eventos efímeros, aunque repetibles, situados a caballo entre la teatralidad, el ritual, las vivencias y la danza, las performances que aquí se compilan cruzan la línea del pasado, así como las trincheras de las identidades estables, para esparcir un rumor en el presente entre aquellos que no pudieron verlas. Las acciones y performances suelen generar una mitología colectiva que empieza con el testimonio de testigos presenciales…

En este sentido, Eielson realizó varios performances en su carrera.    Abelardo Oquendo nos narra:

Eielson tuvo una actuación en la Galería Melesi, cuyo título fue «Vivere e un’opera d’arte». Ortega la narra así: «Vestida de payasa, la galerista repartía narices rojas al público que, de buen ánimo, se las colocaba. Frente a las sillas donde lo esperaba el público de narices rojas había una mesa, cubierta con una gran manta azul, una botella de leche y un vaso. Al lado, una escalera también azul por donde el payaso se suponía que bajaría. Por fin, apareció Jorge Eduardo con la cara pintada de blanco y una nariz roja. Se sentó en silencio y miró al público. Soltó una risa ligera y volvió a reír. Unas risas tímidas se alzaron. Eielson siguió riendo y el público, cayendo pronto en el juego, rio a gusto.

A poco, el artista y su público reían a pierna suelta. El proyecto era hacer reír para reírse de uno mismo y carcajearse mutuamente de todo. Esa risa pura podría ser el último gesto de supervivencia en un mundo en el que solo cabe reír. Esta «Payasada» tiene la elocuencia de la complicidad y la memoria del circo: la pasión del juego en medio de la irracionalidad de la tragedia. A los pocos minutos el artista se puso de pie y desapareció sin haber dicho una sola palabra.

En un registro encontré una fotografía donde se le puede contemplar con el torso desnudo, braceando en medio de un campo de flores.   El espectáculo se tituló Nado.  En dicho evento, el artista imaginó ese campo florido como un lago, un mar, un caudaloso río en donde podía sumergirse y extender los brazos hacia una orilla imposible, un amanecer o un crepúsculo.   Todo está en la imaginación y en el sentido poético que se le puede dar a la realidad y a la naturaleza.  

EIELSON, LAS AUDIOPUNTURAS

El autor que hoy celebramos legó una serie de grabaciones tituladas Audiopinturas: estructuras verbales para la voz (1972) donde remite a la imaginación de los oyentes ante los estímulos sonoros.  Tal es el caso de uno de ellos donde utiliza diversos tonos junto a los nombres de los colores.  Siguió así enriqueciendo y matizando el arte desde la sensualidad.

EIELSON, EL NARRADOR

Performance Colores y verbos en honor al centenario del poeta Jorge Eduardo Eielson

Eielson incursionó en la narrativa de manera audaz con novelas experimentales.  Tal es el caso de su obra el cuerpo de Giulia no; de la cual Antonio Chumbile nos dice:

La novela consta de veintidós capítulos que no están ordenados cronológicamente sino más bien responden a las emociones y recuerdos de Eduardo, un narrador muy conflictivo. Este personaje (sin duda, alter-ego del autor) narra sus experiencias de adolescencia y juventud transcurridas en la selva peruana, Milán, Venecia y Roma. Sin embargo, todos estos escenarios, ubicados en varios tiempos y abordados de distintas formas, estarán marcados por las relaciones directas que guardan con Giulia y Giuliano.

Puede considerarse a Giulia como uno de los personajes femeninos más memorables de la literatura peruana. Los recuerdos melancólicos y desgarramientos verbales de Eduardo surgen a raíz de que éste encuentra el cadáver de Giulia, su idílica amante, sobre una mesa mármol en la Morgue de Venecia. A partir de esta impresión, el narrador seguirá los impulsos de su nostalgia hasta el punto de combinar hechos y personajes o de poner en duda la propia veracidad de su historia. Y esto se debe, en gran parte, a la personalidad misteriosa y pendular de Giulia.

La obra tiene atisbos de novela negra y así mismo, la atmósfera es sugerente, metafórica, combinada con una profunda nostalgia y sentimiento del narrador, que va enmarañando sus recuerdos y evocaciones.   Es la novela de un poeta.  Eielson le cuenta a Julio Ramón Ribeyro:

Empecé el libro en él verano de 1953, en Roma, y lo terminé el verano de 1957, en la misma ciudad, pasando por larguísimos periodos de inactividad. En realidad, aunque ello no se note quizás en la novela, mi disgusto por la literatura era ya evidente y sobre todo la suerte de virtuosismo que yo entonces practicaba. Me parecía literalmente como si me rompiera la cabeza ante un estéril muro de palabras. Llegué a odiarlas. Así, de una masa informe de seiscientas a setecientas cuartillas no extraje sino las más legibles, y aquellas que podían trasmitir más sinceramente al lector ciertas experiencias de mi juventud. 

En cuanto a Primera muerte de María, es una mezcolanza de novela, memorias, diarios, poesía.  Nos remitimos a uno de sus textos antológicos:

A pesar de sus cabellos opacos, de su misteriosa delgadez, de su tristeza áurea y definitiva como la mía, yo adoraba a mi esposa,

alta y silenciosa como una columna de humo.

Cuando la conocí, María vivía en un barrio pobre, cubierto de deslumbrantes y altísimos planetas, atravesado de silbidos, de extrañas pestilencias y de perros hambrientos.

Humedecido por las lágrimas de María, todo el barrio se hundía irremediablemente en un rocío incontenible.

María besaba los muros de las callejuelas y toda la ciudad

temblaba de un violento amor a Dios.

María era fea; su saliva, sagrada.

Eielson en sus ansias de experimentación o como él dijo de ser un humilde deudor de tradiciones, realizó estas obras de arte, combinando mundos, planos narrativos, interpolando géneros, en una atmósfera ubérrima y enriquecedora.

EIELSON, EL POETA

Remitámonos ahora al testimonio del gran escritor colombiano Álvaro Mutis:

En la conversación surgió el nombre del pintor objeto de la muestra y Oviedo me informó que Jorge Eduardo Eielson, autor de los cuadros, era, además, un espléndido poeta. 

Algún gesto de escepticismo debió asomarme al rostro-los pintores, al menos los que yo conozco, suelen estar en pésimos términos con la palabra escrita-, porque Oquendo me contó: “Ahora te doy en casa un libro suyo de poemas”.  Cumplió lo prometido y, ya en el cuarto de mi hotel, leí la bella edición de Mutatis mutandi.  Fue así como entré al mundo de la inagotable belleza de uno de los poetas que hoy más admiro y disfruto.  Al día siguiente conseguí lo poco que podía adquirirse de Eielson en las librerías de Lima, y luego, en la magnífica antología de poetas marginales del Perú hecha por Lauer y Oquendo, Vuelta a la otra margen, pude conocer más poemas de Eielson; allí leí su “Canción y muerte de Rolando”, que considero entre los poemas más perdurables y hermoso del idioma”.

El poema del cual nos habla Mutis es un texto que se conforma por versículos y prosa; donde se entona una especie de himno a la muerte de un joven:

Dulce Rolando, crecido y muerto sobre la yerba de los corazones, con esplendor de hierro y poma de sueño, santa es tu canción, sabida de Dios y de Eliseo.

Luciente copa del cielo se oscurece sobre tu bronca cabeza.   Escuchas a Oliveros tras de las cercas, donde su voz, ya derramada, corre cual victorioso vino.   Estás tan abandonado sin su voz que aún ya muerto le obedeces.   Y sangras solidario.

En el texto van transcurriendo etapas de poetización formidables, de exaltación a un héroe, a un guerrero, a un noble, a un ser mortal con ciertos dotes de divinidad; el éxtasis en el tránsito a la muerte:

Incontenible abrigo, oh guerrero, del tiempo, cuya mano se abre verdosa bajo la tierra y emerge a tu alrededor cargada de góticas osamentas y frutos.  ¡Oh mortales fondos, tan sólo poblados por tu fulgor, oh pálida y fiel Olifante, sonando y sonando por la yerba!

En el año de 1945, Jorge Eduardo Eielson gana el Premio Nacional de Poesía del Perú con su libro Reinos.  El joven poeta solo contaba con 21 años y con ese poemario logra deslumbrar no sólo a críticos y lectores, sino que será un clásico de la poesía peruana que influiría en poetas posteriores.  De esta experiencia, relata:

Mis primeros poemas, como Reinos o Canción y muerte de Rolando es a Javier Sologuren que debo su difusión y creo que fue él el que envió los originales a un premio nacional, que me fue otorgado. 

El tono y el estilo se enraízan en las corrientes neobarrocas:

Sobre los puros valles, eléctricos sotos,

Tras las ciudades que un ángel diluye

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En el cielo, cargado de heces sombrías y santas,

El joven oscuro defiende a la joven.

Contemplan allí el verde, arcaico Señor

De los cedros, reinar furtivo en sus telas,

Guiar la nube esmeralda y sonora del mar

Por el bosque, o besar los abetos de Dios,

Orinados por los ángeles la luna y las estrellas:

Manzanas de amor en la yedra de muerte

Ve el joven, solemnes y áureos cubiertos

En la fronda maldita, que un ciervo de vidrio estremece.

La joven, que nada es ya en el polvo sombrío,

Sino un cielo puro y lejano, recuerda su tumba,

Llueve e irrumpe en los brazos del joven

En un rayo muy suave de santa o paloma.

Las imágenes van sucediéndose en un tono profético:

Aura suprema, besa mi garganta helada,

Confiéreme la gracia de la vida, dame

El suplicio de la sangre, la majestad

De la nube. Que en cada gota del diluvio

Haya tristeza, sombra y amor. ¡Oh, romped

Hervores materiales, cráteres radiosos!

El sol del caos es grato a la serpiente

Y al poeta. 

En 1952, Eielson publicaría otro de sus libros más emblemáticos Habitación en Roma, el cual está inspirado en paisajes y localidades de Italia.  Jorge Eduardo Eielson salió del Perú en búsqueda de otros horizontes.  Europa era su estrella en el firmamento; recorrió varios países hasta quedarse en la tierra de Dante Alighieiri, Montale, Quasimodo, Ungaretti y otros.   Allí conoció quien lo acompañaría por varias décadas, el artista Michele Mulas, su compañero de vida, quienes crearon una hermosa casa con estudios para ambos, jardines con arboles enormes y en donde se mezclarían estaciones de creación en cuento a pintura, nudos, instalaciones, narrativa y poesía del autor peruano.  En Italia encontró la libertad para vivir su homosexualidad sin reservas, sin secretos y con el gozo de sentirse amado y reciprocado.  De este escenario es el siguiente poema:

VIA APPIA ANTICA

heme sin cabeza y sin calzado
esperando tu llegada
con una mano azul y otra amarilla
para ocultar mi tristeza
mientras la lluvia empieza
y un saxofón de plata suena y suena
en la via appia
un par de anteojos oscuros
y besarte siempre en los ojos
mientras se mueve el sol
de un día a otro
y tus vestidos vuelan incendiados
por la via appia
con mi corazón latiendo siempre
siempre siempre siempre siempre
un par de anteojos oscuros
y tal vez un saxofón
por la via appia

Después de Reinos, el tono poético se Eielson se asume más libre, más coloquial y lúdico por así decirlo.   Se descarna la voz y el hablante lírico se muestra sin máscaras, con toda su melancolía y música.  Veamos ahora el poema

Nunca tus mil ojos claros
con mis dos ojos negros nunca
tu cuerpo luminoso
entre mis brazos oscuros?
¿la luz hermafrodita que se asoma
entre los pliegues del profeta
es quizás
tu escultura de diamante
que nos llama
que nos llama
que nos llama
desde alfa de centauro?
apareces
y desapareces
eres y no eres
sino sonido silencio sonido
silencio nuevamente
sonido otra vez
hormigueo celeste
blanco y negro que no cesa
y sólo existes
porque te amo

te amo
.te amo
te amo

te amo

te amo
escultura de palabras
escultura de palabras
escultura de palabras
escultura de palabras

Noche oscura del cuerpo es un poemario del año 1955 y aquí el cuerpo es el leiv motiv de la poetización, del sentido, de la carnalidad y la espiritualidad y la celebración de la corporeidad.  Aquí el inicio:

Cuerpo anterior

El arco iris atraviesa a mi padre y mi madre

Mientras duermes. No están desnudos

Ni los cubre pijama ni sábana alguna

Son más bien una nube

En forma de mujer y hombre entrelazados

Quizás el primer hombre y la primera mujer

Sobre la tierra. El arco iris me sorprende

Viendo como lagartijas entre los intersticios

De sus huesos y mis huesos viendo crecer

Un algodón celeste entre sus cejas

Ya ni se miran ni se abrazan ni se mueven

El arco iris se los lleva nuevamente

Como se lleva mi pensamiento

Mi juventud y mis anteojos.

Este poema hace alusión al origen de la especie, a la unión del hombre y la mujer.  Aquí Eielson se atreve a mencionar a sus padres.  Su historia familiar es compleja; ya que es hijo de un estadounidense y de madre peruana.  El padre abandona a la madre y la relación será casi nula en el torrente de los años y la madre lo da en adopción.  Con otra familia, se descubre artista. 

En una entrevista a Rafael Montoro, su heredera Marta Canfield, nos dice:

―Su infancia fue muy trágica y él prefería no hablar mucho al respecto. Fue abandonado por su padre. Sin embargo, a los 80 años, el poeta descubrió que su padre no había muerto, sino que lo había abandonado y regresado a Estados Unidos, donde formó otra familia. Este descubrimiento fue sorprendente para Eielson, ya que toda su vida le habían dicho que su padre había fallecido. Él no tuvo una figura paterna presente en su vida. Su madre, que lo visitaba en la casa de una mujer que lo había adoptado, mantenía una relación fría con él.

―En el 2004, dos años después del fallecimiento de Michele, Jorge fue contactado por dos mujeres de apellido Eielson que creían ser parientes suyas. Una de ellas era Olivia Eielson, una artista y escritora estadounidense que toca el violonchelo. Ellas expresaron su deseo de conocerlo, ya que habían visto su foto en internet y creían que existía un vínculo familiar. Él aceptó recibir su visita y se encontró con Olivia y su prima Kari Mork Eielson, quien reside en Suiza. Durante el encuentro, Olivia le mostró una fotografía de su padre que resultó ser casi idéntica a una que Jorge tenía de su propio progenitor. Luego de un corto tiempo, Jorge llevó a su hermana a una casa en la isla de Cerdeña para pasar el verano juntos durante dos meses, y durante ese tiempo se sintió muy feliz. Él, en algún momento, me dijo: “Michele primero me dejó solo, pero luego me mandó a mi hermana para que me acompañe”.

En el poema Cuerpo enamorado, Eielson nombra a su cuerpo sin tapujos:

Miro mi sexo con ternura

Toco la punta de mi cuerpo enamorado

Y no soy yo que veo sino el otro

El mismo mono milenario

Que se refleja en el remanso y ríe

Amo el espejo en que contemplo

Mi espesa barba y mi tristeza

Mis pantalones grises y la lluvia

Miro mi sexo con ternura

Mi glande puro y mis testículos

Repletos de amargura

Y no soy yo que sufre sino el otro

El mismo mono milenario

Que se refleja en el espejo y llora

De 1964 es el poemario Ceremonia solitaria, donde hay poemas de extrema belleza que cantan sin reservas al cuerpo, a las circunstancias, a la sensualidad, a la soledad, a la terrenalidad como el de Ceremonia alrededor de un tintero:

Todo el mundo huye de mi corazón
Porque parece un cocodrilo. Todo el mundo dice
Que no soy un hombre sino un árbol derribado. Nadie sabe
Que entre mis ojos de niño y mi pecho cansado
Hay solamente musgo, llanto, flores indecibles,
Versos que parecen de oro puro
Y no son sino fragmentos de una estrella de papel.

Y la sexualidad desbordada como en el poema Ceremonia solitaria en compañía de tu cuerpo:

No sé cuál es tu piel y cuál la mía

Cuál mi esqueleto y cuál el tuyo

Tu sangre brilla en mis arterias

Semejante a un lucero

Mis brazos y tus brazos son los brazos

De una estrella que se multiplica

Y que nos llena de ternura

Somos un animal que se enamora

Y el magnífico Ceremonia solitaria en compañía de mí mismo:

Y yo que te pienso diverso

                               Yo que te pienso diverso

Cada día me parezco más a ti

                                Cada día me parezco más a ti

Que no te pareces a mí.

Estamos pues ante la obra y el legado de un artista imperecedero, descomunal, multifacético; quien trascendió fronteras de su Perú natal, quien bebió de sus artes primigenias, originarias, quien tomó materias primas para moldear sus arenas, sus colores, sus nudos, sus silencios, sus sonidos.  

El Perú siempre estuvo en él.  Nuevamente, Marta Canfield, nos dice:

―Un día le dije: “Hace 40 años que estás viviendo en Italia y por el tiempo que llevas aquí, seguramente podrías obtener la ciudadanía italiana”. Luego de decirle esto, me respondió: “La ciudadanía jamás la pediré. ¿Qué dirían en el Perú? Imagínate si pido la ciudadanía italiana. No, no, yo soy peruano, no quiero eso. En el Perú, nunca me lo perdonarían. No lo haré nunca”.

Rescato una de sus declaraciones dadas a Renato Sandoval y a Hugo Salazar:

En cierto sentido encuentro mejorado el país. Obviamente no se trata de mejoramientos políticos o económicos, pues eso es otra historia; pero anímicamente sí lo veo diferente. La actitud de las personas ha cambiado; ahora la gente es más abierta, quizás también más crítica.

Frente a ese estado de cosas me sitúo yo como hombre, como peruano que soy. Porque yo creo que lo que hago es de veras peruano y está ligado íntimamente a mi idiosincrasia. Evidentemente hay en ello toda una dimensión universal, que es producto de mi vida y no necesariamente por el hecho de haberme ido a Europa sino por haber participado de algún modo en la cultura planetaria en movimiento. No se deja de ser peruano porque se habla inglés o francés. Yo no pienso en inglés ni en francés; pienso como peruano, defiendo a mi país.

Y aquí está Jorge Eduardo Eielson, en su centenario, en cada una de sus pinturas, en sus audiopinturas, en sus instalaciones artísticas, en sus quipus modernos y en sus nudos de arte, en sus performances, en sus poemas (cada verso que escribo es de carne y hueso), en sus novelas híbridas; él está en la fulguración de sus colores andinos, en el piafar de las llamas, alpacas, vicuñas y guanacos por los apus portentosos, en el aleteo de aves por la amazonía, en los peces glife por las playas y costas donde duermen las momias y la arcilla polimorfa de las primeras culturas amerindias.   Despiertan al sol.  Duerme y despierta este dulce Jorge Eduardo, de arena y de adobe total, de nudos simples y complejos, de nudos que desanudan y anudan el amor, que anudan y desanudan al Perú; ya que como él dijo:

Nudos que no existen

Pero que resisten

Y resisten

Por: Javier Alvarado