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Foto | Cortesía Yeny García VOA

Por: Yeny García Voz de América

Mauricio Diazgranados (Colombia) estudió Biología en la Universidad Javeriana de Bogotá. Desde allí, su recorrido lo llevó por primera vez a Estados Unidos a estudiar un doctorado y un posdoctorado en la Universidad de San Luis junto al Jardín Botánico de Missouri, a los que luego siguieron otros tres años de investigación en el Museo de Historia Natural del Smithsonian en Washington.

Recorrer los más de 4.000 kilómetros que separan a su natal Colombia de Nueva York es tan fácil para Mauricio Diazgranados como cerrar los ojos y respirar el olor de las plantas en la pequeña «selva» del Jardín Botánico de la ciudad, a donde llegó para hacer historia como el primer director científico latinoamericano en la centenaria institución.

«Es casi como ver viejos amigos. Es un sentimiento entre nostalgia, pero también de alegría y que reconforta, porque en un instante uno se transporta a esos ambientes y recuerda todo lo que ha podido vivir», sonríe mientras aspira profundamente el aroma del pedacito de Colombia, guardado en un invernadero en medio de una de las mayores junglas de asfalto del mundo.

La llegada de Diazgranados al Jardín Botánico de Nueva York (NYBG en inglés) el pasado junio es para el renombrado investigador de 48 años, un «sueño cumplido» que va más allá de los triunfos personales.

Su designación significa también que por primera vez en el más de un siglo de historia de ese oasis neoyorquino, el líder de su equipo investigador proviene de la misma región de donde han llegado gran parte de las especies en su vasta colección.

El colombiano Mauricio Diazgranados posa junto a especímenes latinoamericanos que forman parte de la extensa colección del Jardín Botánico de Nueva York, donde Diazgranados hizo historia como el primer director científico hispano en los más de cien años de la institución.
El colombiano Mauricio Diazgranados posa junto a especímenes latinoamericanos que forman parte de la extensa colección del Jardín Botánico de Nueva York, donde Diazgranados hizo historia como el primer director científico hispano en los más de cien años de la institución

El recorrido del joven montañero hasta convertirse en un científico y ambientalista de fama mundial ha sido «largo, lleno de esfuerzo y pasión», pero también de responsabilidad.

«Estamos ante una situación de crisis climática con enorme pérdida de la biodiversidad. Algunos dicen que somos los protagonistas de la sexta extinción masiva de especies», advierte. Por eso la suya y la de sus colegas, es una «carrera contra el tiempo» para «desbloquear» el potencial de las plantas y los hongos en beneficio de la humanidad.

El sueño de un caminante

De sonrisa amplia y gestos cercanos, Diazgranados da inmediatamente la impresión de ser una persona que ama profundamente lo que hace. También se nota a simple vista la intensidad en su mirada. Su hablar rápido, pero firme y redondeando cada palabra – casi como si dictara una conferencia- engancha al interlocutor desde la primera frase.

La corbata azul marino con pequeños T-Rex, idéntica al pañuelo de bolsillo del saco, complementan con un guiño su apariencia impecable y ofrecen un atisbo de su personalidad.

Sin embargo, Diazgranados no siempre llevó traje. Para llegar a donde está, el colombiano vistió atuendo de mochilero, botas y comenzó andando. Literalmente.

El Jardín Botánico de Nueva York tiene el mayor herbario del hemisferio occidental y gran parte de sus especímenes provienen de Latinoamérica, explica el colombiano Mauricio Diazgranados, el primer director científico hispano en los más de cien años de la institución.
El Jardín Botánico de Nueva York tiene el mayor herbario del hemisferio occidental y gran parte de sus especímenes provienen de Latinoamérica, explica el colombiano Mauricio Diazgranados, el primer director científico hispano en los más de cien años de la institución.

«De joven era caminante, ecologista, ambientalista y me iba a acampar solo, muchas veces a las montañas. De hecho, creé algunos grupos de ecoturismo en ese entonces y rápidamente me di cuenta que mi pasión era la naturaleza», cuenta a la Voz de América desde uno de los laboratorios en el Jardín, cuyos amplios ventanales con vistas al bosque de cedros, casi hacen sentir que se está en lo alto de una casa en un árbol.

De sus primeras andanzas por las montañas de Colombia -incluido un viaje en el que se perdió y tuvo que ser rescatado por campesinos-, conserva recuerdos que lo marcarían y le harían buscar un camino profesional que le mantuviera cerca de la naturaleza.

Diazgranados estudió Biología en la Universidad Javeriana de Bogotá. Desde allí, su recorrido lo llevó por primera vez a Estados Unidos a estudiar un doctorado y un posdoctorado en la Universidad de San Luis junto al Jardín Botánico de Missouri, a los que luego siguieron otros tres años de investigación en el Museo de Historia Natural del Smithsonian en Washington.

Con una sólida reputación en el mundo científico, el colombiano regresa a casa. «Serví casi por cuatro años de director científico en el Jardín Botánico de Bogotá. De allí, me ofrecieron una plaza en el Real Jardín Botánico de Kew en Londres en el 2016. Allí permanecí siete años como investigador líder y al frente de de la iniciativa de soluciones basadas en la naturaleza», recuerda.

Es en Londres que le llega la propuesta del Jardín de Nueva York. Después de una extensa ronda de entrevistas y llamadas, el colombiano llegó a su nuevo hogar.

"Todo botánico latinoamericano en algún momento tendrá que pasar por aquí", asegura el renombrado botánico colombiano Mauricio Diazgranados, que hizo historia como el primer director científico hispano en los más de cien años de Jardín Botánico de Nueva York.
«Todo botánico latinoamericano en algún momento tendrá que pasar por aquí», asegura el renombrado botánico colombiano Mauricio Diazgranados, que hizo historia como el primer director científico hispano en los más de cien años de Jardín Botánico de Nueva York

«Más que el sueño de llegar acá, es el sueño de poder realizar esas ilusiones, esas aspiraciones que tengo desde el Jardín botánico, que es lo complicado», agrega.

Un oasis en el medio de una jungla de asfalto

Fundado en 1891, el Jardín Botánico de Nueva York todavía impresiona al viajero, que se maravilla como, en medio de una de las ciudades más grandes, bulliciosas y duras del mundo; puede existir un oasis de verdor y paz, o como lo califica sin más Diazgranados: «uno de los jardines botánicos más hermosos que existe en el mundo».

Enclavado en una reserva natural de 50 acres y con el río Bronx atravesándolo, el NYBG es una gema casi escondida para turistas y locales, pero no para los botánicos. «Es uno de los jardines que tiene una de las colecciones de plantas vivas más importantes y más diversas del planeta», insiste Diazgranados.

El Jardín Botánico tiene «seis colecciones científicas de referencia que van desde un banco de ADN hasta láminas de cortes anatómicos» de especies tropicales, el mayor herbario del hemisferio occidental y la biblioteca botánica más grande del mundo

«Tenemos laboratorios de primera clase donde hacemos investigación científica de punta y podemos trabajar en aspectos que van desde escalas micro: como genómica o procesos evolutivos a nivel molecular, a escalas macro: como ecología del paisaje, restauración y aspectos relacionados con conservación de ambientes verdes en zonas urbanas», enumera entusiasmado.

El renombrado botánico colombiano Mauricio Diazgranados sostiene uno de los especímenes estudiados en los laboratorios del Jardín Botánico de Nueva York, donde Diazgranados hizo historia como el primer director científico hispano en los más de cien años de la institución.
El renombrado botánico colombiano Mauricio Diazgranados sostiene uno de los especímenes estudiados en los laboratorios del Jardín Botánico de Nueva York, donde Diazgranados hizo historia como el primer director científico hispano en los más de cien años de la institución

El NYBG es «básicamente es un centro de conocimiento en donde nuestra misión es entender esa diversidad de plantas y hongos y cómo podemos desbloquear y utilizar el potencial de estas especies para el beneficio de toda la humanidad», subrayó.

Diazgranados, un incansable promotor de la biodiversidad colombiana, es la autoridad en el estudio de los frailejones o espeletia, naturales de los páramos del país suramericano, entre los de mayor biodiversidad en el mundo. Desde el Jardín Botánico de Kew lideró un programa para fomentar el estudio del tesoro vegetal colombiano.

Ser el primer director científico latinoamericano del Jardín Botánico de Nueva York es para el colombiano «es una enorme satisfacción y alegría, porque esta es además una institución que desde hace mucho tiempo ha trabajado en Latinoamérica y por Latinoamérica».

En el equipo investigador liderado por Diazgranados hay científicos de Colombia, Venezuela y pronto de Argentina. «Latinoamérica está presente», afirma, mientras agrega que de los 7,8 millones de especímenes en el herbario del NYBG, «buena parte de ellos provienen de países latinoamericanos».

«Todo botánico latinoamericano en algún momento tendrá que pasar por aquí. El compromiso que yo tengo como colombiano y latinoamericano es muy grande. Por un lado, continuar con los procesos de apoyo, de colaboración con la comunidad hispana, no solamente acá, sino también en nuestros países, y continuar apoyando la investigación y la protección de nuestra riqueza natural», destaca.

Una «carrera contra el tiempo»

El desentrañar los secretos que esconden las plantas ha sido una de las razones que mueven a Diazgranados, autor de una base de datos muy extensa con especies útiles para el ser humano o que ayudan en la lucha climática. «Tenemos un profundo conocimiento en cuanto a química, usos, evolución, etcétera, aproximadamente solo del 10 %», subrayó.

«Tristemente tres de cada cinco plantas en el mundo se encuentran amenazadas y uno de cada tres árboles está amenazado en este momento. Eso quiere decir que estamos perdiendo muchas especies que aún no conocemos (…) y cuyos usos se van a perder para siempre. Posiblemente alguna de esas especies contiene la cura para alguna enfermedad importante y estamos dejando que desaparezca. Por eso es una carrera contra el tiempo», explica.

Diazgranados, que llegó en junio pasado a una Nueva York apocalíptica, envuelta en un humo naranja proveniente de los incendios forestales en Canadá, alerta sobre que es posible que estos eventos sean cada vez más frecuentes.

«Tenemos problemas con polución, tenemos problemas con deforestación, con tráfico ilegal de especies, con especies invasivas. Creo que en este momento es el momento para que desde la ciencia tengamos una responsabilidad muy grande para tratar de contribuir con soluciones que nos permitan mitigar y ojalá eliminar esos problemas ambientales para lograr entre todos tener un mundo mejor y más sustentable».

Por: Yeny García Voz de América Con la colaboración del reportero de la VOA, Jaime Moreno