“¿Podemos ser optimistas hoy?” fue la pregunta que animó a cientos de personas, de más de 20 países, de una a otra orilla del Atlántico, a escuchar el diálogo virtual de Alfonso Sánchez-Tabernero, rector de la Universidad de Navarra (España) y José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia.
Este diálogo, última sesión del espacio Stop&Think Now, ideado por la Universidad de Navarra, justo porque en la crisis es necesario “pararse a pensar”, derivó en un catálogo de lecciones aprendidas y reflexiones que reivindica la importancia del optimismo en estos tiempos turbulentos, la otra dosis de esa vacuna necesaria, en medio de una pandemia que está llamada a poner en valor lo mejor de las sociedades.
José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia, comenzó por contar que a lo largo del manejo de varias crisis, tanto en España como en América, ha hecho suyo un manual con argumentos prácticos: Mantener la serenidad; enfrentar la situación con realismo y un buen diagnóstico, revisar el mapa de riesgos y tomar decisiones con la humildad intelectual que permite determinar errores y capacidad de rectificar.
Sin embargo, una amenaza como el covid-19 no estaba previsto en el mapa de riesgos, de allí que fue necesario repensarlo desde la perspectiva de la salud laboral.
Reconoce que si hace cuatro meses le decían que el 95% del equipo estaría en teletrabajo y lo haría de una manera perfecta y sincronizada, no se habría imaginado ese panorama.
Una primera gran lección que reivindica es la capacidad del ser humano y de las organizaciones de adaptarse a nuevas maneras de trabajar.
Sánchez-Tabernero observa, desde su experiencia, que la fuerza de una organización se traduce en el compromiso de su gente, en ese liderazgo que busca con determinación dar lo mejor de sí mismo y lo da porque quiere, de lo contrario, busca excusas.
Goirigolzarri cree mucho en los intangibles, “en el orgullo de pertenecer, y eso no está en el balance, en los estados financieros, pero forma parte del alma de una organización”.
El rector de la Universidad de Navarra observa que este momento consigue a los bancos, pero en general a la sociedad, con la necesidad de tener sensibilidad; corazón: “Debemos compartir el problema; ayudarnos unos a los otros. Nuestra fuerza tiene que ver con la capacidad de ayudarnos y compartir un proyecto”.
Humildad, no debilidad
Sánchez-Tabernero analiza, en otra perspectiva, cuán vigente tiene por estos días el sentido de la palabra humildad, no como debilidad y sí como reconocimiento de no saberlo todo.
“La gente que mejor ha reaccionado es quien decía no lo sé todo. La humildad te lleva a buscar la ayuda, el consejo, la mirada y la perspectiva del otro” y, en su visión, quienes han liderado mejor las compañías, son quienes han buscado apoyos y colaboración mutua.
“La humildad es fundamental; sin ella no hay aprendizaje. Es la base de la superación de la vida; sin humildad no puedes entender la posición del otro y te lleva a la crispación. Sin humildad no puedes avanzar”, reflexionó el presidente de Bankia.
Por otra parte, el rector de la Universidad de Navarra señala que en las crisis es importante anticipar las preguntas y angustias de las personas. En el caso de su institución sería si habría clases, graduación o exámenes.
La información detalló, debe ser precisa, breve, cuantificada y adaptada a cada público: Hemos hecho el ejercicio de ponernos en la cabeza de la gente y tener una mirada colectiva.
Tres han sido sus prioridades, importantes de conocer porque sirven de lineamientos para otras organizaciones:
-La salud. Proteger a la gente.
-Hacer la tarea docente, de investigación y sanitaria lo mejor posible.
-“Lo estamos pasando mal, pero hay quienes lo están pasando peor, así que nuestra respuesta debe ser solidaria”.
Goirigolzarri pone particular énfasis en los valores como el verdadero motor de las organizaciones en estos escenarios de crisis: “Una persona se motiva porque tiene el paraguas de los valores y una relación permanente con su jefe, su líder, quien le da ejemplo y le hace vivir esos valores. Creo mucho en el liderazgo institucional”.
Para Sánchez-Tabernero hay varias certezas.
El trabajo y los ingresos, temas del presente, “están en manos de la empresa y de la banca”, “pero las respuestas del futuro están en manos de la universidad, y nos encontramos con un desafío único”.
La universidad, observa el rector, no es solo el lugar para adquirir conocimientos porque la vida y el trabajo cambian; es el lugar donde uno se forma para enfrentarse a lo nuevo con criterio, plantearse nuevas preguntas y adquirir hábitos morales.
La esperanza, ese posible
Goirigolzarri observa crucial que “esta crisis no nos conduzca a una ansiedad que nos lleve al fatalismo. Sepamos que el futuro no está escrito y se puede volver a escribir. De esta podremos salir porque el futuro nos dará oportunidades. Tenemos la obligación de ser optimista; es igual que confiar en nosotros mismos”.
Es partidario, además, de retar a las previsiones, «porque nada está escrito”.
Razona que la vulnerabilidad y la incertidumbre “no nos puede llevar a buscar soluciones fáciles que conduce a caminos sin futuro”.
Eso significa, subrayó Goirigolzarri, tomar las decisiones adecuadas que están en la línea del respeto a la libertad de las personas.
Recuerda que la crisis es también una disrupción, y, por tanto, el momento de las oportunidades y de creer en las capacidades.
“El futuro no es sencillo, pero depende de nosotros”, exhortó.
Sánchez-Tabernero, así como Goirigolzarri, ponen dosis de esperanza en los jóvenes y los animan a revertir el desánimo porque les pertenece su capacidad para la innovación, la creatividad y el atrevimiento, que también se ha puesto de manifiesto en mayores pero con la “edad mental” de la juventud.
Confiar con optimismo en el futuro, es la lección que cerró este diálogo con mucho de mañana. O como escribió san Josemaría, vivir un optimismo que “hunde sus raíces en la conciencia de la libertad y en la seguridad de poder de la gracia; un optimismo que lleva a exigirnos a nosotros mismos”.
Violeta Villar Liste
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