fbpx
Imagen de Freepik

Por: Psicóloga María Mercedes Armas

La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
[email protected]

¿Cómo afecta la separación conflictiva de sus padres a los niños, niñas y adolescentes?

La opción de “separarse bien”, lamentablemente, es la menos escogida por los miembros de la pareja que deciden separarse, causando así mayor sufrimiento tanto a ellos mismos como a los familiares, en especial a sus hijos e hijas. Estos sufren grandes cambios a raíz de la separación de sus padres debido a que cambian las rutinas, responsabilidades y estilo de vida.

Cuando las separaciones son conflictivas, la parte más vulnerable la llevan los niños/as, debido a que se encuentran sujetos a decisiones que toman los adultos sin considerar los efectos que tienen en ellos.

Entre los factores que se ven más afectados tenemos aquellos que modifican su rutina diaria y que pueden tener un fuerte impacto en su desarrollo e incluso rendimiento académico. Por ejemplo: cambio de residencia, de colegio, reducción de actividades extracurriculares, alejamiento de sus amigos y compañeros de colegio; lo cual implica un proceso de adaptación difícil de asimilar.

Otro aspecto importante es la reducción del contacto con el padre o madre que se muda aparte; lo cual puede incidir negativamente en su relación y aún más si recibe, por parte del otro progenitor, mensajes que van destruyendo la imagen o vínculo que ha tenido con él o ella.

Estos son dos de los factores a considerar por los adultos en bien de sus hijos e hijas; ante lo cual es recomendable alterar lo menos posible sus rutinas y vínculos debido a que esto les proporciona seguridad dentro del caos que genera una separación, sobre todo si es conflictiva. Es importante que cada uno revise si realmente está dispuesto a poner como prioridad el bienestar de sus hijos y a minimizar el sufrimiento que genera la separación entre ellos.

A nivel psicológico se hace necesario estar en contacto y al tanto del estado anímico del niño/a. El diálogo abierto y acorde a su edad es una excelente herramienta para que los niños/as drenen sus emociones y obtengan respuestas a sus interrogantes o inquietudes en relación al proceso de separación.

Por su bienestar emocional, se hace necesario evitar las discusiones en presencia de ellos y no generar críticas o comentarios negativos que les afecten a nivel emocional y puedan producir un daño a su salud mental.

Las reuniones y encuentros con los niños/as no deben convertirse ni ser usados para mal poner a la ex pareja ni alimentar resentimientos que luego son difíciles de sanar. Las separaciones conflictivas experimentadas a temprana edad es uno de los factores que genera más daño en este sentido, el cual tiende a evidenciarse en la etapa adulta y a la hora de establecer pareja o desempeñar el rol de padres/madres.

Cada uno de los adultos debe asumir y procesar las implicaciones de sus decisiones de pareja sin colocar sobre la espalda de los niños/as la responsabilidad de ser su confidente o paño de lágrimas, su aliado contra el otro o cualquier otra posición inadecuada y dañina para su salud mental y emocional.

Por el contrario, es vital aprovechar positivamente el tiempo que se pasa con los hijos/as para construir una relación fuerte y sana que los apoye a afrontar la crisis del momento y les permita madurar, sentirse amados y seguros, sabiendo que, independientemente del proceso de separación, ellos son lo más importante para ambos.

El contacto entre los padres debe privilegiar el tema de la protección de sus hijos/as en situación de crisis, minimizando los daños y dándoles el apoyo emocional que necesitan y, de ser necesario, buscar el acompañamiento profesional a nivel psicológico.

En el proceso de separación es frecuente que los padres y madres cometan el error de pensar que sus hijos/as permanecen emocionalmente ajenos al conflicto y que no los va a afectar. Lo cierto es que ellos están inmersos en la crisis y están derivando consecuencias a nivel emocional y a otros niveles de su vida, dependiendo de cómo sus padres manejen la situación.

Dependiendo de la edad tendrán una mayor comprensión de lo que sucede; quizás no lo entiendan tan ampliamente pero sí que perciben el ambiente tenso y la variación del estado emocional de los padres y sentir temor durante las discusiones. Estos procesos pueden generar en los niños/as efectos emocionales como ansiedad, miedo, inseguridad, dificultades sociales o académicas; pueden tener cambios en sus conductas habituales y episodios de llanto, rabia, irritabilidad o manifestaciones que, aparentemente, no tienen nada que ver, como comenzar a morderse las uñas, orinarse en la cama y otros retrocesos en su desarrollo psico emocional, aislarse, no poder dormir, golpear a sus amigos o hermanos, entre otras.

Algunos aspectos a considerar de manera especial son:

· Cuando los niños se hacen los fuertes o que no les importa la situación; lo cual puede indicar que el niño se está «tragando» lo que siente, no lo expresa.

· Cuando los niños se convierten en protectores de alguno de los padres; asumiendo un rol que no les corresponde.

· Cuando los niños se culpan por sentirse responsables de la separación.

En la segunda parte hablaremos acerca de los puntos que tienden a ser más conflictivos en las separaciones y de cómo manejarlo de la mejor manera de cara a los hijos/as.

Por: Psicóloga María Mercedes Armas