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Por: Psicóloga María Mercedes Armas

La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
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Los procesos de duelo abren todo un abanico emocional que es necesario sentir, reconocer y validar. Su expresión es cambiante a lo largo del proceso; pueden aparecer repentinos estallidos emocionales o puede que dichas emociones estén bloqueadas y exista dificultad para sentirlas y expresarlas.

¿Cuáles son las emociones que surgen en un proceso de duelo?

La tristeza, la lamentación, la expresión del dolor por la pérdida. Es muy importante que podamos expresar esta tristeza, que nos demos el permiso de sentirla y expresarla. Constituye un vínculo con aquello que perdimos y que lamentamos profundamente haber perdido, lo cual, en el fondo, nos conecta con el amor y valoración que tenemos hacia lo perdido e incluso nos permite darnos cuenta de qué tan importante era esa presencia para nosotros.

Los miedos. Temor a no poder superar ese dolor, a no saber cómo seguir viviendo luego de esa pérdida. Se llega a sentir miedo a olvidar a la persona, en un querer aferrarse a su recuerdo y presencia. Es frecuente el sentimiento de que la pérdida “le sacó el piso”, le quitó lo seguro y conocido, le quitó los planes a futuro, un futuro que ahora se considera incierto y demasiado doloroso para vivirlo. Miedo a los cambios que implica la pérdida, ya que en ocasiones la desaparición física de una persona trae consecuencias en el estilo de vida de las familias por situaciones de dependencia económica o emocional. Aparece el miedo a la soledad.

La rabia es un elemento frecuente en los duelos, aunque poco reconocido; surge de la frustración por la pérdida. Incluso puede haber rabia hacia la misma persona fallecida por el hecho de haberse ido, se puede vivir como un abandono, o por temas pendientes que nunca se trataron de frente y ahora ya no es posible.

Con frecuencia la rabia, como es una emoción activa y fuerte, sirve para tapar otras emociones como la tristeza, considerada como signo de debilidad, o el miedo; también sirve como una manera transitoria de afrontar el dolor.

Hay otras expresiones emocionales que tienden a surgir tales como la culpa y el resentimiento.

Por lo general hay una mayor intensidad y frecuencia emocional al inicio del duelo, que va disminuyendo con el tiempo y según avance el proceso de adaptación a este cambio doloroso.

En estos casos la persona que apoya puede:

  • Permitirle a la persona que hable sobre el tema y exprese sus emociones. Utilizar la escucha activa y empática.
  • Darle su tiempo para que tome las decisiones posteriores a la pérdida, sin apresurarlo ni decidir por él o ella.
  • Apoyarlo en los procesos que necesite hacer para integrar su duelo.
  • Enfocarse en lo bueno y bonito de la relación y en los recuerdos positivos.
  • Sugerir el apoyo profesional en caso de que no haya avances en el tiempo.

Entendiendo que los procesos de duelo no son iguales para todas las personas, hay algunos puntos importantes a considerar en la cotidianidad, entre ellos:

  • En lo posible mantener las rutinas cotidianas de alimentación y sueño, aunque estos dos factores tienden a verse afectados.
  • Permitirse la expresión de las emociones que surjan, entendiendo que son parte del proceso de duelo.
  • Realizar actividades que ayuden a “desconectarse” o a descansar un poco del sentimiento de dolor; aunque exista resistencia a ello, por ejemplo: ver alguna película, caminar, pasear a la mascota, leer, etc.
  • Permitirse algunos momentos de soledad.
  • Posponer la toma de decisiones importantes o trascendentes. Decidir lo básico de cada día.
  • Darse tiempo para vivir este proceso e ir recuperando a su ritmo la estabilidad emocional.
  • Permitirse usar recursos tipo ritual que ayuden en el proceso del duelo. Si no tiene alguna práctica religiosa significativa que, por lo general, incluyen estos rituales, la persona puede generar sus propios significados como por ejemplo: mirar las fotos, colocar alguna música especial, usar la meditación, colocar flores, inciensos, visitar lugares, entre otros.
  • Valorar los reencuentros, ya que en ocasiones los duelos llevan a reencuentros con familiares, amigos, prácticas religiosas o espirituales, lugares o actividades vinculadas al ser que se ha perdido.
  • Buscar apoyo en caso de sentirse desbordado emocionalmente.

Como toda experiencia humana, el duelo también nos permite una enseñanza. Este es un aspecto que podemos explorar para ofrecerle a la persona en duelo una alternativa para canalizar su pérdida reconociendo los aspectos valiosos y el legado que le deja esa relación, proporcionándole el consuelo y la aceptación que le permitirá continuar con su vida dándole sentido, de manera consciente, para poder mirarla con otra perspectiva. Obviamente es un proceso que tomará tiempo.

Por: Psicóloga María Mercedes Armas