El proyecto, ejecutado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), ahora debe ser continuado por los países involucrados. En el Caso de Panamá, asumirán estas funciones el Instituto de Innovación Agropecuaria de Panamá (IDIAP), Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Panamá, sede Chiriquí, Asociación Nacional de Ganaderos (Anagam) y Ministerio de Desarrollo Agropecuario, entre otras
Por: Orlando Rivera

Orlando Rivera. Periodista y abogado, egresado en Periodismo de la Universidad de Panamá, con más de 20 años de experiencia
Tras cinco años de funcionamiento, el proyecto Agro Innova cerrará operaciones en el 2024 y delegará sus funciones en las instituciones aliadas de los países miembros, luego de administrar 6 millones de euros donados por la Unión Europea, para impulsar la resiliencia contra el cambio climático de las poblaciones rurales del Corredor Seco Centroamericano, que abarca 6 países: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.
El Corredor Seco Centroamericano es una franja del Pacífico, altamente vulnerable a eventos climáticos extremos , donde periodos largos de sequía son seguidos de lluvias intensas que afectan fuertemente los medios de vida y la seguridad alimentaria de las poblaciones locales.
El proyecto Agro-Innova, que es ejecutado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) con la asistencia técnica del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), ha generado transferencia tecnológica mediante sistemas agroforestales multiestratos (SAFM), permitiéndole a los productores artesanales enfrentar los riesgos que el cambio climático ocasiona en la producción de cultivos básicos y la ganadería.
Pedro Avendaño Soto, coordinador de la Unidad Ejecutora Regional Agro-Innova, destacó que en cinco años se ha capacitado a 4,000 productores ubicados en el Corredor Seco Centroamericano, en alianza con 24 socios nacionales públicos y privados.
Gilberto Rodríguez, de la Asociación Mixta Agroambiental, Agroartesanal de Cerro Tula, destacó que tiene 20 años que no migra a otros territorios para trabajar, porque gracias al proyecto Agro-Innova han diversificado sus cultivos, logrando acuerdos comerciales con empresas, como ProluxSA, que le ha permitido a él y a otros 25 integrantes de la asociación, permanecer trabajando en el terruño donde nacieron.
» Antes eran nuestros cultivos poroto, maíz y guandú y con el apoyo de Agro Innova hemos diversificado los cultivos al abarcar remolacha, cebollas, lechuga, apio, ñanpí, ñame baboso, ñame diamante, mango, aguacate, marañón, guanábana y árboles maderables como cedro espino, cedro amargo, palo blanco», explicó el productor de la Comarca Ngobe Buglé.
Otros resultados del proyecto Agro Innova son: 33 territorios de intervención, 109 localidades impactadas, 25 socios nacionales, 47 organizaciones vinculadas a lo largo del proyecto, 860 acciones de formación, 73 innovaciones (tecnologías + BP asociadas a parcelas demostrativas e iniciativas de desarrollo), 4, 012 productores que han escalado al menos una Innovación.
Agro-Innova ha usado tecnologías como Exhibit Copernicus aplicado a agricultura tropical, sistema de seguimiento y monitoreo de SAF adaptados, uso de drones, propagación de material genético y banco de semillas.
Agro-Innova creó una red entre instituciones públicas – privadas y organizaciones de productores para transferencia tecnológica . Una vez, cierre operaciones Agro Innova, le corresponderá a esas organizaciones públicas y privadas continuar con la transferencia de conocimientos.
En Panamá asumirán estas funciones el Instituto de Innovación Agropecuaria de Panamá (IDIAP), Facultad de Ciencias Agropecuarias de Universidad de Panamá, sede Chiriquí, Asociación Nacional de Ganaderos (Anagam) y Ministerio de Desarrollo Agropecuario, entre otras.
Los alcances del proyecto Agro Innova y otras iniciativas se conocieron durante el IV Evento Regional Cosechando Soluciones Tecnológicas en Sistemas Agro Forestales, organizado por IICA en ciudad de Panamá.

Biotecnología y los productores artesanales
La biotecnología es una alternativa que genera recelo porque se asocia exclusivamente con los cultivos transgénicos, cuando biotecnología es una amplia rama interdisciplinaria de las ciencias biológicas. Consiste en toda aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos, organismos vivos y sus derivados.
Elmer Esquivel, coordinador técnico de IICA, indicó que hay muchas bondades en la biotecnología, pero persiste el temor porque se asocia con los productos transgénicos.
«La biotecnología es más que eso y nuestros países deben estar preparados y tener controles para impulsar esa tecnología, sin embargo en algunos países ni siquiera están regulados» .
Carlos Cordero, investigador de CATIE, señala que la biotecnología es una herramienta más, que no tiene que ver con trasngénico exclusivamente, es una herramienta que permite abaratar costos a los productores.
Erick Quiros, coordinador regional central IICA, cuestionó el hecho de que en Centroamérica no hay un esquema que facilite el registro de productos, condenando al productor al autoconsumo, privándolos de generar ingresos adicionales, mientras que en los países desarrollados las multinacionales invierten millones en investigación a nivel de protección de cultivos con base en productos biológicos, rescates de semillas y soluciones digitales.
«En la región, hay productores que generan insumo de alta calidad, pero no lo pueden registrar, condenándolos al autoconsumo o a comercializar localmente porque los países de la región carecen de marcos regulatorios suficientemente claros, impidiéndoles comercializar la gran cantidad de innovaciones existentes, en particular biofertilizantes y bioplaguicidas», explicó Quiros.
Quiros sostiene que se debe establecer marcos legales que regulen la biotecnología y le permitan a los productores artesanales comercializar sus innovaciones de manera legal.
Con respecto a la producción de insumos orgánicos para la Agricultura, Susana Estrada, consultora de IICA, destacó que hay dos alternativas: el Bio fertilizantes (Inoculantes Biológicos, Bioabonos, Abonos orgánicos, Micorrizas) y los Bioplaguicidas / Bio controladores (Agentes de Control Biológico Microbiano -ACBM, Productos Botánicos, Macro organismos, Preparados minerales, Semioquímicos, Productos Bioquímicos).
En el caso de Panamá, Estrada recomendó aplicar políticas estatales que gestione recursos para infraestructura y equipamiento especializado, capacitación de personal calificado, generar protocolos especializados y tener trazabilidad a través de georreferenciación.
Simón Vásquez, de la Facultad de Ciencias Agropecuaria de la UP, sostiene que la biotecnología vegetal se ha convertido en una herramienta fundamental moderna en la agricultura, particularmente la propagación in vitro permite multiplicar plantas de manera eficiente y rápida, asegurando calidad y resistencia a enfermedades.
En su experiencia con el cultivo de plátano, por cada meristemo se pueden producir hasta 1,000 plantas in vitro, libres de patógenos), a diferencia del método tradicional que pueden traer problemas fitosanitarios.
En Panamá se aprobó la Ley Nº 48, que crea la Comisión Nacional de Bioseguridad para Organismos Genéticamente Modificados, con el objeto de establecer y coordinar las políticas relativas a la reglamentación del manejo de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM), productos y sus derivados, y productos que los contengan para prevenir los riesgos y minimizar los impactos sobre el ambiente, la diversidad biológica, la salud humana y la producción agropecuaria.
La principal fuente de esas políticas se encuentra en la Declaración emanada de la Conferencia de las Naciones sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo y en el plan de acción mundial aprobado en esa Conferencia que se conoce como la Agenda 21 ( Río de Janeiro, 1992).
Organizaciones ecologistas como Greenpeace se oponen al uso de OMG por sus riesgos ambientales, especialmente la posible contaminación genética entre cultivos transgénicos y los convencionales o ecológicos.
La FAO también reconoce ese aspecto en su ‘Declaración sobre biotecnologías’: “Hay que actuar con precaución para reducir los riesgos de transferir toxinas de una forma de vida a otra, de crear nuevas toxinas o de transferir compuestos alergénicos de una especie a otra, lo que podría dar lugar a reacciones alérgicas imprevistas”.
El proceso de aprobación de un producto biotecnológico agroalimentario conlleva años de estudios en laboratorios y en campo, bajo condiciones controladas. Los resultados se someten a los reguladores o gobiernos de cada país y si lo consideran seguro, autorizan su comercialización.
Los países realizan evaluaciones técnicas para garantizar la inocuidad alimentaria y la bioseguridad ambiental, que busca determinar que no haya un impacto negativo del producto biotecnológico en otros organismos, ni un flujo génico hacia otras plantas; riesgos ocupacionales o cambios en las prácticas agrícolas que puedan impactar al ambiente.
Por: Orlando Rivera