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A propósito del Día del Periodista en Venezuela es oportuno leer esta Retrospectiva crítica de Miguel Otero Silva, recorrido por la obra novelística, que el crítico venezolano Carlos Pacheco (1948-2015) publicó en la Revista Iberoamericana, número 166-167, en 1994. Maestro del periodismo, Otero Silva lo fue también de la palabra literaria. Este artículo está contenido en la edición semanal del Papel Literario del diario El Nacional, fundado, justamente, por MOS. A continuación, resumen de la edición completa en la escritura de Nelson Rivera:

Trotalibros es una muy joven editorial aparecida en 2021, cuyas elegantes ediciones, tapa dura y sobrio diseño, se han constituido en una inconfundible presencia en los mesones de las librerías de España. En un catálogo que incluye autores como el griego Nikos Kavadías (1910-1975), la inglesa Anna Kavan (1901-1968), la australiana Elizabeth von Arnim (1866-1941) y el norteamericano Thomas Wolfe (1900-1938), entre otros, ha sido puesto en circulación las novelas Casas muertas y Oficina N. 1 de Miguel Otero Silva (1908-1985) reunidas en un volumen.

La ocasión me permite publicar una parte de Retrospectiva crítica de Miguel Otero Silva, recorrido por la obra novelística, que el crítico venezolano Carlos Pacheco (1948-2015) publicó en la Revista Iberoamericana, número 166-167, en 1994. Es un largo artículo, del que seleccioné alrededor de las dos terceras partes, dedicada a la obra novelística de Otero. Ocupa las páginas 1, 2 y 3.

La página 4 trae mi comentario sobre Gran marcha hacia el abismo (Ediciones Kálathos, España, 2022), novela de Carlos Blanco, su primera incursión publicada en el ámbito de la ficción: “es un retrato de la debacle venezolana (…) Haciendo uso de la ficción, Blanco se cuela en las mesas, habitaciones y despachos donde la avidez de riqueza inmediata decide, avanza y se manifiesta sin límites. Pero este no es un documento político-testimonial.

No es una denuncia que ha adquirido en las manos del autor, las formas de una larga narración. Ni tampoco es el resultado de un proceso de conversión, según el cual una selección de tópicos de la llamada crisis venezolana es empaquetada como una secuencia de episodios. Gran marcha hacia el abismo es una obra que, por encima de otras demandas, ha debido responder a interrogantes inherentes al género de la novela: exigencias del orden literario”.

De Ricardo Ramírez Requena es el texto de presentación de Presencias extrañas (Ediciones Puntocero, 2021), el más reciente libro del cronista, cuentista y editor, Héctor Torres (1968) -parte superior de la página 5-: “Héctor Torres tiene, desde Caracas muerde por lo menos, trabajando la crónica, la memoria, desde la condición simple del relato. Cuenta una historia y agrega aquello que la misma historia necesite para ser eficiente, sea real o no.

Esto, hace estallar el cerebro de mucha gente. Ha ido creando un estilo propio, que le funciona, y navega con él. En Presencias extrañas, encontramos otra cosa. Torres suele contar las historias de otros, las que ha oído, visto, palpado”. En la parte inferior de la página vuelve la columna de Mario MorenzaEl vuelo detenido, dedicada a otra de las novelas de Otero SilvaFiebre no está libre de los desmanes de la dictadura y de su increíble talento para perfeccionar procedimientos de tortura.

En el capítulo VI leemos: “Todo estaba quieto, lastimosamente quieto. La palabra protesta era un muñón sangrante. La cárcel significaba cementerio”, y más adelante: “Y una mañana la vieja Universidad nos vio salir en largas hileras. La ciudad entera se echó a las calles para vernos pasar. Y fuimos entrando, uno a uno, por el portal enmarcado de bayoneta y rostros torvos, en voluntaria marcha hacia la entraña misma del terror”.

Manuel Fernández Labrada es narrador, crítico literario, músico, ensayista y bloguero. En saltusaltus.com publicó el comentario sobre Diario de Donceles, el reciente libro de Ednodio Quintero publicado en España (Editorial Pre-Textos, 2022).

Dice Fernández Labrada: No cabe duda de que el diario es para Ednodio Quintero una forma versátil y de mucho calado: un recipiente artísticamente trabajado en el que cabe casi todo, y donde la revelación personal se nos ofrece enmascarada por la fantasía, mezclada con la invención más desatada. Como sucede con los oráculos, las verdades importantes se revisten en ocasiones de rodeos”. Página 6.

Página 7: Diajanida Hernández Violeta Rojo entrevistaron a Gustavo Valle, quien viajó a Caracas para presentar su novela Amar a Olga (Editorial Pre-Textos, España, 2021). El intercambio con las entrevistadoras resultó revelador: “Más que una novela sobre el amor, es una exploración sobre la memoria. Cómo nos condiciona, de qué manera nos subordina a sus exigencias y fantasías. La novela en ese sentido es extrema, pues convierte a su protagonista en un esclavo de la memoria y de sus caprichos.

¿Qué cuentas pendientes tenemos con el pasado? ¿Qué lugar ocupa en nuestro presente? Pero, además, no solamente el pasado irrumpe en nuestro presente; es el presente, con sus accidentes y episodios, lo que tantas veces activa una vuelta al pasado”.

Le pedí a Eugenia Arria que contara a los lectores del Papel Literario su actividad para abrir espacios y divulgar algo de la literatura venezolana en Suecia. “Acorde a una tradición literaria allegada a las coyunturas históricas que puede remontarse hasta por lo menos el siglo XIX, el corpus literario del curso incluye las novelas Hormigas en la lengua (2015) de Lena YauThe Night (2016) de Rodrigo Blanco CalderónBlue Label/Etiqueta Azul (2010) de Eduardo Sánchez Rugeles, y la colección de cuentos Escribir afuera. Cuentos de intemperies y querencias (2021) editada en Kálathos por Katie BrownLiliana Lara y Raquel Rivas Rojas.

Con esta selección, por los momentos brevísima, pretendo que los estudiantes se relacionen con algunas tradiciones literarias venezolanas y las pongan en diálogo con los temas, espacialidades y maneras de narrar de los textos publicados en la última década, así como también con los procesos históricos cardinales del país que tanto les interesan”. Página 8, arriba.

En la parte inferior de la misma página reproducimos un breve artículo de Francisco Javier PérezUn diccionario alemán en una calle de Caracas, tomado de Los años alemanes (Letra Capital, España, 2018), que reúne 29 piezas cortas dedicadas a libros de autores alemanes.

Página 9, arriba: Milagros Mata Gil nos obsequia El Dublín de Joyce y el Día de Bloom, que comienza así: “Desde 1920 había corrido de aquí para allá, huyendo de la pobreza. Y no es poca cosa pasar inviernos en Trieste o en Zúrich, con mujer e hijos que tiemblan de frío. Los biógrafos dicen que fue egoísta porque dedicaba la mayor parte de su tiempo a escribir. Seguramente amaba a sus hijos y, positivamente, a Nora Barnacle que, además, era enfermera y lazarillo.

Pero lo que en verdad amaba más que a él mismo era la palabra justa, la letra, la literatura. En 1920 comenzaron a publicar en The Egoist fragmentos del Ulises, gracias sobre todo a la influencia de Ezra Pound, que se había propuesto, entre otras cosas, dinamitar la estructura posromántica de la literatura inglesa en esos momentos, con sus enormes vetas victorianas”. Y sigue-

Por su parte, Xenia Guerra, en la parte inferior de la página, nos habla de Pedro Lemebel: “Uno de los procedimientos narrativos en Tengo miedo torero está en lograr un estado de ingenuidad en la lengua. El pensamiento se manifiesta con la furia de la curiosidad. La Loca del frente, llena de historias y dolor, exhibe una lengua primaria dispuesta a moldearse en la aventura vital del deseo amoroso, construye para sí misma un estado de indefensión sin el miedo impertinente al ridículo que podría producirle su evidente experiencia (…) Los boleros en sus letras forman parte del mecanismo lingüístico en el que el pensamiento construye el umbral entre lo tangible y el asombro”.

Llegamos así a la página 10: el dramaturgo y novelista Ibsen Martínez escribe sobre En tierra ajena. Exilio y literatura desde la Odisea hasta Molloy (Editorial El Acantilado, España, 2016), del psiquiatra y ensayista José Solanes (1909-1991), nacido en España, exiliado de la Guerra Civil de España, quien a partir de 1949 se residenció en Venezuela, donde desarrolló una fructífera vida profesional: fue el primer docente universitario sobre Psicología y Medicina, presidió la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, produjo importantes artículos científicos sobre psiquiatría, psicología, exilio y guerra, y escribió En tierra ajena. Escribe Martínez: “Le tomó cincuenta años a Solanes componer este único libro, deslumbrante y hechicero, que en vida no alcanzó a ver publicado. Sin embargo, supo hacer crecer como obra totalizadora lo que, en su origen, buscaba solamente llegar a ser breve ensayo fenomenológico en torno a las conductas del destierro que examinó en el hospital de Sainte Anne de París.

Muchos de sus pacientes fueron antiguos combatientes de la guerra civil española. Acometió este trabajo temprano en la inmediata posguerra civil española, siendo un joven siquiatra discíplo de Mira y López, a la vez que gran lector de Ovidio, Mallarmé y Saint-John Perse, imbuido ya de todo lo que aprendió como colaborador de Eugène Minkowski, padre de la llamada siquiatría fenomenológica”.

En la parte inferior de la página viene mi nota sobre Plagiarios y Cía. Un diccionario (Editorial Renacimiento, España, 2022), de Ricardo Álamo (1965, España), narrador, ensayista y compilador, “volumen afortunado, de recurrentes matices, plural, escrito con gracia y esmero, construido (…) como eficaces reportajes, reseñas o crónicas de hechos que, en ciertos casos, han adquirido tintes conflictivos, noticiosos y hasta tribunalicios”.

El diccionario tiene, aproximadamente, unas 500 entradas: alrededor de 400 remiten a nombres de plagiadores o  de plagiados, las otras 100 (insisto, estos números son aproximaciones) a categorías que, de algún modo, “interrogan, dificultan, desmontan o problematizan la figura del autor”. El único venezolano que aparece con su propia entrada, inevitable, es Rafael Bolívar Coronado y su estrambótica historia. En la entrada que lleva el nombre de un poeta español, Darío Frías Paredes, se cuenta que, entre otros, plagió algunos versos de Jacqueline Goldberg.

No más por hoy: con mis buenos deseos para todos.

Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional

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