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ACFIMAN y la Embajada de Francia en Venezuela organizaron un foro para discutir acerca de las indisolubles conexiones que existen entre los seres vivos

Reportaje ACFIMAN

El foro “Biodiversidad. Una sola salud” permitió analizar en profundidad las relaciones entre las partes del entorno y cómo determinan la salud

La salud humana está atada a la biodiversidad: nos guste o no, estamos obligados a cuidarla. Para el foro “Biodiversidad. Una sola salud”, la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela (ACFIMAN) y la Embajada de Francia en Venezuela reunieron a un grupo de expertos en el área. El evento se realizó el 27 de junio en el Auditorio Dr. Tobías Lasser de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela (UCV), justo cuando faltaban 116 días para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP16), que se realizará del 21 de octubre al 1 de noviembre en Colombia.

La doctora Flor Pujol, Individuo de Número (Sillón XVI) de la ACFIMAN y moderadora del foro, precisó que la actividad mostraba una de las facetas del concepto “Una sola salud”, como lo es la preservación de la biodiversidad.

“Una sola salud” es un enfoque holístico creado para prevenir las enfermedades epidémicas y mantener la integridad del ecosistema en beneficio de los seres humanos, sus animales domésticos y la biodiversidad. Fue propuesto en 2004 en un simposio organizado por la Wildlife Conservation Society con el auspicio de la Universidad Rockefeller.

La conservación funciona

El doctor Jon Paul Rodríguez, biólogo egresado de la UCV con doctorado en Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Princeton, ofreció la ponencia titulada “La conservación funciona: perspectiva desde la Comisión para la Supervivencia de las Especies”. El doctor Rodríguez es investigador del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), cofundador y presidente de la asociación civil Provita y presidente de la Comisión para la Supervivencia de las Especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

“Uno de los retos más grandes que enfrentamos los conservacionistas es lo que llamamos la paradoja de la biodiversidad”, explicó. “La biodiversidad está ubicada en sitios distintos de donde están las instituciones, los expertos y el dinero”. Citó como ejemplo el caso de las aves: entre los quince países con más especies avícolas no hay ninguno con los ingresos per cápita más altos. En cuanto a los expertos y las instituciones, solo China, India y Brasil rompen la paradoja de la biodiversidad. “Mi trabajo en la UICN es tratar de encontrar soluciones a ese dilema”.

Sobre la UICN, aclaró que las evaluaciones de riesgo de extinción de especies y ecosistemas que elabora dicha organización son globales, pero “las acciones de conservación nunca son globales, son nacionales o subnacionales”. En ese sentido, indicó que se han creado Centros para la Supervivencia de las Especies (zoológicos y acuarios la mayoría) y Grupos de Especialistas Nacionales sobre Especies para que los esfuerzos lleguen a donde tienen que llegar. Se trata de la llamada glocalización: pensar globalmente y actuar localmente.

Historias de éxito

Más recientemente, la UICN se sumó al movimiento “Revertir el rojo” con miras a frenar las tendencias negativas observabas en las Listas Rojas. “Lo que buscamos es que las especies vayan subiendo en la escala de riesgo, según las categorías de amenaza de la UICN, mediante acciones específicas de conservación”.

¿Se puede revertir el rojo? Varias historias de éxito demuestran que sí. El doctor Rodríguez describió el caso de tres aves de la isla de Mauricio, en el océano Índico, en África. “Es un modelo de la extinción, una isla donde todas las cosas que se podían hacer mal fueron hechas”, acotó el doctor Rodríguez.

El cernícalo de Mauricio (Falco punctatus) era el ave menos común del planeta hasta 2017, cuando lograron reproducir 250 individuos a partir de dos parejas. La paloma rosada (Nesoenas mayeri) también era la paloma menos común: solo quedaban diez individuos en el mundo. Hoy en día, hay varios cientos de aves (alrededor de cuatrocientas). La cotorra de Mauricio (Psittacula eques) era la cotorra menos común, con apenas doce individuos en todo el globo. En la actualidad, hay más de 750.

La conservación funciona si la planificamos, nos ponemos de acuerdo, experimentamos y utilizamos evidencia científica”, concluyó.

Ranas arlequines

La doctora Margarita Lampo, licenciada en Zoología de la Universidad de Maryland con doctorado en Ecología de la UCV, habló acerca de las “Ranas arlequines: de la pandemia a la restauración”. La doctora Lampo es investigadora emérita del IVIC, codirectora regional del Grupo de Especialistas de Anfibios de la Comisión para la Supervivencia de las Especies de la UICN, Individuo de Número (Sillón XXII) de la ACFIMAN y presidenta de la Fundación para el Desarrollo de las Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (FUDECI).

Según la UICN, los anfibios son los vertebrados más amenazados de la Tierra. Hasta 1980, se declararon extintas dieciséis especies de anfibios, la gran mayoría por pérdida de hábitat. “A partir de ese año, la situación cambió y las enfermedades pasaron a ser la causa principal de las extinciones: nueve de las once especies se extinguieron por enfermedades”, aseguró la experta.

Entre los anfibios, las ranas arlequines (Atelopus) son uno de los géneros más diversos del neotrópico. En total, se han descrito 131 especies, estando la mayor diversidad en Colombia, (41), Ecuador (24), Perú (19) y Venezuela (10, 1 extinta). Sin embargo, la cantidad no es garantía de seguridad. “También es uno de los géneros más amenazados. De 94 especies evaluadas, 3 están extintas y 79 en categorías de amenaza”.

En Venezuela, la única especie con poblaciones pequeñas pero estables es Atelopus cruciger, endémica de la Cordillera de la Costa. La población total se estima en menos de quinientos individuos reproductivos, fragmentados en dos poblaciones que ocupan menos de cien kilómetros cuadrados.

Epidemia micótica

Las ranas arlequines han desaparecido fundamentalmente por la quitridiomicosis cutánea, enfermedad producida por el hongo Batrachochytrium dendrobatidis que afecta la piel de los anfibios y puede ocasionarles la muerte. “No se requiere contacto directo con otro animal enfermo porque la zoospora puede sobrevivir en el agua o sustratos húmedos, lo que la ha hecho tan exitosa. Se considera una de las pandemias más importantes del último siglo en términos de número de especies extintas que ha producido”, señaló la académica.

Tras más de quince años de investigaciones, la científica y su equipo descubrieron que las poblaciones de A. cruciger subsisten con el patógeno en cualquier época del año. Además, no tienen ningún tipo de resistencia contra la enfermedad; al contrario, son sumamente vulnerables. “Estimamos que la expectativa de vida de un animal infectado es de menos de dos semanas”.

La tasa de transmisión de la enfermedad es baja, las ranas arlequines tienen un alto reclutamiento de juveniles sanos con los cuales compensan la mortandad por el patógeno y se reproducen tempranamente. No obstante, “cualquier escenario que aumente la transmisión del hongo o disminuya el reclutamiento de juveniles pudiera inclinar la balanza hacia la extinción”, alertó la doctora Lampo.

De allí que, en 2022, FUDECI inaugurara un programa de conservación para esta especie. Lo bautizaron como Centro de Reproducción e Investigación sobre Arlequines (CRIA) y trabajan en colaboración con el Zoológico Leslie Pantin en Turmero, estado Aragua. “Queremos asegurar colonias de respaldo por si ocurriera algo con las poblaciones silvestres y reducir su estado de amenaza, lo que Jon Paul explicó de ‘revertir el rojo’. ¿Cómo? Aumentando su extensión de presencia (de los actuales ochenta a cien kilómetros cuadrados) y su área de ocupación (de los actuales ocho a diez kilómetros cuadrados)”.

Zoonosis en la Amazonía

La doctora María Eugenia Grillet −licenciada en Biología de la UCV, con doctorado en Zoología de la UCV y postdoctorado de la Universidad de Montreal de Canadá− se encargó de la ponencia “En camino hacia la COP16: una salud, biodiversidad, deforestación y emergencia de zoonosis en la Amazonía”. La doctora Grillet es profesora del Instituto de Zoología y Ecología Tropical (IZET-UCV), Individuo de Número (Sillón X) de la ACFIMAN, chair del Comité Técnico Coordinador del Programa para la Eliminación de la Oncocercosis en las Américas (OEPA) del Centro Carter y miembro del Grupo Consultor de Directrices sobre Malaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La OMS estima que el 60 % de las enfermedades infecciosas emergentes proceden de animales salvajes y domésticos y que en las últimas tres décadas se han detectado nuevos patógenos humanos, la mayoría de origen animal.

“Tenemos una experiencia reciente, el SARS-CoV-2, pero otros ejemplos serían los virus del ébola, dengue y sida. Todas han tenido un origen animal. Lo preocupante es que estas zoonosis se vuelven cada vez más frecuentes y que tienen el potencial de convertirse en pandemia”, sostuvo la investigadora vía Zoom.

Región amenazada

De acuerdo con la académica, la emergencia o reemergencia de enfermedades infecciosas está promovida por factores socioeconómicos, demográficos y cambios ambientales, como el uso de la tierra, en particular la deforestación que, en el caso de la Amazonía, se ha potenciado por la minería ilegal.

Según la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (Raisg), entre los años 2000 y 2018 se han deforestado 513 016 kilómetros cuadrados de selva en la Amazonía.

La Amazonía es una de las regiones más amenazadas y en constante transformación del continente sudamericano. Más de la mitad de la selva amazónica (66 %) está sometida a algún tipo de presión”, indicó. “La deforestación aumenta el riesgo de zoonosis”.

Hipótesis

Todavía se desconoce con exactitud cómo la deforestación y la zoonosis están relacionadas. La doctora Grillet lo explica de la siguiente manera: “La hipótesis de perturbación propone que la reducción de la cobertura vegetal y el consecuente aumento de la fragmentación ponen a las personas en contacto con patógenos que circulan en fauna y vectores silvestres para los que no se tienen inmunidad previa. La hipótesis de dilución propone que la reducción de cobertura vegetal y el aumento de la fragmentación disminuye la biodiversidad y aumenta la abundancia de hospedadores vectores con capacidad para transmitir factores zoonóticos; es decir, que la biodiversidad protege contra las zoonosis”.

Sin embargo, no es casualidad que la malaria sea la enfermedad transmitida por vectores de mayor importancia en Bolívar y Amazonas, los mismos estados de Venezuela donde se han perdido más áreas boscosas que en cualquier otro lugar del país −más que incluso en otras naciones amazónicas− debido, principalmente, a la minería ilegal.

En la Amazonía, los bosques menos deforestados por la minería ilegal tienen una mayor diversidad de mosquitos; en cambio, los bosques más deforestados por la minería ilegal tienen una menor riqueza de especies de mosquitos, pero una mayor abundancia de las dos especies vectores de la malaria en la región. “Mientras más se deforesta, más aumenta la malaria”, aseguró.

¿Pandemia a la vista?

¿Se avecina una futura pandemia zoonótica en la Amazonía? “Urgen acciones que detengan la destrucción de los bosques y el impacto que está generando sobre la biodiversidad y la salud de la región”, advirtió la científica.

Por ejemplo, sugiere reducir la deforestación generada por la minería ilegal, fortalecer la protección legal de los bosques y aumentar la cooperación intersectorial regional. “Reconocer los territorios indígenas es un elemento crítico para la conservación y vigilancia de los bosques amazónicos; así como fortalecer la vigilancia zoonótica, el financiamiento para promover la investigación y controlar el tráfico ilegal de fauna silvestre”.

“Una sola salud”

El doctor Gilles Boeuf, asesor regional responsable de One Health (“Una sola salud”), planteó las “Bases de un proyecto ‘Una sola salud’ asociadas a la protección del ambiente”. El doctor Boeuf es oceanógrafo y profesor emérito de la Sorbonne Université. Además, fue presidente del Museo Nacional de Historia Natural de Francia y asesor científico de la COP21. Se especializa en fisiología del medio ambiente y biodiversidad.

Durante su ponencia, el experto francés hizo un esbozo de lo que significa realmente el término biodiversidad, que agrupa a todos los diferentes tipos de vida: animales, plantas, hongos y microorganismos. “A nivel mundial, hay 2,5 millones de especies conocidas y menos de 300 000 en el océano”, precisó. “En noviembre 2009, salimos con un velero y volvimos con 600 000 secuencias desconocidas de virus, fitoplancton, bacterias, pero hemos destruido gran parte del sistema con ciudades, carreteras, aeropuertos”.

Para el científico, el problema no es el cambio climático global, “sino la aceleración del cambio climático. El impacto en el clima es increíble. Sequías increíbles e inundaciones increíbles, algo que pronosticaron para el año 2050, pero ya ocurrió. Es obvio que el ser humano tiene que cambiar su forma de pensar”.

Ciencia unida

Entre los numerosos ejemplos que mencionó destaca el esturión, un “animal fetiche” por sus codiciadas huevas. “El kilogramo de caviar cuesta 3000 dólares. Los han matado a todos, estimo que hay menos de cien peces vivos en el mundo”. Según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN, 23 de las 27 especies de esturión están en peligro de extinción. “¿Por qué hacemos desparecer a las especies?”, se preguntó el doctor Boeuf.

En relación a las zoonosis, coincidió con la preocupación de la doctora Grillet. “Hay un salto de especies. El coronavirus pasó del murciélago al ser humano. La zoonosis es una amenaza de magnitud creciente”.

En su criterio, es esencial conciliar las ideas ecológicas, evolutivas y ambientales para hacerle frente a las enfermedades zoonóticas. “Un solo planeta, una sola salud”, dijo.

Además de señalar a la pobreza como “uno de los problemas principales que tenemos que eliminar”, insistió en que “la ciencia debe trabajar unida. Necesitamos matemáticas, física, química, biología, ecología, sociología, antropología, geografía y algo de filosofía para sobrevivir. Somos biodiversidad, no podemos vivir sin ella”, finalizó.

Cooperación Venezuela-Francia

Durante el ciclo de preguntas entre los ponentes y el público asistente, la doctora Liliana López, presidente de la ACFIMAN, reconoció que este tema debe ser de constante discusión dentro y fuera del ámbito científico. “Es un tópico importante que todas las personas debemos conocer e integrar”.

Por su parte, Alexis Bonte, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Venezuela, propuso reducir el consumo de productos cárnicos para proteger la diversidad biológica, garantizar la sostenibilidad y mantener una buena salud.

Becas

Entretanto, Patrick Riba, consejero de Cooperación y Acción Cultural de la Embajada de Francia en Venezuela, anunció el lanzamiento de un nuevo programa de becas dirigido a jóvenes científicos venezolanos interesados en estudiar una maestría en Francia. “La idea de una beca no es llevarse el cerebro, sino ayudar a construir un saber entre investigadores. Por primera vez en veinte años, Fundayacucho (Fundación Gran Mariscal de Ayacucho) ha reabierto programas de becas con Francia. Se van a ir varios becarios este mismo año”.

Adicionalmente, Riba informó que se está trabajando en la reapertura del Programa de Cooperación ECOS Nord que permitirá a los investigadores obtener financiamiento. “La idea es tratar de motivar y propiciar nuevos intercambios académicos entre los dos países y entre nuestras instituciones. Yo creo que hay una especie que está muy en peligro hoy en día en el mundo y es la de los científicos”.

De igual manera, adelantó que también se firmaron acuerdos con la UCV, la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y la Universidad Metropolitana (Unimet) para desarrollar proyectos de cooperación en tres ejes. Los ejes son: certificación internacional a través del Alto Consejo para la Evaluación de las Líneas de Investigación en Francia; movilidad de investigadores y cofinanciación de laboratorios; y movilidad de los jóvenes “incentivando el estudio de lenguas extranjeras en lo que nos corresponde, que es el francés”.

Por su parte, Marc Moulin, agregado de Cooperación y Acción Cultural de la Embajada de Francia en Venezuela, catalogó de “muy fructífero” el foro de la ACFIMAN. “Este encuentro habla de los caminos de amistad y de intercambio científico entre nuestras naciones”.

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