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Por: Hisvet Fernández

Hisvet Fernández es psicóloga social, feminista, activista de los DDHH de las Mujeres y los Derechos Sexuales y Reproductivos, directora del Centro de Capacitación para la Vida (Cecavid). Integrante de la Alianza Salud Para Todas. Coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, núcleo Lara. 
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El término «impostora» fue acuñado por las psicólogas clínicas Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978, cuando publicaron un artículo sobre este sentimiento, llamado “El fenómeno impostor en mujeres de alto rendimiento: Dinámica e intervención terapéutica”

Es un fenómeno psicológico relacionado con nuestra autoestima, con nuestra seguridad y con nuestra historia personal de logros y fracasos, de cómo han sido las relaciones con otras personas significativas y de cómo el entorno nos ha tratado. Puede afectar a determinado grupos de personas con algún desajuste de su personalidad como quienes tienen tendencias: Perfeccionistas por las metas tan altas que se imponen; Individualistas por rechazar ayudas externas; Expertos/as por el temor de no saber algo; Genios-Naturales por cómo se juzgan si no hacen las cosas bien y Superhumanos por la gran presión que ejercen sobre ellos/as mismas.

Es un fenómeno psicológico que hace que una persona con mucha capacidad se siente incapaz de internalizar sus logros, sentir que nunca se encuentran a la altura de las circunstancias o sentirse incapaz de aceptar que merecen lo que han obtenido y que ha sido un logro fruto de su esfuerzo y trabajo.

Es un fenómeno que no implica un diagnóstico clínico, porque no califica como patología mental, es un fenómeno experimentado por muchas personas y hablar de ello es importante porque puede ayudar a colocarlo en foco. Por eso no debe ser nombrado como síndrome, es especialmente predominante entre las personas con identidades sub-representadas e invisibilizadas como las mujeres, las personas con enfermedades poco comunes o estigmatizantes, las que presentan discapacidades, las personas afrodescendientes, las migrantes, las sexo-diversas y algunos otros grupos sub-representados. Sin embargo cualquier persona puede experimentarlo.

El problema entonces, no es necesariamente la persona sino también el entorno en el que hace vida con la cultura y los estigmas que se mantienen sobre personas que son “diferentes”, “diversas” y “raras” respecto a la norma o estándar de lo que es “normal”, aceptable y referencia social.

Los estudios nos indican que hasta el 82% de las personas enfrentan sentimientos del fenómeno del impostor/ra y están luchando con ese sentimiento de que no se han ganado lo que han logrado y son un fraude. El fenómeno del impostor puede interferir con la salud mental y el funcionamiento general de una persona ya que estos sentimientos pueden contribuir a un aumento de la ansiedad, la depresión, la ira, asumir menos riesgos, padecer de agotamiento en el desempeño de sus oficios y de su vida y rendirse rápido..

El fenómeno puede agotar las relaciones con otras personas por ser muy difícil conectarse con quienes tienen muros tan altos, al tener miedo de que te «descubran» en tu impostura crea barreras con las demás personas. Además cuando las personas temen al fracaso y lo anticipan constantemente pueden salir prematuramente de situaciones en las que la perseverancia era vital o simplemente dejan pasar oportunidades. Y muchas veces no saber recibir con agrado comentarios positivos de otras personas sobre sus logros, lo que afecta las relaciones.

Las personas que viven este fenómeno psicológico, sufren de la angustia que les hace atribuir sus logros a la suerte o a que alguien les ha ayudado, al padecer de la incredulidad en sus propias capacidades, se subestiman constantemente con ese sentimiento de no merecer nada.

Es importante saber que se pueden tomar medidas, personales e institucionales, para bajar la prevalencia de este malestar:

1. Crear espacios de afinidad para personas subrepresentadas, hacer comunidades con sus iguales. Para conectarse en espacios y comunidades que den seguridad, que pueden brindar apoyo, validación y empatía para no estar en soledad dentro del fenómeno del impostor en sistemas opresivos y excluyentes.

2. Las Instituciones deben cambiar las prácticas de trato a las personas como si no fueran dignas y reconocer cómo han contribuido a este entorno donde el fenómeno del impostor se ha hecho común. Eliminar las discriminaciones y exclusiones sociales.

3. Las personas, por su cuenta o con orientación, deben tratar de conocer los hechos con objetividad, diferenciando lo que ha sucedido de lo que se opina de lo sucedido, para abordar las distorsiones cognitivas que contribuyen a sentirse impostor.

2. Comparta sus sentimientos sobre los hechos con otras personas esto puede reducir la soledad, sino también abrir puertas para escuchar lo que otras personas, ven en tus acciones. Al compartir las inseguridades se puede obtener nuevas formas de afrontarlas.

3. Celebrar los éxitos y dejar de ignorarlos. Si alguien te felicita, presta atención, responde y trata de hablar más positivamente sobre ti misma/o. Es muy adecuado aplaudirse ya que eso puede ayudar a internalizar sus éxitos.

4. Replantear los fracasos como oportunidades para aprender y crecer. Liberarse de roles rígidos, no verse a sí mismas como ayudantes ni como personas que vienen al rescate. Liberarse de esos roles para poder ser alguien que no lo sabe todo o que no siempre puede ayudar, puede permitirnos ser personas más sólidas.

5 Cultivar la autocompasión usando la atención plena para pasar de un lugar externo de autoestima a uno interno, sin perfeccionismo. Se trata de aprender a reconocer esos sentimientos de miedo y aprender a estar realmente bien como eres, incluso sin tus logros. Eso puede ser más difícil para las personas sub-representadas, que históricamente han tenido que trabajar más duro debido a las barreras sistémicas.

6. Reconoce y comparte tus fracasos. Hablar de los fracasos en grupo puede ayudar a pintar un retrato más realista y reconocer lo que otras personas están luchando y lo que cada quien lucha, las veces que se cae y levanta de nuevo.

Por: Hisvet Fernández