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Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) ya advertían antes de la pandemia la necesidad de dar importancia al sueño y tratarlo como un problema de salud pública.

Accidentes automovilísticos, desastres industriales, errores profesionales y el impacto general en la vida personal, son algunas de las consecuencias de no dormir las horas suficientes, advierten los CDC.

Además, se suma que las personas tienden a enfermar más de hipertensión, diabetes, depresión y obesidad.

La pandemia a causa de la covid-19 vino a acelerar los trastornos de sueño que en ocasiones de pueden convertir en una auténtica pesadilla.

Una mala noche la puede tener cualquiera, pero cuando son muchas noches y se convierte en una manifestación cotidiana, hay que estar alertas.

La Dra. Samantha Anguizola, quien forma parte de la nueva generación de médicos panameños, egresada de la Universidad Latina de Panamá, recuerda que su interés por los problemas del sueño comenzó en un congreso para estudiantes de Medicina.

La Dra. Samantha Anguizola es especialista del Instituto Europeo del Sueño

Después, en su segundo año del Internado en el área de Psiquiatría en el Hospital Nicolás Solano, estudió casos de pacientes afectados por la falta de sueño y decide cursar esta especialización en Europa.

“Dormir es una necesidad básica y fundamental. Dormir poco o mal, nos impedirá pensar, prestar atención o tomar decisiones. Nos encontraremos irritables y, con el tiempo, podemos llegar a sufrir enfermedades graves”, observa.

Hay una clave para saber si la persona durmió bien: si el sueño es reparador y las personas al día siguiente sienten que son capaces de realizar sus actividades diarias.

Si una persona despierta cansada de manera frecuente, podemos estar en presencia de un trastorno del sueño.

Reflexiona que hay muchos mitos con relación con el sueño, en particular porque se ha generado una falsa asociación entre pocas horas de sueño y éxito. Y lo contrario: quien duerme mucho es calificado de flojo.

Un adulto debe dormir entre 7 a 9 horas.

“Las necesidades de sueño son distintas según cada persona, pero en general de 7 a 9 horas es un promedio en el adulto”, señala.

Enfermos de sueño

La Dra. Anguizola explica que son varios los trastornos de sueño.

Insomnio: Se asocia con la dificultad para iniciar el sueño, mantenerlo o despertar a la hora deseada y puede tener varios subtipos.

Por ejemplo, el trastorno del ritmo circadiano que son interrupciones del ciclo normal o reloj interno del cuerpo. Puede ocurrir, por ejemplo, luego de un viaje muy largo que altera el sueño o en personas que sufren interrupciones de los patrones normales del sueño.

Síndrome de Piernas Inquietas: Es una enfermedad neurológica que por lo general se manifiesta en la noche en el momento que la persona está en reposo. “Cuando deberías descansar, tu cuerpo hace lo contrario y se crea una incomodidad en las piernas. Tratas de descansar y no lo logras”.

La especialista señala que estas personas están extenuadas y esta condición las expone a  accidentes laborales o de tráfico.

Trastorno del sueño REM: Las personas sufren de comportamientos anormales. Sienten que deben representar el sueño que experimentan y así dan patadas y hasta gritos.

“Esta enfermedad puede indicar un inicio de Parkinson”, explica la Dra. Anguizola.

Narcolepsia: Es una enfermedad neurológica, no hereditaria. Ocurre por la deficiencia de una sustancia en el cerebro y lleva a las personas a sufrir de sueño incontrolable en horas del día.

“Se presenta en la adolescencia, justo cuando más debes estudiar, y en edades universitarias. A partir de los 16 a 30 años es el debut de esta enfermedad, pero por lo general las personas buscan ayuda hasta diez o veinte años después”.

Cuando roncar no es un placer

La Apnea del Sueño ocurre durante el sueño y se caracteriza por una pausa prolongada mientras la persona respira.

La Apnea Obstructiva del Sueño (AOS) es un tipo de apnea que ocurre cuando las vías respiratorias en la parte posterior de la garganta sufren un bloqueo.

“La persona suele estar inconsciente: no sabe qué le pasa. La vía aérea detrás de la lengua colapsa y hay una parada respiratoria porque el flujo de aire no pasa de la boca hacia los pulmones. Es precedido por el ronquido”.

La Dra. Anguizola advierte que el roncar no se asocia con un sueño sano: el ronquido puede ser la antesala de una parada respiratoria.

“Aunque no todos los roncadores tienen paradas respiratorias, hay que llamar la atención de los roncadores fuertes”.

Son varias las causas: La primera es el peso corporal porque se tiende a acumular más grasa en el cuello y en la lengua, lo cual precipita el colapso de la vía aérea.

La especialista advierte que el sobrepeso en la población panameña es elevada, por lo cual se estima que una parte importante de la población pudiera sufrir de AOS.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud (ENSPA), elaborada por el Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (ICGES), el Ministerio de Salud (Minsa) y el Instituto Nacional de Estadística y Censo (Inec), el 60% o más de la población panameña, en todos los grupos de edad, con excepción del grupo de 18 a 19 años, tiene un grado de sobrepeso u obesidad”.

En el grupo de 40 a 59 años, alcanza al 44% de esta población”.

La segunda causa de la AOS es por la propia anatomía del cuerpo y ocurre en pacientes con vías aéreas estrechas.

La AOS genera dificultades de concentración y de memoria y estado de somnolencia por las interrupciones del sueño.

“Un estudio realizado por el European Heart Journal reveló que las personas que padecen AOS tienen 2-3 veces mayor riesgo de desarrollar hipertensión arterial e insuficiencia cardíaca que las personas que no la padecen; esto quiere decir que padecer de AOS duplica o incluso triplica el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares”, detalló.

La ENSPA establece que en Panamá la hipertensión arterial tiene una prevalencia de 42.3%: Hasta 53.7% en Los Santos y 51% en San Miguelito. Las comarcas indígenas tienen la menor prevalencia.

La AOS puede estar asociada a una carga genética. Además de adultos, puede presentarse en lactantes e infantes.

En muchos niños la AOS se debe a una hipertrofia de las amígdalas.

La Dra. Anguizola recuerda que el no dormir impacta el crecimiento de los niños, de allí la importancia de vigilar señales.

“El ronquido en toda la población debe llamar la atención; es un signo de alarma”.

¿Cómo saber si sufro de Apnea?

Varias situaciones pueden alertar a la persona de estar sufriendo AOS:

  • El ronquido es el principal signo
  • Debe existir evidencia de una parada respiratoria
  • Vigilar si es frecuente despertar con sensación de ahogo
  • Al día siguiente, por lo general, la persona no se siente descansada

La especialista reitera que a estas personas les resulta complejo realizar tareas sencillas y se pueden exponer a accidentes.

Acciones para mejorar su sueño

La Dra. Anguizola reconoce que la pandemia generó mayor preocupación por la salud y la dificultad de conciliar el sueño, debido al aumento del sedentarismo.

Por otra parte, “un tercio de la población duerme mal y abusa con el consumo de ciertos medicamentos para inducir el sueño, con lo cual, además de generar dependencia, pueden aumentar los procesos de deterioro mental”.

La persona, precisa, está diseñada para dormir por sí sola, así que dormir menos de siete horas o despertar cansado, debe obligar a analizar las causas.

Hay acciones como mejorar los hábitos alimenticios, controlar el reloj interno (hay personas a quienes les gusta dormir tarde, pero deben madrugar por motivos laborales) o atender la pérdida de hierro que es muy común en la mujer embarazada o con menstruaciones excesivas, situaciones que pueden generar el Síndrome de las Piernas Inquietas.

Tener una higiene de sueño también se vincula con acciones saludables:

  • Cuide hábitos y mantenga un horario
  • Evitar las luces de los aparatos electrónicos una hora antes de ir a dormir
  • Dormir en una habitación silenciosa y ventilada
  • Olvide el café al menos seis horas antes de ir a dormir
  • Hacer ejercicio
  • Una ducha o bebida caliente se ha demostrado que ayuda a conciliar el sueño
  • Evite las comidas copiosas y la última, dos o tres horas antes de acostarse

En el día se aconseja una siesta de una media hora.

La evolución de la historia del sueño ofrece muchas lecciones y si bien se pensaba que dormir equivalía a “perder el tiempo”, los estudios van en dirección contraria: dormir aporta bienestar, restaura el sistema inmunológico, previene de infecciones y es una condición indispensable para el bienestar.