fbpx
Cada vez hay más evidencia que sugiere una conexión entre la salud intestinal y enfermedades como las degenerativas cognitivas y la enfermedad renal crónica

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SIN

La Dra. Karen Courville es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid.  Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia.  Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las TablasMiembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI)

Un intestino que funciona correctamente es esencial para nuestra salud general. Un ritmo regular de movimiento intestinal, es decir, sin diarrea ni constipación, permite una correcta absorción de nutrientes esenciales para el buen funcionamiento de nuestro organismo.

El intestino se encarga de eliminar los desechos y toxinas del cuerpo. Una alteración en su funcionamiento puede provocar la acumulación de sustancias nocivas: los problemas intestinales pueden causar malestar, fatiga, dolores abdominales y afectar significativamente nuestra calidad de vida. Además, una gran parte de nuestro sistema inmunológico se encuentra en el intestino. Un intestino sano contribuye a una respuesta inmunitaria eficaz.

El papel de las bacterias del colon

Nuestro intestino está habitado por billones de bacterias que forman lo que se conoce como microbiota intestinal. Estas bacterias desempeñan un papel crucial en diversos procesos del organismo, como la digestión, ayudando a descomponer los alimentos que nuestro cuerpo no puede digerir por sí solo; sintetizando vitaminas esenciales como la vitamina K y algunas del complejo B; formando una barrera que impide el crecimiento de bacterias dañinas; y regulando la respuesta inmunitaria que ayuda a prevenir enfermedades.

Alteraciones en el movimiento intestinal: diarrea y constipación

La diarrea se define como la evacuación frecuente de heces acuosas o sueltas. Es un síntoma común de diversas afecciones y puede variar en gravedad y duración. Cuando está causada por infecciones, puede eliminar grandes cantidades de bacterias beneficiosas de la flora intestinal. Esto crea un desequilibrio, permitiendo que las bacterias dañinas proliferen. Esta inflamación también puede dañar las células que recubren el intestino y causar que se desprendan y, además, puede reducir significativamente la diversidad de las bacterias buenas, lo que dificulta que el intestino se recupere. 

Cuando la diarrea es persistente, el sistema inmune se debilita y aumenta el riesgo de nuevas infecciones. La diarrea puede provocar una pérdida significativa de líquidos, nutrientes y microbiota, lo que puede llevar a desnutrición, especialmente en niños pequeños y personas debilitadas, y prolongar la duración de la diarrea. Incluso después de que la diarrea haya cesado, algunas personas pueden experimentar síntomas como dolor abdominal, hinchazón o fatiga debido a la alteración de la microbiota.

¿Cómo recuperar la flora intestinal después de una diarrea?  Es fundamental reponer los líquidos y electrolitos perdidos a través de la diarrea. Una dieta blanda y rica en probióticos puede ayudar a restaurar la flora intestinal.

Los probióticos son bacterias beneficiosas que se encuentran en alimentos como el yogur, el kéfir y ciertos vegetales fermentados. Cuando se consumen en cantidades adecuadas, estos microorganismos benefician nuestra salud, ya que ayudan a descomponer los alimentos y facilitan la absorción de nutrientes, compiten con las bacterias dañinas y fortalecen la barrera intestinal, pueden reducir la hinchazón, los gases y el dolor abdominal. Es importante evitar alimentos que puedan empeorar la diarrea, como los alimentos grasos, los productos lácteos (si no son fermentados), el café y el alcohol. En algunos casos, el médico puede recetar medicamentos para tratar la diarrea o las infecciones subyacentes.

La constipación es una condición caracterizada por la dificultad para evacuar las heces, heces duras o una sensación de evacuación incompleta.

Puede manifestarse con una disminución en la frecuencia de las deposiciones o con heces de consistencia más dura de lo normal.

Las heces duras y secas pueden absorber más agua del colon, lo que puede alterar el ambiente intestinal y favorecer el crecimiento de ciertas bacterias.  

Además, cuando las heces permanecen mucho tiempo en el intestino, las bacterias patógenas tienen más tiempo para proliferar y desequilibrar la flora intestinal.

Las bacterias patógenas pueden producir toxinas que irritan el colon y empeoran los síntomas de la constipación; el esfuerzo excesivo durante la defecación puede causar hemorroides, que son venas inflamadas en el ano, y, en algunos casos, la constipación crónica puede ser un síntoma del síndrome del intestino irritable, una afección que se caracteriza por alteraciones en la función intestinal.

Para recuperar la flora intestinal después de un episodio de constipación, se debe aumentar el consumo de fibra, ya que ésta ayuda a ablandar las heces y facilita su evacuación. Las fibras se encuentran en frutas, verduras, granos integrales y legumbres.

Los probióticos pueden ayudar a restaurar el equilibrio de la flora intestinal, los prebióticos, que son fibras que alimentan a las bacterias beneficiosas en el intestino, y se encuentran en alimentos como el ajo, la cebolla. El esfuerzo excesivo durante la defecación puede causar hemorroides, que son venas inflamadas en el ano, por lo que se aconseja no mantenerse sentado en el asiento del baño por mucho tiempo, beber suficiente agua, ya que ayuda a ablandar las heces y mantener una buena función intestinal; y realizar actividad física para estimular la motilidad intestinal.

Impacto en enfermedades degenerativas cognitivas y enfermedad renal crónica

Cada vez hay más evidencia que sugiere una conexión entre la salud intestinal y enfermedades como las degenerativas cognitivas y la enfermedad renal crónica.

Se ha observado una alteración en la microbiota intestinal de personas con Alzheimer y Parkinson. Se cree que esta disbiosis puede contribuir a la inflamación crónica en el cerebro, un factor clave en el desarrollo de estas enfermedades. Además, algunas bacterias intestinales producen sustancias que pueden afectar directamente al sistema nervioso central.

 La microbiota intestinal también juega un papel importante en la enfermedad renal crónica. Se ha demostrado que una alteración en la composición bacteriana puede aumentar la producción de toxinas que dañan los riñones. Además, la inflamación intestinal asociada a la disbiosis puede agravar la enfermedad renal.

¿Qué podemos hacer para mantener un intestino sano?

Mantener un intestino sano con un ritmo regular de movimiento es fundamental para nuestra salud en general. Las bacterias del colon desempeñan un papel crucial en este proceso y su alteración puede contribuir al desarrollo de diversas enfermedades, incluyendo aquellas que afectan al cerebro y los riñones.

Se recomienda mantener una alimentación equilibrada rica en fibra, frutas, verduras y probióticos para favorecer una microbiota saludable; beber suficiente agua, esencial para una buena función intestinal; mantener actividad física regular para estimular el movimiento intestinal; evitar o disminuir el estrés, ya que puede afectar negativamente a la salud intestinal; y dormir lo suficiente, ya que un descanso adecuado es fundamental para el bienestar general, incluido el intestinal.

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SIN