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El deterioro cognitivo en la enfermedad de Alzheimer es un proceso gradual y complejo que se produce debido a cambios estructurales y funcionales en el cerebro

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SIN

La Dra. Karen Courville es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid.  Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia.  Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las TablasMiembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI)

El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta principalmente a personas mayores y se caracteriza por un deterioro progresivo de las funciones cognitivas, como la memoria, el pensamiento, el lenguaje y la capacidad para realizar tareas cotidianas. Esta enfermedad causa cambios en el cerebro que llevan a la muerte de las células nerviosas y a la pérdida de conexiones entre ellas.  

La edad es el factor de riesgo más importante para el Alzheimer. Sin embargo, otros factores también pueden aumentar el riesgo, como: tener un familiar cercano con Alzheimer; sufrir de hipertensión, diabetes, colesterol alto y enfermedades cardíacas; lesiones cerebrales severas que a largo plazo pudieran aumentar el riesgo; y el sexo femenino, posiblemente debido a una mayor esperanza de vida y a factores hormonales. La prevalencia del Alzheimer varía entre diferentes poblaciones, la raza no parece ser un factor de riesgo; y existen ciertas variantes genéticas que pudieran aumentar la susceptibilidad a la enfermedad.

Desde 1994 la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Internacional de Alzheimer establecieron el 21 de septiembre como Día Mundial del Alzheimer.

Cambios estructurales que se producen en el Alzheimer

El deterioro cognitivo en la enfermedad de Alzheimer es un proceso gradual y complejo que se produce debido a cambios estructurales y funcionales en el cerebro.

Las células del cerebro son la base de nuestro pensamiento, emociones y todas nuestras funciones cognitivas. Las neuronas son las células más conocidas y numerosas del cerebro. Se encargan de procesar y transmitir información a través de impulsos eléctricos y químicos.

En los cambios estructurales se ha evidenciado que en el Alzheimer existe una acumulación de placas amiloides y ovillos neurofibrilares. Las placas amiloides están compuestas principalmente de fragmentos de una proteína llamada beta-amiloide (Aβ) y se forman debido a un procesamiento anormal de una proteína más grande llamada proteína precursora amiloide (APP). Cuando la APP se procesa de manera incorrecta, se producen fragmentos de Aβ que se acumulan y forman estas placas amiloides.

Los ovillos neurofibrilares son enredos de una proteína llamada tau que se encuentran dentro de las neuronas. La proteína tau, en condiciones normales, estabiliza los microtúbulos, que son estructuras que transportan nutrientes y otras sustancias dentro de la neurona. Sin embargo, en la enfermedad de Alzheimer, la proteína tau se fosforila de manera anormal, lo que hace que se desprenda de los microtúbulos y se enrede formando ovillos.

La formación de ovillos neurofibrilares está estrechamente relacionada con la presencia de las placas amiloides. Se cree que la toxicidad de las placas amiloides puede desencadenar cambios en la proteína tau, lo que lleva a la formación de los ovillos, y la presencia de estas placas y ovillos desencadena una respuesta inflamatoria en el cerebro, lo que agrava el daño neuronal.

Cambios funcionales que se producen en el Alzheimer

 Imagen de Geralt en Pixabay

La acetilcolina es un neurotransmisor, es decir, una sustancia química que las neuronas utilizan para comunicarse entre sí. Es uno de los neurotransmisores más importantes y abundantes en el sistema nervioso y se considera uno de los neurotransmisores más importantes para la formación y consolidación de la memoria.

La acetilcolina facilita la plasticidad sináptica, que es el proceso por el cual se fortalecen las conexiones entre las neuronas durante el aprendizaje.  Además, la acetilcolina juega un papel clave en la regulación de la atención y la concentración.

Ayuda a filtrar la información relevante y a mantener el foco en una tarea. La acetilcolina es el neurotransmisor principal del sistema nervioso parasimpático, que se encarga de las funciones corporales en reposo, como la digestión y la relajación; está involucrada en la contracción muscular, tanto en los músculos voluntarios como en los involuntarios, y se cree que la acetilcolina tiene un papel en la regulación de los ciclos de sueño y vigilia.

En el Alzheimer existe una disminución en los niveles de acetilcolina, ya sea por una degeneración de las neuronas colinérgicas, que son las responsables de producir acetilcolina, ya que éstas se deterioran y mueren progresivamente. También puede haber una disminución de la enzima colina acetiltransferasa (ChAT), que es una enzima esencial para la síntesis de acetilcolina; o puede haber un aumento de la actividad de la enzima acetilcolinesterasa, que degrada la acetilcolina.

¿Cómo se manifiesta?

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Los síntomas del Alzheimer suelen aparecer de forma gradual y empeoran con el tiempo. Algunos de los signos más comunes incluyen pérdida de memoria (dificultad para recordar eventos recientes, nombres o lugares), desorientación (confusión acerca del tiempo, el lugar o las personas), cambios de comportamiento (irritabilidad, ansiedad, depresión o apatía), dificultad para realizar tareas cotidianas (problemas para conducir, cocinar o manejar el dinero).

La capacidad de pensar de manera lógica, resolver problemas y tomar decisiones se ve comprometida. Las personas con Alzheimer pueden tener dificultades para seguir instrucciones o concentrarse en una tarea. El lenguaje se vuelve más pobre y menos fluido. Pueden tener dificultades para encontrar las palabras adecuadas, entender lo que otros dicen y expresar sus pensamientos. Actividades como vestirse, bañarse, cocinar o manejar se vuelven cada vez más difíciles y, finalmente, imposibles de realizar sin ayuda.

¿Cómo se relacionan la ERC y el deterioro cognitivo?

Existe una relación estrecha y bien documentada entre las enfermedades crónicas, como la enfermedad renal crónica (ERC), y el deterioro cognitivo, incluyendo el Alzheimer.

Tanto la ERC como el Alzheimer comparten factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes, la obesidad y la inflamación crónica. Estos factores pueden acelerar el daño en ambos órganos, el cerebro y los riñones. Los riñones son los encargados de filtrar las toxinas de la sangre: cuando la función renal se deteriora, estas toxinas pueden acumularse en el cerebro y causar daño neuronal; además, la ERC se asocia con un estado inflamatorio crónico que puede afectar al cerebro y contribuir al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

Estos pacientes presentan alteraciones en los niveles de sodio, potasio y otros electrolitos que pueden afectar la función cerebral y contribuir al deterioro cognitivo; y requieren tratamiento para mantener valores normales de hemoglobina, ya que la anemia, común en pacientes con ERC, puede reducir el suministro de oxígeno al cerebro y contribuir más al deterioro.

Los estudios han demostrado que los pacientes con ERC tienen un mayor riesgo de desarrollar deterioro cognitivo y demencia en comparación con la población general. Este riesgo aumenta a medida que la enfermedad renal empeora.

Prevención y Tratamiento

Aunque no se puede prevenir completamente el Alzheimer, se pueden adoptar algunas medidas para reducir el riesgo, como mantener una presión arterial saludable, controlar el colesterol y la diabetes, y realizar actividad física regular; mantener una dieta rica en frutas, verduras, pescado y granos integrales; leer, jugar juegos de mesa, aprender idiomas o tocar un instrumento musical; y procurar un sueño de calidad, que es esencial para la salud cerebral. Todas estas medidas pueden ayudar a mantener el cerebro activo y sano.

Actualmente, no existe una cura para el Alzheimer, pero existen tratamientos que pueden ayudar a manejar los síntomas y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas. Los medicamentos que mantienen los niveles de acetilcolina normales pueden ayudar a mejorar la memoria y otras funciones cognitivas en las primeras etapas de la enfermedad.

La terapia ocupacional, la logopedia y la fisioterapia pueden ayudar a las personas a mantener sus habilidades y a adaptarse a los cambios. El apoyo de familiares y cuidadores es fundamental para las personas con Alzheimer.

Es importante destacar que la investigación en el campo del Alzheimer está en constante avance y se están desarrollando nuevos tratamientos y estrategias preventivas. Al identificar las causas de la muerte neuronal y la pérdida de conexiones, los científicos podrán diseñar terapias dirigidas a estos procesos y, así, disminuir o detener la progresión de la enfermedad.  El Alzheimer es una enfermedad compleja y multifactorial: es importante apoyar la investigación en esta área, que continúa avanzando para encontrar una cura.

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SIN