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Dra. Marta Illueca

Hace unos meses escribí sobre los riesgos de la COVID en la niñez. Con los nuevos estragos que está causando la variante Delta en el mundo, quiero plasmar algunas aclaraciones urgentes sobre la vacunación para niños y niñas, que pudieran contagiarse o contagiar a otros con la COVID-19.

La desinformación y tergiversación de temas médicos, no solo compite ferozmente con los daños que ha causado el coronavirus, sino que ha expuesto a nuestra población, a opiniones de personas no idóneas en medicina, cuya audacia  raya en dar directrices sobre temas pediátricos.

El “sine qua non” de la planificación, manejo y administración de vacunas pediátricas es competencia prioritaria del pediatra.

Aunado a este requisito, en mi caso le sumo la experiencia en desarrollo farmacológico de terapias en pediatría, para esclarecer algunos puntos claves del panorama referente a las vacunas anti-COVID en la niñez.

A la fecha, solo una sola vacuna  ha adelantado sus estudios en pediatría logrando la debida autorización condicional de emergencia, por parte de la Agencia Federal de Alimentos y Medicamentos de los EEUU (FDA pos sus siglas en ingles) y por la Agencia de Medicinas Europea (EMA por sus siglas en inglés).

Esa vacuna es Comirnaty, de los laboratorios Pfizer-BioNTech, y dichas autorizaciones aplican desde la edad de 12 años para arriba.

En días pasados, la data relativa al grupo etario de los 5 a 11 años, fue enviada formalmente a la FDA, para la revisión en su totalidad.

Esta data es parte de los estudios obligatorios exigidos por las leyes regulatorias internacionales y habrá de abarcar a miles de niños y niñas.

El anuncio de prensa del laboratorio en cuestión ha sido motivo de confusas opiniones que merecen un responsable y cuidadoso análisis.

Las notas periodísticas de laboratorios farmacéuticos ofrecen primicias, que reflejan los primeros resultados de estudios, que serán debidamente analizados por los entes regulatorios.

Es por eso por lo que solo sabemos, en forma preliminar, que dicha vacuna, al parecer, produjo una respuesta inmune robusta y que en esa cohorte de mas de dos mil niños no se habían manifestado efectos adversos diferentes a los mas comunes vistos en mayores de 12 años. 

Esta data será evaluada por pares y por expertos científicos, pediatras y agentes regulatorios, antes de que se le provea la debida autorización de emergencia.

La vacuna pediátrica contiene los mismos ingredientes que la versión actual aprobada, pero su dosificación se calcula que sea de no más de un tercio de la dosis de adultos, con sus respectivos ajustes correspondiente a cada una de las edades estudiadas.

Y a pesar de las falsas declaraciones en redes sociales, su composición está publicada, en detalle, en la posología del producto, que muchos detractores no se toman el trabajo de leer, quizás por no entender el lenguaje de la química.

Esa “misteriosa fórmula,” motivo de calumnias y falsos testimonios sobre su no existencia, es de libre acceso a todo el que sepa leer inglés.

Aquí les obsequio, solo como ejemplo, una traducción sencilla: “Cada dosis de Comirnaty contiene 30 mcg (léase microgramos) de mensajero ARN con nucleósidos modificados que codifican la glucoproteína viral de espiga (S) del SARS-CoV-2″.

Los aditivos de la preparación vacunal contienen lípidos, electrolitos y sucrosa. Los nombres científicos de cada ingrediente están disponibles en la pagina web de la FDA (https://www.fda.gov).

En resumen, toda la información pertinente a las vacunas aprobadas por la FDA o la EMA se encuentra publicada, en los sitios web de estas entidades regulatorias de acuerdo con la ley.

En particular, la autorización de medicamentos y vacunas pediátricas, siguen un esquema protocolar estricto, y una evaluación rigurosa con debates públicos, que incluyen a especialistas médicos, científicos y grupos civiles, sin cuyo consenso no son aprobados.

Los niños menores de 12 años, aunque menos susceptibles a la COVID-19, tienen complicaciones que pueden ser severas y hasta letales, como el Síndrome Multi-inflamatorio Sistémico (PIMS o MIS-C por sus siglas en inglés), que los puede afectar unas semanas después de la infección y que con frecuencia puede causar shock y falla cardiaca.

Toda recomendación de vacunar a niños en Panamá deberá proceder igualmente con la debida ética y responsabilidad que entraña.

No debemos actuar en forma similar a otros países, que se han avocado a vacunar edades muy tempranas desde los 2 o 3 años, sin las revisiones regulatorias de autoridades de referencia internacional, ni el aval de Organización Mundial de la Salud.

Estaremos pendientes de los avances hacia una vacuna pediátrica, segura y eficaz, que proteja a nuestros niños, y contribuya a que alcancemos la meta de la inmunidad de rebaño.

Este artículo fue publicado de manera original en el diario La Prensa, Ciudad de Panamá, República de Panamá, el 3 de octubre del 2021

Dra. Marta Illueca

La Dra. Marta Illueca es investigadora clínica académica, especialista en desarrollo farmacéutico y negociaciones regulatorias, profesora clínica ad honorem de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá.